Tragedia con ojos sangrantes

¡°Aquel a quien los dioses quieren destruir, primero lo vuelven loco¡±. Bien lo sabe la tragedia griega, que se aliment¨® de esta sentencia, habitualmente atribuida a Eur¨ªpides, para componer decenas de castigos divinos sobre los mortales que ca¨ªan en la desmesura. Como el de Agamen¨®n, mortificado por la deidad ?rtemis con el sacrificio de su hija Ifigenia por haber matado a un ciervo en un bosque sagrado y alardear de ello. O como el camino de expiaci¨®n que ha armado el director griego Giorgos Lanthimos en El sacrificio de un ciervo sagrado, una perturbadora tragedia contempor¨¢nea, inspirada en la perversidad de los poetas de la Antig¨¹edad, y dotada de su habitual toque surreal.

La vehemencia de las notas musicales de viento de los primeros segundos del relato apunta hacia una obra insolente, radical, valiente y, desde luego, compleja. Como un mortal que se rebela ante los dioses con su orgullo y su vanidad, pero tambi¨¦n con su talento, Lanthimos despliega su hipn¨®tico y aterrador volc¨¢n de sensaciones con una puesta en escena en la que domina el gran angular, nunca caprichoso, siempre ajustado a una composici¨®n del plano cuidada hasta el ¨²ltimo detalle, incluso en el color. Desde que sorprendiera al mundo con Canino (2009), el griego ha utilizado el surrealismo para ir marcando el estado de la sociedad y de su n¨²cleo, la familia, con un bistur¨ª de degradaci¨®n y podredumbre, radiografiando el deseo desde una ¨®ptica deformada ¡ªde ah¨ª el perfecto encaje de esos ojos de pez visuales, on¨ªricos, vitri¨®licos¡ª. Y en su nueva pel¨ªcula se atreve a fundir algunas de las bases del surrealismo, con Luis Bu?uel siempre en mente, con el m¨¢s legendario modo de narraci¨®n de su tierra: la tragedia.

El sacrificio de un ciervo sagrado no es solo un estudio sobre el sexo y sus actitudes, aunque, como es habitual en su autor, estas adquieran unas l¨ªneas oblicuas de enfermizo descontrol. Tampoco es solo una obra sobre la venganza, aunque su estructura general, y su base, un error m¨¦dico con resultado de muerte, invite a calificarla de este modo. La pel¨ªcula de Lanthimos es, sobre todo, una alegor¨ªa sobre el desapego y la mentira familiar y sus consecuencias, marcada, adem¨¢s de por la puesta en escena, por un tipo de interpretaci¨®n distanciada que hace que cada frase se pronuncie sin el menor ¨¦nfasis pero con el mayor de los corajes.

Como Bu?uel, que tambi¨¦n utilizaba los animales y la comida como particular bestiario con el que epatar y descontrolar el ojo, el ¨¢nimo y las tripas del espectador, Lanthimos nos lleva hasta un cruel estado de desolaci¨®n interna, acuciado adem¨¢s por la insoportable sensaci¨®n de desamparo que provoca su dilema moral. Y son los ojos ensangrentados de un ni?o al que ha castigado un perverso dios adolescente los que gu¨ªan una pel¨ªcula esquinada y desoladoramente bella.