Antes de salir a escena
En los momentos previos a que suba el tel¨®n, los actores cumplen con sus rituales y supersticiones
El teatro tiene temores de larga tradici¨®n y or¨ªgenes diversos: el amarillo en Espa?a, el verde azulado en Reino Unido y Francia. Entrar en escena con el pie izquierdo. No se puede desear buena suerte: siempre mierda, o romperse una pierna. Ni claveles. Ni plumas de pavo real. Ni mencionar por su nombre la tragedia escocesa. Ni silbar. Hay infinitos rituales protectores. Lavarse minuciosamente los dientes antes de la funci¨®n. Un montoncito de sal en una esquina, detr¨¢s del decorado. Llu¨ªs Homar escribe: ¡°Antes de empezar, he de apagar la luz del camerino, cerrar la puerta y llevar un clavo torcido en el bolsillo¡±. Anna Lizaran necesitaba averiguar el aroma de sus personajes. Decidi¨® que Violet Weston, en Agosto, usaba perfume de violetas, haciendo honor a su nombre; un perfume que ella detestaba: ¡°S¨ª, ya lo s¨¦, es horrible, pero seguro que es lo que lleva esa mujer¡±. Tard¨® en encontrar el de Domenica en Una de las ¨²ltimas noches de Carnaval: ech¨® una gota de lej¨ªa en un cuenco de agua y hundi¨® las manos.
Concha Velasco lleva en la maleta fotos de toda su familia, y v¨ªrgenes y santos, un verdadero altar que despliega en el camerino, aunque solo sea para dos funciones. Alberto Closas (esto me lo cont¨® Concha) necesitaba hacer punto en el camerino para tranquilizarse. Jos¨¦ Mar¨ªa Pou tiene sus protectores: ¡°Mis padres y mi hermano, que muri¨® joven. Y Jos¨¦ Luis Alonso, mi maestro. Y un gran amigo, Pepe Lara, un actor que muri¨® a mi lado durante un estreno, en el patio de butacas, fulminado por un infarto en el Maravillas, en 1993, durante el primer acto de Tristana¡±.
Me gusta mucho el ritual que compart¨ªan ?lex Rigola y el actor Joan Carreras. Poco antes de cada estreno, Rigola preguntaba: ¡°?Qui¨¦n viene esta noche?¡± y Carreras contestaba, invariablemente: ¡°Desmond Tutu y Saza¡±. Una noche, en el Espa?ol, apareci¨® Saza, en primera fila. Cuando muri¨®, decidieron que seguir¨ªan preguntando por ¨¦l, que Saza continuar¨ªa vivo y yendo a sus estrenos. Desmond Tutu no, por malqueda.
Hay rituales colectivos, como tomarse de las manos y rugir ¡°?A foll¨¢rnoslos!¡±. Muchas compa?¨ªas j¨®venes hacen una pi?a (o una mel¨¦, como en el rugby) y repiten una frase de la funci¨®n, una frase que en cierto modo la resume y sirve de talism¨¢n. Tambi¨¦n suelen serlo los regalos de la noche del estreno, colocados en la mesa del camerino, y que duran hasta el estreno siguiente o incluso varias temporadas. Pero la mayor¨ªa de los talismanes son secretos, objetos santificados por el propio int¨¦rprete, a los que el actor se encomienda en la intimidad. Media hora antes de empezar, los camerinos todav¨ªa est¨¢n abiertos y los actores van de uno a otro, comparten un t¨¦ en el microondas, se abrazan, calientan la voz o el cuerpo, hasta que entran en capilla y se encierran, porque quieren para ellos esos ¨²ltimos cinco minutos. Cuando el regidor dice ¡°cinco¡±, todo el mundo sale. Algunos se toman de las manos, se abrazan. Otros se santiguan.
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