La culpa de todo la tiene Walt Disney

Protaurinos y animalistas comparten similar porcentaje de tirria a Walt Disney. Sosten¨ªa Albert Boadella que las ra¨ªces del movimiento antitaurino pod¨ªan estar en una pel¨ªcula para ¨¦l tan perniciosa como Bambi, cuyo uso del antropomorfismo alent¨® en el mundo entero una castradora mirada sentimental sobre el universo de los animales. Un militante del PACMA, por otro lado, intent¨® una vez explicarme el grado de corrupci¨®n de las esencias que implicaba ese antropomorfismo disneyano que superpon¨ªa emociones humanas sobre un mundo animal que no merec¨ªa ser sometido a ese yugo. Echarle la culpa a Disney es un recurso que siempre funciona, quiz¨¢ porque acciona ese dispositivo freudiano de matar al padre (simb¨®lico). Y Disney fue, en efecto, padre de muchas cosas, aunque no precisamente del antropomorfismo: s¨ª lo fue del lenguaje can¨®nico de la animaci¨®n fundamentada en la caracterizaci¨®n de personajes.

Y resulta que Disney tendr¨¢ tambi¨¦n la culpa de que este Ferdinand del estudio Blue Sky le haya gustado tan poco a un servidor, porque la pel¨ªcula de Carlos Saldanha no resiste comparaci¨®n con el corto de 1938 que, bajo la direcci¨®n de Dick Rickard, adaptaba el mismo libro ilustrado de Munro Leaf y Robert Lawson dentro del corpus disneyano. Donde hab¨ªa un cuidadoso hilvanado de gags visuales y un completo dominio de la flexibilidad de los personajes animados, Saldanha contrapone una dramaturgia de la histeria, donde la gestualidad de todos pasa de una emoci¨®n extrema a otra sin soluci¨®n de continuidad. Lo peor, sin duda, es la poca consistencia est¨¦tica de los dise?os: aqu¨ª, esos personajes humanos tan propios de la m¨¢s rutinaria animaci¨®n digital, conviven con dise?os que se dir¨ªan saqueados de otras fuentes, como el Ferdinand de Disney, el caballo de Enredados o la cabra de, ag¨¢rrense, la espa?ola El lince perdido. Eso s¨ª, antitaurina lo es.