¡®El gran Gatsby¡¯ bailado se gana el aplauso del p¨²blico franc¨¦s
La obra protagonizada por Denis Matvienko estar¨¢ de gira europea en 2018
Tras las exitosas presentaciones en el Mariinski II de San Petersburgo, en febrero de 2015, y en el Folies Berg¨¨re parisiense, en octubre de 2017, el musical The Great Gatsby Le Ballet ha llegado al Palacio de Festivales de Cannes, donde cerr¨® 2017 y abri¨® 2018 con dos funciones a teatro lleno. La compleja y enorme producci¨®n requiere un notable despliegue t¨¦cnico que va de las luces a los movimientos esc¨¦nicos de la estructura decorativa. La luz verde en el muelle de Daisy vuelve a parpadear sobre un escenario de ballet, esa evocadora idea que cierra la novela El gran Gatsby (1925) de Francis Scott Fitzgerald y que se instala en el libro como una feliz y dolorosa met¨¢fora de lo inalcanzable.
La nueva obra, que ha comenzado en Cannes una gira que ir¨¢ a varias ciudades francesas, cuenta con libreto, direcci¨®n art¨ªstica y coreograf¨ªa del norteamericano Dwight Rhodes, y m¨²sica original de los rusos Konstantin Meladze y Yuri Shepeta. Rhodes es uno de los fundadores junto a Desmond Richarson y Jae Man Joo de la muy din¨¢mica Complexions Dance Company (donde brilla y hace carrera el madrile?o Sergio Arranz Vallejo). La plantilla del Gatsby en ballet la lidera el bailar¨ªn estrella del Teatro Mariinski, Denis Matvienko, recientemente visto en la gala rusa del Festival Madrid en Danza junto a su mujer, Anastasia Matvienko en El corsario; Anastasia en The Great Gatsby es una seductora Daisy Buchanan, la protagonista femenina de la novela y amor quim¨¦rico de Gatsby; le da contrapartida femenina con el personaje de Jordan Baker una bailarina de fuste y nervio, Ekaterina Kaltchenko. El cuerpo de baile de 20 componentes se arma con artistas procedentes del propio Mariinski, el Ballet de la ?pera de Kiev y de la compa?¨ªa neoyorquina Complexions.
Como curiosidad puede apuntarse que El gran Gatsby tiene el mismo n¨²mero de adaptaciones al cine que al ballet: cinco; mientras las del s¨¦ptimo arte han surgido a lo largo de 80 a?os, las de la danza se acumulan en el ¨²ltimo decenio, y es evidente c¨®mo el cine es esta vez quien decididamente ha influido en el escenario de ballet contempor¨¢neo. The Great Gatsby tiene un ritmo propio de los musicales de Broadway y en su est¨¦tica tambi¨¦n se siente esta poderosa influencia, que no elude la representaci¨®n del drama, pero lo sostiene siempre en un tono m¨¢s ligero. Las versiones en cine son las de Herbert Brennan (1926); Elliot Nugent (1949); Jack Cayton (1974, sin dudas la mejor, con un Robert Redford plet¨®rico); Robert Markowitz (2001) y la empalagosamente excesiva de Baz Luhrmann (2013). Los dos premios Oscar de El gran Gatsby han sido para el vestuario. Primero, en 1974, lo obtuvo Theoni V. Aldredge, y en 2013 Catherine Martin; y en el nuevo ballet, sutilmente, est¨¢ presente la traza de esos dise?os, a veces hasta literalmente, lo que est¨¢ marcado por la ¨¦poca.
En danza encontramos, si dejamos aparte algunos intentos fallidos anteriores, la de Septime Webre para el Washington Ballet (2010) remontada con variantes para el California Ballet Company en 2015; la versi¨®n de David Nixon para el Northern Ballet en 2012, remontada en el West Australian Ballet en 2013; la visi¨®n de Alain Lupien con el Musical Theatre Canadian Dance y en 2015 este impresionante montaje de Dwight Rhodes que quiere ser resumen de los anteriores.
En el guion de Rhodes, Gatsby ha perdido el Jay, Meyer el Wolfsheim, Daisy el Buchanan y Nick el Carraway. Nadie lleva apellidos en el programa, aunque se les identifica sin dificultad. Es una manera de sintetizar, como muchas otras escenas que son apenas sugeridas, pues mandan los bailes corales y un todo esc¨¦nico de tensi¨®n y rapidez, apoyado siempre por la m¨²sica de Meladze, un compositor en alza que ya estuvo nominado al premio Benois de la Danse en el Teatro Bolsh¨®i de Mosc¨².
The Great Gatsby se divide en dos actos de una hora de duraci¨®n cada uno, al que se suma un largo entreacto. La escenograf¨ªa bascula entre la sugerencia abstracta y el decorado de aire retro-constructivista. Un audiovisual rico en im¨¢genes y superposiciones va situando las acciones desde el exterior y los jardines de la casa de Gatsby a los salones donde suceden las alocadas fiestas que se describen en la novela y se recrearon en los filmes. Rhodes explota la t¨¦cnica tanto de Matvienko como del resto de los bailarines, los lleva a una cuerda virtuosa y liberada del cors¨¦ acad¨¦mico, acerc¨¢ndolos a la danza-jazz y a otros lenguajes actuales.
Babelia
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