La dignidad es innegociable

Un contable recibe una notificaci¨®n que le informa de que es receptor de un mill¨®n de d¨®lares. En silencio, se levanta de la mesa y se dirige hacia la oficina del presidente de la compa?¨ªa, atravesando diversas puertas que marcan las diferentes etapas de su camino hacia arriba. Una vez ante la puerta del jefe supremo, se detiene ante un espejo para ajustar su aspecto, abre la puerta y le dedica una sonora pedorreta al mandam¨¢s. Con esta concisa aportaci¨®n a la colectiva Si tuviera un mill¨®n (1932), Ernst Lubitsch no solo logr¨® condensar un sue?o compartido por todo pe¨®n del capitalismo, sino que destil¨® en forma de chispeante gag un homenaje a la dignidad del oprimido. En Los desheredados, cortometraje de Laura Ferr¨¦s galardonado en Cannes que llega a las salas en una loable iniciativa que merecer¨ªa tener continuidad con otros trabajos ¨Csesiones espec¨ªficas en salas con precios a escala-, hay un momento que parece un eco de Si tuviera un mill¨®n: el protagonista, padre de la directora, propietario de una empresa de autocares golpeada por la crisis que sobrevive como ch¨®fer para despedidas de solter@s, decide arrancar su veh¨ªculo y abandonar a sus clientes en pleno solar industrial despu¨¦s de que estos hayan usado su posici¨®n como instrumento de humillaci¨®n. El tema es el mismo: la dignidad del perdedor. En la pel¨ªcula de los Ferr¨¦s, esa dignidad se manifiesta sin que necesariamente el dinero funcione como salvavidas.

Los desheredados parte de la figura y el desamparo profesional de Pere Ferr¨¦s para construir un relato con los materiales de la realidad. En ocasiones, el registro naturalista deja ver el artificio que lo sostiene, pero el discurso se construye aportando constantes matices. La autenticidad y los claroscuros del personaje priman por encima del reflejo sociol¨®gico de los restos del naufragio.