Los que conversan
La obra del argentino Santiago Sylvester es una de las m¨¢s admirables de la poes¨ªa contempor¨¢nea en castellano
La met¨¢fora es una muletilla que permite al lenguaje, de manera m¨¢s o menos honorable, confesar su inhabilidad de nombrar las cosas con exactitud. En algunos poetas esa muletilla es exaltada y central; en otros, el poema mismo sirve de met¨¢fora para una idea, intuici¨®n o visi¨®n que, si fuera expresada en t¨¦rminos ingenuamente expl¨ªcitos, acabar¨ªa no diciendo nada o s¨®lo cosas banales.
La obra del argentino Santiago Sylvester, es una de las m¨¢s admirables de la poes¨ªa contempor¨¢nea en castellano. Sylvester naci¨® en la provincia de Salta en 1942. Fue abogado, periodista, jefe de asesores de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, y ha recibido, entre muchos otros premios, el del Fondo Nacional de las Artes de Argentina, el Sixto Pondal R¨ªos, el Jaime Gil de Biedma y el Gran Premio Internacional Jorge Luis Borges. Sus varios libros de poes¨ªa, le¨ªdos en su conjunto, resultan una suerte de tratado filos¨®fico sobre los sentidos plurales de la memoria. Escenas recordadas, comparaciones entre el pasado y el presente, la precauci¨®n de no creer con demasiada avidez en la precisi¨®n de lo que decimos que ocurri¨®, la elaboraci¨®n de paisajes nostalgiosos que se derrumban ante el m¨¢s m¨ªnimo roce con testigos, son algunas de las maneras en las que Sylvester procede para construir de su gran met¨¢fora.
Es dif¨ªcil, pero ahora el mundo se asienta en la memoria.
Antes
era m¨¢s f¨¢cil: el caparaz¨®n de una tortuga
o cuatro elefantes haciendo fuerza
sosten¨ªan el flujo de los r¨ªos, la estabilidad de la tierra: lo
que vuela, nada, corre, se esconde, suspira o se
queda quieto;
las estrellas fijas o fugaces encontraban ah¨ª su consistencia:
el comercio, la llegada de Col¨®n a Am¨¦rica,
lo que est¨¢ bien y lo que no: la tentaci¨®n de enumerar.
Ahora
el mundo ya no tiene pilares sino
base discutida (...)
Ahora el mundo se asienta en una urdimbre (...)
que es suma,
no s¨¦ si es unidad.
Estos versos de "La base inestable" que logran resumir (y simult¨¢neamente comparar) nuestras diversas nociones del tiempo son un ejemplo de sus inquietudes. El recuerdo de una serie de normas o prejuicios define aquello que creemos haber vivido; otro recuerdo, actual y viudo de aquella iconograf¨ªa, aspira a establecer nuestro presente. El indefinible tiempo es lo que existe o sobrevive en la tensi¨®n entre ambas convicciones. Los versos citados son del pen¨²ltimo libro de Sylvester, Los casos particulares, publicado en 2014. Los siguientes son del primero, Palabra intencional de 1974, y anuncian, cuatro d¨¦cadas antes, el inmenso tema:
...sab¨ªa que la muerte
no la buscaba solamente a ella
sino tambi¨¦n a todos sus recuerdos.
Vivimos (y morimos) con todo lo recordado encima, en una falsa identidad que llevamos puestas como esa m¨¢scara teatral que los griegos llamaban "persona." As¨ª la define Sylvester en "Un caso com¨²n" (Escenarios, 1993):
Qu¨¦ puedo decir de este hombre que ocupa mi lugar,
conquista los litorales
o me expulsa hacia ellos
mientras despliega un esplendor ficticio.
(...) entramos juntos a la escena
y corremos los dos contra el reloj.
Sylvester coteja la realidad observada con el recuerdo de esa realidad y la construcci¨®n que hace nuestra memoria sobre el rescatado recuerdo. Ese fr¨¢gil palimpsesto de recuerdos superpuestos es nuestro espejo que nos impone al reflejar nuestra existencia "la imposibilidad de olvidarnos de nosotros, como/ un reloj se despreocupa del tiempo." (Caf¨¦ Breta?a, 1994). Retomando la imagen de Jorge Manrique, Sylvester acota, en un libro posterior (El reloj biol¨®gico, 2007) que si bien nuestros r¨ªos "van a dar a la mar, que es el morir," esa "imposibilidad de olvidar" nos obliga a un curso solitario, porque "No llevamos la misma direcci¨®n: un r¨ªo/ es un¨ªvoco, no deambula, no puede volver." El libro lleva un ep¨ªgrafe de Montaigne: "No pinto el ser sino lo transitorio." Esta puede ser la divisa de toda la obra de Sylvester.
Sin sorpresa, Sylvester reconoce entre sus fuentes a Montaigne y tambi¨¦n a Novalis. Al mandamiento implacable de Novalis, ¡°Si no puedes hacer de tus pensamientos objetos externos, entonces haz de los objetos externos pensamientos, ¡± Sylvester responde con estas palabras en Los casos particulares:
Yo mismo
soy lo mismo: hablo, escribo, compro: tengo pies de barro
como todos,
y hay que sacar provecho de esa falla geol¨®gica:
nada se resuelve con que sea cierta.
La certitud no certifica nada, cada identidad debe ser rescatada con aliento y sangre propios. Quiz¨¢s para eso sirva la poes¨ªa. En esta ¨¦poca de angustia e incertidumbre (como todas) Sylvester es el profeta de la fe en lo temporal y lo constante.
La conversaci¨®n: Antolog¨ªa. Santiago Sylvester. Visor Libros, 2017 300 p¨¢ginas. 16 euros
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