El refugiado Jesucristo
Mundrucz¨® apenas sale de una idea que puede ser m¨¢s o menos brillante dependiendo de su desarrollo
Una de las lunas de J¨²piter alberga un oc¨¦ano subterr¨¢neo de agua y, seg¨²n algunos expertos cient¨ªficos y variados ap¨®stoles de la distop¨ªa, se viene configurando como posible alternativa para la vida en la Tierra cuando ¨¦sta sea inhabitable. Esa luna de J¨²piter no es sino Europa en la alegor¨ªa sobre los refugiados del h¨²ngaro Korn¨¦l Mundrucz¨® Jupiter¡¯s Moon. Y semejante explicaci¨®n no la ha desentra?ado el cr¨ªtico con esfuerzo e intelectualidad; se la ha dado mascada el director con un texto sobreimpresionado en la pantalla en el primer minuto de metraje. Un director de cine de autor, un presunto poeta de la imagen, explicando, subrayando con l¨¢piz rojo sus figuras ret¨®ricas desde el inicio. Mal empezamos.
JUPITER¡¯S MOON
Direcci¨®n: Korn¨¦l Mundrucz¨®.
Int¨¦rpretes: Merab Ninidze, Zsombor J¨¦ger, M¨®nika Balsai, Gy?rgy Cserhalmi.
G¨¦nero: alegor¨ªa. Hungr¨ªa, 2017.
Duraci¨®n: 123 minutos.
Y mal terminamos. Porque Mundrucz¨® apenas sale de ah¨ª, de una idea que puede ser m¨¢s o menos brillante dependiendo de su desarrollo: un inmigrante sirio recibe un disparo de la polic¨ªa en la frontera con Hungr¨ªa y no solo no muere sino que a partir de ese instante obtiene el superpoder de levitar. Sin embargo, el director sobreexplica en el preludio y se pierde en el tratamiento, entre la reiteraci¨®n de situaciones y el capricho de guionista con mando, haciendo coincidir a sus personajes en el momento justo entre la mara?a de una gran ciudad. Mundrucz¨®, que en White god (2014) tambi¨¦n acud¨ªa a la par¨¢bola sobre la inmigraci¨®n y la persecuci¨®n del Otro, aquella con perros, sabe componer im¨¢genes poderosas ¡ªeso s¨ª, muchas partiendo de la misma: el joven refugiado alz¨¢ndose al Cielo¡ª, pero se pierde entre una empanada ideol¨®gica en la que lo mismo cabe una redentora interpretaci¨®n cristiana sobre la culpa y la resurrecci¨®n, no tanto de la carne como de la propia Hungr¨ªa, que una variante pol¨ªtica del juego del escondite. Que el protagonista, adem¨¢s de elevarse entre los mortales, sea hijo de un carpintero, anima el debate.
Aunque quiz¨¢ lo m¨¢s discutible sea que en un clima de evidente denuncia social sobre el estado de corrupci¨®n del pa¨ªs ¡ªentre polic¨ªas y servicios sociales, pol¨ªticos y la calle, precisamente lo ¨²nico que se salva de la pel¨ªcula junto a su potencia visual¡ª, el director se atreva con una peligrosa subtrama y una equ¨ªvoca relaci¨®n: la de inmigraci¨®n y terrorismo, con un atentado en suelo h¨²ngaro nunca acaecido. Una vinculaci¨®n, habitualmente denunciada en la realidad por su discutido primer ministro, Viktor Orb¨¢n, que incluso hace dudar sobre las verdaderas intenciones del autor.
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