Demasiado bueno para este mundo
'La ¨®pera flotante' y 'El final del camino' solo interesan como anticipaci¨®n de las obras que John Barth escribir¨ªa despu¨¦s
Una casa en el Estado de Pensilvania, un sueldo de profesor auxiliar, una mujer, tres hijos. John Barth ten¨ªa todo ello cuando a los 24 a?os comprendi¨® que ¡°los mensajes m¨¢s elementales, que parecen tan evidentes a posteriori, pueden no ser en absoluto claros para el escritor principiante¡± y que hab¨ªa un par de cosas que, pese a todo, no ten¨ªa: inspiraci¨®n y una direcci¨®n a seguir. Llevaba a?os intentando escribir una novela sobre Maryland (¡°donde me hab¨ªa criado y donde mi imaginaci¨®n hund¨ªa sus ra¨ªces¡±) que sumase a las posibilidades de la literatura oral el legado de modernistas como William Faulkner y James Joyce; pero (como reconoce) si su musa trataba de decirle algo, ¨¦l no estaba escuchando.
¡°Sin duda, cierta decepci¨®n procedente de esa ¨¦poca dif¨ªcil, disfrazada de principios filos¨®ficos generales, emerge en La ¨®pera flotante e incluso m¨¢s en El final del camino¡±, admitir¨ªa m¨¢s tarde; sin embargo, m¨¢s que ¡°cierta decepci¨®n¡±, lo que ambas novelas expresan es un absoluto escepticismo. La primera narra un d¨ªa en la vida de Todd Andrews, un abogado de provincias que decide suicidarse al final de la jornada. Andrews nunca complet¨® su proyecto de construir un barco, tuvo una actuaci¨®n discreta y posiblemente inmoral en la guerra, no destac¨® en la universidad y asisti¨® al suicidio de su padre; desde entonces se mantiene a flote (y a salvo de s¨ª mismo) ocup¨¢ndose de asuntos sin mayor importancia como su enfrentamiento con el propietario de la empresa Tomates Maravillosos de Morton y un pleito por una herencia en el que est¨¢n en juego una gran cantidad de dinero y cientos de tarros con excrementos (su resoluci¨®n depende del resultado de la guerra civil espa?ola, o no), pensando en su pr¨®stata, manteniendo una relaci¨®n ¡°singular¡± con un matrimonio de amigos. El final del camino (la historia de un hombre de 30 a?os llamado Jacob Horner que padece una especie de par¨¢lisis moral y, siguiendo el consejo de un m¨¦dico ambulante, se establece como profesor de gram¨¢tica en un pueblo) es incluso m¨¢s oscura: cuando Horner deja embarazada por accidente a una mujer casada, se precipita en un final tr¨¢gico.
Barth defini¨® acertadamente La ¨®pera flotante como ¡°una comedia nihilista¡± y El final del camino como ¡°una cat¨¢strofe nihilista: la misma melod¨ªa reorquestada en una tonalidad m¨¢s l¨²gubre¡±; sin embargo, se equivoc¨® al pensar que su reedici¨®n en 1967 demostraba que ¡°quiz¨¢ sean algo m¨¢s que los elementos ¡®nihilistas¡¯ que las componen¡±, ya que ninguna de las dos novelas est¨¢ a la altura de El plantador de tabaco. Su autor aspiraba a que fueran ¡°juguetonas, nost¨¢lgicas, pesimistas, intelectualmente exuberantes¡±; pero los soliloquios de sus personajes (todos ellos, demasiado jodidamente buenos para este mundo, al menos en su opini¨®n), sus digresiones acerca del suicidio y la culpa, su inquisici¨®n sobre la responsabilidad, el aprendizaje de un desapego que debe culminar con el suicidio y constituye el tema de los dos libros, s¨®lo consiguen interesar como anticipaci¨®n de las obras que su autor escribir¨ªa en el futuro: al margen de sus m¨¦ritos (en particular de los de La ¨®pera flotante), lo que estas novelas ponen de manifiesto es que, con el tiempo, Barth encontrar¨ªa formas m¨¢s eficaces de aproximarse a toda esa desesperanza.
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Autor: John Barth.
Editorial: Sexto Piso (2017).
Formato: tapa blanda (556 p¨¢ginas).
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