¡°La victimizaci¨®n total es la utop¨ªa del resentimiento¡±
Manuel Cruz aborda las incertidumbres del presente en ¡®La flecha (sin blanco) de la historia¡¯, su nuevo ensayo
Manuel Cruz (Barcelona, 1951) se ha metido de lleno en las arenas movedizas del presente y, por eso mismo, en su nuevo ensayo va del pasado al futuro. Analiza las estrategias de aprovechamiento de la memoria y apunta cu¨¢n complicado se ha convertido el porvenir. Rotos y griposos los discursos de la modernidad, los ciudadanos se han visto sumergidos en poco tiempo en ese mundo distinto que propician las nuevas tecnolog¨ªas, andan medio asustados por la crisis y la globalizaci¨®n y chapotean en la incertidumbre. Esas son algunas de las marcas de nuestro tiempo, que analiza con su rigor habitual en La flecha (sin blanco) de la historia (Anagrama, Devenir, Bilbao), que gan¨® el XVII Premio de Ensayo Miguel de Unamuno. Es un libro de filosof¨ªa pol¨ªtica que mira de reojo la pr¨¢ctica concreta de los pol¨ªticos en esta ¨¦poca complicada. Y en eso, Manuel Cruz tiene desde hace ya meses mayor autoridad: es diputado por el PSC en el Congreso de Diputados y se ocupa de asuntos relacionados con la educaci¨®n. Ha respondido a las preguntas por correo electr¨®nico.
Pregunta. ?C¨®mo explica esta obsesi¨®n por el uso de la memoria (la que ense?a, la que legitima, la que repara, la que cura, la que libera)?
Respuesta. Cada una de estas memorias alberga un uso. El denominador com¨²n es la expectativa de que nos ofrezcan las claves para entender y actuar que nos esconde el presente.
P. ?Por qu¨¦ se abusa tanto hoy de los elementos irracionales en la pol¨ªtica? Ya sabe, eso de ¡°asaltar el cielo¡±.
R. La creciente complejidad del mundo hace m¨¢s complicado el recurso a unas explicaciones racionales, y ya no digamos cient¨ªficas, no siempre al alcance de todos. Si se le a?ade el convencimiento, generalizado entre algunos, de que su emoci¨®n funda derechos (si sienten X, tienen derecho a que X les sea concedido, es su razonamiento), el cocktail est¨¢ servido.
P. ?Qu¨¦ me dice de la condici¨®n de v¨ªctima, hacia d¨®nde se dirige una sociedad pendiente de tantas humillaciones y horrores que reparar?
R. Una sociedad victimizada no tiene futuro. El cobro de todas las deudas acumuladas en el pasado no es un proyecto pol¨ªtico: es, si acaso, la utop¨ªa del resentimiento.
"Nadie es m¨¢s indulgente con los golpes de Estado de los suyos que el supremacista"
P. Trata de Auschwitz en su libro. ?De qu¨¦ manera opera la idea del mal en la construcci¨®n de pol¨ªticas concretas? ?C¨®mo pueden exigirse hoy responsabilidades por desmanes antiguos (por ejemplo, el franquismo)?
R. La presencia del mal en la vida p¨²blica aumenta conforme se pone m¨¢s cuesta arriba acordar una idea de bien susceptible de ser aceptada por todos en nuestras sociedades plurales. Respecto a lo segundo, no podemos estar reconsiderando a cada poco los l¨ªmites de lo imprescriptible, por decirlo a la manera de Jank¨¦l¨¦vitch. En todo caso, aprender a convivir es aprender a olvidar.
P. Ya no sirven los viejos discursos para cambiar el mundo, ?qu¨¦ hacemos?
La envergadura de Unamuno
"Nuestra imagen de Unamuno est¨¢ contaminada por algunos aspectos que, siendo ciertos, no agotan al personaje: me refiero a la imagen que tenemos de ¨¦l como alguien torturado por sus problemas existenciales y por su dif¨ªcil relaci¨®n con la religi¨®n", explica Manuel Cruz. Su nuevo ensayo, La flecha (sin blanco) de la historia, gan¨® el XVII Premio de Ensayo Miguel de Unamuno, concedido en noviembre de 2016. "Es esa perspectiva unilateral la que hace que aparezca calificado en algunos libros como el 'existencialista espa?ol' por excelencia. Pero Unamuno es mucho m¨¢s que eso: fue un gran lector, por ejemplo, de Nietzsche y de los pragmatistas". ?Y su influencia actual? "Me atrever¨ªa a decir que si Ortega define el canon de c¨®mo escribir ensayo en espa?ol, esto es, nos dej¨® un canon estil¨ªstico, formal, Unamuno define (o ha influido en) el canon de c¨®mo pensar en espa?ol, esto es, un canon de contenido. Nuestros mejores ensayistas son unamunianos (alguno de ellos sin terminar de saberlo). Otro elemento muy importante para hacerse una idea de la envergadura de Unamuno como autor, es que no se agota en lo filos¨®fico-ensay¨ªstico, sino que incluye tambi¨¦n una notable producci¨®n como poeta y como novelista".
R. Hay que empezar por definir la naturaleza del cambio al que se aspira, asunto que est¨¢ lejos de ser obvio.
P. ?Qu¨¦ peso tiene en la acci¨®n pol¨ªtica esa superioridad moral que se otorgan a s¨ª mismos los que se ven investidos de una causa por la que luchar?
R. Cualquier tipo de supremacismo es t¨®xico para la democracia, que supone y exige precisamente que todos los actores asuman su radical, constituyente, falibilidad. A los hechos me remito: nadie es m¨¢s indulgente con los golpes de Estado de los suyos que el supremacista.
P. ?Todav¨ªa se puede hablar de derecha e izquierda?
R. En la medida en que la pol¨ªtica ya no es el puro hueso de las cuestiones sociales y econ¨®micas, y ha ido incorporando reivindicaciones de otro orden (culturales, de costumbres, etc.), resulta m¨¢s ardua la delimitaci¨®n. Pero creo que se puede mantener como criterio la actitud frente a cualquier forma de explotaci¨®n, opresi¨®n y dominio. Aplicando dicho criterio a Europa y al Estado de bienestar, no s¨¦ si hay muchas dudas respecto a quien defiende a este ¨²ltimo y quien intenta reducirlo a su m¨ªnima expresi¨®n.
P. ?Conservan las utop¨ªas alguna capacidad de movilizaci¨®n?
R. Menguante, sin duda. El lado bueno es que la gente no se moviliza por lo que ya ha alcanzado, y buena parte de las utop¨ªas del pasado se han cumplido. El lado malo, que la aceleraci¨®n de los cambios haya terminado por ahogar nuestra capacidad de proyectar mundos radicalmente nuevos.
P. Y los sujetos, ?tienen margen, en una sociedad cada vez m¨¢s tecnol¨®gica, para articular pol¨ªticas de futuro?
R. Quienes respecto a esto hablan de empoderamiento ¨Cpalabro que confieso que no se encuentra entre mis expresiones favoritas¨C lo que plantean precisamente es poner al servicio de los sujetos y de sus demandas el creciente arsenal tecnol¨®gico disponible, en vez de declararnos derrotados frente a ¨¦l antes de empezar. A fin de cuentas, hace mucho que nos sentimos desbordados por tanto como sabemos. Es cierto que el complejo cient¨ªfico-t¨¦cnico nos hace poderosos en una medida in¨¦dita en la historia humana. Pero el signo que termine por adoptar tanto poder no est¨¢ escrito en ning¨²n lado. No podemos naturalizar lo que es resultado de la contingencia hist¨®rica.
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