Perdidos en el espacio

Una bonita comedia sentimental. Denise Despeyroux, su autora, es una dialoguista h¨¢bil, proclive a poner a sus criaturas en situaciones absurdas hilarantes. Otras veces, se le va la p¨®lvora en masclet¨¢s. En esta ocasi¨®n, ha perge?ado con maestr¨ªa la paleta de colores, formas, ritmos e intensidades de explosi¨®n de su variado castillo pirot¨¦cnico, que entretiene de principio a fin.

Los protagonistas de Un tercer lugar buscan todos el amor con ah¨ªnco, mientras distraen sus anhelos hablando de teor¨ªas filos¨®ficas y de los achaques de la psique. No sabemos de ellos m¨¢s que por lo que dicen desear: nada conocemos de sus circunstancias, salvo una an¨¦cdota o dos. Matilde, por ejemplo, es el arquetipo de la mujer enamorada, como El Odioso Se?or de Tres sombreros de copa lo es del prepotente que no gasta saliva en proleg¨®menos, solo que Despeyroux no mira a su criatura con iron¨ªa, como Mihura observa a la suya, sino con compasi¨®n.

Nos conmueve, y de qu¨¦ modo, Lorena L¨®pez, su int¨¦rprete, en el sentido y veraz mon¨®logo que le sirve la autora, pero no Matilde, que parece ente literario o proyecci¨®n de un estado del alma m¨¢s que personaje cierto, pues termina la obra y seguimos ignor¨¢ndolo todo de ella, salvo que padece. De igual modo, Carlota, por mucho que se presente como abogada, es una psic¨®loga de sainete: tiene enorme gracia el equ¨ªvoco permanente que produce la distancia entre lo que hace y lo que dice ser.

Quiz¨¢ a una comedia humor¨ªstica y sentimental solo haya que pedirle que nos haga reir y que su interpretaci¨®n nos conmueva, pero cuando ambas cosas se consiguen con personajes tridimensionales, llenos de aristas y sujetos a circunstancias que expliquen lo que sin ellas parecen comportamientos arbitrarios, todo produce efecto de m¨¢s alcance y deja otro poso.

Los actores llevan el texto en volandas: Jes¨²s Noguero llena de verdad los ingeniosos di¨¢logos que la autora le sirve, Lorena L¨®pez le da la r¨¦plica desde una acci¨®n interna hipn¨®tica, Pietro Olivera nos tiene pendientes de un hilo con su bru?ida encarnaci¨®n de la esperanzada v¨ªctima propiciatoria, Sara Torres le da empaque y ambig¨¹edad a la sibilina Carlota, y Vanessa Rasero y Giovanni Bosso le imprimen a esa pareja en ciernes un halo de rareza ensimismada, como de buscadores de ovnis a punto de ser abducidos.