El caso del arte asesinadito
Gran final el de esta comedia negra metateatral en la que un tema a lo Ray Bradbury se entrecruza con una trama a lo Miguel Mihura/?lvaro de la Iglesia
¡°El teatro ha muerto: ten¨ªa desgastado el azogue del espejo, de tanto mirarse¡±, se anuncia al principio de Crimen y tel¨®n, otra comedia cuyo asunto es el propio teatro. El arte que anta?o fuera espejo de la vida tiende hoy a ser reflejo fiel de s¨ª mismo: arte ensimismado, puro metateatro. Ya que Ron Lal¨¢ abunda en esta tendencia, bien est¨¢ que lo haga poniendo un dedo en la llaga de Narciso.
CRIMEN Y TEL?N
Creaci¨®n Colectiva: Ron Lal¨¢: Texto y direcci¨®n literaria: ?lvaro Tato. M¨²sica: Yayo C¨¢ceres, Juan Ca?as, Miguel Magdalena. Int¨¦rpretes: Daniel Rovalher, ??igo Echevarr¨ªa. J. Ca?as, M. Magdalena, A. Tato. Luz: Miguel ?ngel Camacho. Vestuario: Tatiana de Sarabia. Escenograf¨ªa: T. de Sarabia, Yeray Gonz¨¢lez. Director musical: M. Magdalena. Direcci¨®n: Y. C¨¢ceres. Madrid. Teatro Fern¨¢n G¨®mez, hasta el 28 de enero.
Texto: ?lvaro Tato. Int¨¦rpretes: Daniel Rovalher, ??igo Echevarr¨ªa, Juan Ca?as. Direcci¨®n musical: Miguel Magdalena. Direcci¨®n: Yayo C¨¢ceres. Madrid. Teatro Fern¨¢n G¨®mez, hasta el 28 de enero.
Con la aguja de ?lvaro Tato, la compa?¨ªa madrile?a ha entretejido una f¨¢bula cuya est¨¦tica na?f parece un cruce entre la del floreciente subg¨¦nero de los videojuegos dist¨®picos y la de la fant¨¢stica teleserie de marionetas brit¨¢nica Guardianes del espacio, ambientada en 2026.
Imag¨ªnense la historia que Ray Bradbury narra en Fahrenheit 451 contada a la manera de El caso de la mujer asesinadita. Por momentos Crimen y tel¨®n resulta algo as¨ª: una comedia negra llevada al disparate y ambientada en un futuro pr¨®ximo mundializado, en el que los estados naci¨®n han desaparecido, las artes fueron proscritas, expresarse mediante met¨¢foras es delito y los disidentes colmatan los campos de concentraci¨®n de Marte.
Sin m¨¢s pretensi¨®n que divertir a un sector amplio del p¨²blico, en el espect¨¢culo destacan los cinco cantables sat¨ªricos originales (uno de las cuales, por su naturaleza esdr¨²jula, recuerda la Canci¨®n-consumo de Aute), y, muy especialmente, el colof¨®n metateatral, en el cual Javier Bernat, t¨¦cnico de luces; Eduardo Gandulfo, jefe t¨¦cnico, y Julio Chuli¨¢, regidor, arrebatan la palabra a los actores e irrumpen como un soplo de realidad.
Por la manera inesperada y fulgurante con la cual se desarrolla, esta pugna postrera entre lo real y la ficci¨®n evoca la que en Solaris, film genial de Tarkovski, mantienen los tripulantes de la estaci¨®n espacial con el oc¨¦ano inteligente del planeta, que no cesa de enviarles r¨¦plicas exactas de sus seres m¨¢s queridos.
Un final ins¨®lito que se eleva sobre el resto del espect¨¢culo. La letra que Ron Lal¨¢ le ha puesto al himno de Espa?a podr¨ªa concitar general consenso.
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