El espa?ol pierde fuerza como se?a de identidad latina en EE UU

En Estados Unidos, no es crucial el idioma para conformar la creciente identidad latina del siglo XXI. No por el hecho de hablar ingl¨¦s los hispanos y sus descendientes dejan de sentirse como tales. Se impone el biling¨¹ismo, pero el dominio del espa?ol se convierte m¨¢s en una raz¨®n pr¨¢ctica que de orgullo de pertenencia. Es lo que se?alan diversos expertos reunidos esta semana en la sede madrile?a del Instituto Cervantes. Lo han hecho en torno a un asunto de relieve: medios de comunicaci¨®n y cultura en espa?ol, con jornadas dedicadas al estado de salud en EE UU.

As¨ª lo cree Frances Negr¨®n-Muntaner, escritora portorrique?a, cineasta y experta en etnicidad y raza de la Universidad de Columbia. ¡°Los latinos lo son sin tener que hablar espa?ol¡±, asegura. ¡°Ese aspecto no define, hoy por hoy, al grupo y el 71% de los mismos asegura que no es un aspecto crucial en su identidad¡±, comenta. Emili Prados, catedr¨¢tico de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, opina lo mismo: ¡°Lo valoran como una herramienta que les hace competentes, m¨¢s que c¨®mo orgullo de pertenencia a una comunidad¡±.

En ese declive con signos, ha tenido que ver la historia y el escaso margen de poder en esferas pol¨ªticas, econ¨®micas y medi¨¢ticas que a¨²n lastra a la comunidad hispana. Todav¨ªa hoy la desproporci¨®n en el ¨¢rea pol¨ªtica preocupa. Jorge Ramos, presentador de informativos de Univisi¨®n, lo pone de manifiesto: ¡°Para una poblaci¨®n de 55 millones [el 18% del pa¨ªs] hay cuatro senadores y 30 congresistas¡±, cuenta. La buena noticia es que en estas ¨²ltimas elecciones, dos candidatos hispanos ¨CMarco Rubio y Ted Cruz- anduvieron en liza: ¡°Suficiente para so?ar alguna vez con un latino en la Casa Blanca¡±, comenta Rubio.

Si se da el caso, habr¨¢ sido un largo camino. Durante d¨¦cadas, el espa?ol fue castigado en las aulas de los colegios. En la sociedad se impon¨ªa el English Only como mantra ¨Cun alineamiento surgido curiosamente en Miami a causa de la fuerza latina emergente en dicho ¨¢mbito- y se desprestigiaba el uso de un idioma, para los anglos, inferior.

¡°Actualmente, solo tres peri¨®dicos con m¨¢s de 50.000 lectores ¨CLa Opini¨®n (Los ?ngeles), El Nuevo Herald (Miami) y El Tiempo Latino (Washington)- congregan a un p¨²blico hispano¡±, afirma Mar¨ªa Luisa Azpiazu, que fue corresponsal de la agencia Efe en EE UU durante 25 a?os. Escaso margen de influencia por escrito.

¡°La voz de la normalidad hispana en Estados Unidos no existe¡±, asegura Alberto Avenda?o, antiguo director de El tiempo latino, medio asociado a The Washington Post. ¡°La cobertura de esa realidad es pat¨¦tica y aleja a la audiencia de las nuevas generaciones de j¨®venes hispanos¡±. En esa l¨ªnea se pronuncia Alberto Vourvoulias-Bush, profesor del Programa de Periodismo en Espa?ol de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY): ¡°Existen grandes desiertos en la cobertura de temas hispanos¡±.

Otra cosa es la televisi¨®n, aunque redunde en los estereotipos y caiga presa de una realidad: la nueva audiencia latina prefiere los contenidos anglos. La cadena de integraci¨®n tiene sus consecuencias. Los inmigrantes reci¨¦n llegados echaban mano de los medios en espa?ol al desconocer el idioma. Las generaciones nacidas all¨ª, toman ya los contenidos en ingl¨¦s como norma y tienden a salir de la especie de gueto que perciben en los medios latinos.

Los temas que abordan tienen que ver mucho con la realidad de la discriminaci¨®n al inmigrante. ¡°Siempre fue as¨ª¡±, comenta Negr¨®n-Muntaner. ¡°Un medio como El clamor p¨²blico, el primero aparecido en California hacia 1855, lo hac¨ªa. Y El Diario La Prensa, el m¨¢s antiguo todav¨ªa en circulaci¨®n, lo mantiene¡±.

En las televisiones, con sus paradojas a cuestas, el problema es que andan en gran parte controladas por conglomerados anglosajones. O pretenden ahora, caso de Univisi¨®n, con capital hispano, captar p¨²blico en ingl¨¦s. ¡°El desaf¨ªo de los medios, y concretamente de la televisi¨®n, es mantener el v¨ªnculo y el inter¨¦s en contenidos con un idioma que quede a la altura de la calidad de los otros¡±, afirma Prado.