M¨²sica negra para la igualdad
Freedonia, la 'big band' madrile?a que llena salas de conciertos por todo el pa¨ªs, recala en La Riviera con 'Shenoby', su alegato contra el machismo
Podr¨ªa haber sido un whisky on the rocks como los que se atizaba Billie Holiday en el Pod's and Jerry's, el humoso local de Harlem, pero no: piden sendos verm¨²s en el Economato, un bar de Chueca. Aunque tambi¨¦n hacen m¨²sicas negras (en plural), son de Madrid y es mediod¨ªa; la cita no pod¨ªa ser de otra manera.
Mayka Sitt¨¦ y ?ngel Pastor, cantante y guitarrista de Freedonia (ambos de 38 a?os) est¨¢n exultantes, y no solo por el licor dulce que beben a sorbitos: la big band est¨¢ a punto de colgar el cartel de "no hay entradas" en la Sala Riviera de Madrid, donde echar¨¢n el resto este viernes 19 de enero como punto de inflexi¨®n de la gira de presentaci¨®n de su ¨²ltimo disco, Shenoby: aupar¨¢n al escenario a una nutrida secci¨®n de metales, guitarra, bajo, bater¨ªa, teclado, ¨®rgano Hammond, y coristas. Trece m¨²sicos en total.
Los nueve miembros seminales de Freedonia empezaron hace algo m¨¢s de una d¨¦cada con el soul para saltar enseguida al blues, el funk, el rhythm and blues y el jazz, sin desde?ar referencias externas tan inesperadas como el afrobeat o el impresionismo franc¨¦s y su influencia japonesa (no es casual el estilo de c¨®mic manga de la portada de su disco). "No hemos nacido en Estados Unidos, y eso nos da pie a ver las cosas de otra manera, a abrirnos a otros sonidos y ser menos ortodoxos", explica Sitt¨¦, "por eso nos permitimos hacer m¨²sica negra e innovar en un estilo musical en el que para muchos ya est¨¢ todo dicho, pero no es as¨ª en absoluto".
Desde que empezaran tocando en chiringuitos de C¨¢diz a cambio de la voluntad, han lanzado tres discos y han aprovechado muy bien el tiempo. El llenazo de La Riviera lo repiten asiduamente en salas de todo el pa¨ªs, y los nueve m¨²sicos viven de Freedonia. Algo muy meritorio en estos tiempos azarosos para el oficio, m¨¢s a¨²n cuando no se suman al gregarismo de las propuestas comerciales, en su sentido can¨®nico. "Es un trabajo lento, porque somos independientes y no tenemos un impulso econ¨®mico grande detr¨¢s. Pero por suerte, vamos conquistando territorio y llegando a m¨¢s gente", cuenta Sitt¨¦. Pastor a?ade: "Es un g¨¦nero que entra f¨¢cil, que la gente entiende desde el principio, porque todos hemos crecido viendo pel¨ªculas con bandas sonoras repletas de canciones de Otis Redding, Etta James... Por eso no suenan raras las armon¨ªas o las voces. Cada vez surgen m¨¢s bandas y se est¨¢ haciendo un caldo de cultivo de m¨²sica negra en Espa?a que funciona realmente bien".
Su ¨²ltimo disco, Shenoby, tiene 20 canciones y un tema troncal: la libertad de la mujer, por m¨¢s que lo ¨²nico femenino en esta banda multitudinaria sea la voz. "Es algo casual", defiende Pastor, y aclara: "?ramos ocho amigos que estudi¨¢bamos m¨²sica y montamos un grupo. No hay un criterio sexual en nuestra composici¨®n, obviamente. Eso no quita que estemos radicalmente en contra de asuntos como la injustificable brecha salarial y luchemos contra la violencia de g¨¦nero, que est¨¢ por todos lados. Somos humanistas. Un hombre debe estar en contra del machismo, igual que lo est¨¢ del maltrato infantil, aunque no sea ni?o". Y sigue: "En nuestro sector tambi¨¦n hay discriminaci¨®n. Las mujeres parecen que est¨¢n limitadas al papel de cantantes. Por suerte, hay ejemplos de que no tiene por qu¨¦ ser as¨ª: bandas buen¨ªsimas como The Grooves o Juanita Banana, est¨¢n compuestas por mujeres que lo hacen todo. O Susan Santos, una guitarrista de blues que toca con una sensibilidad desarmante, y ah¨ª est¨¢, liderando una banda de hombres".
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