Por qu¨¦ vamos a echar de menos a Dolores O¡¯Riordan
The Cranberries ser¨¢n ya para siempre inviables sin la figura ic¨®nica y cautivadora de O'Riordan
En su provocador y divertido ensayo Placeres culpables, de 2015, ?scar Garc¨ªa Blesa inclu¨ªa Everybody Else is Doing It, So Why Can't We (1993), el debut de The Cranberries, entre esos discos que nos encantan aunque no podamos hacer alarde p¨²blico de ello sin que alg¨²n esteta refinado intente sacarnos los colores. Y hac¨ªa bien en llamar a las cosas por su nombre, sin esos complejos y cainismos a los que somos tan aficionados en el reino (de taifas) de la meloman¨ªa. Los de Limerick (Irlanda profunda, humilde y genuina, ojo) encarnaban muchas virtudes y abarcaban no pocas intersecciones: eran unos pipiolos nada frugales ni indocumentados, compaginaban fiereza y ternura, los hab¨ªa fichado una multinacional pero encajaban bien en un esp¨ªritu que hoy llamar¨ªamos indie. Y se presentaban con una canci¨®n, Linger, nada can¨®nica para reinar en las listas: era un tiempo medio m¨¢s bien l¨¢nguido, prefer¨ªa el desamor a la euforia sentimental, arrancaba con un comienzo en falso y se revest¨ªa con unos preciosos arreglos de cuerda en unos tiempos, esos primeros a?os noventa, en que las guitarras m¨¢s crudas y desabridas del grunge parec¨ªan el ¨²nico recurso est¨¦tico aceptable. Todo habr¨ªa jugado a favor de que The Cranberries ocuparan un puesto en nuestro parnaso de delicatessen. Pero, contra todo pron¨®stico, llegaron al n¨²mero 1 y las pulcras hordas puretas los condenaron a eso que los ingleses llaman Guilty pleasures.
La conmoci¨®n mundial que ha producido la muerte inesperada, prematura y repentina de Dolores O'Riordan acent¨²a la sospecha de que Linger, Dreams, Just my imagination y dem¨¢s grandes ¨¦xitos de estos Ar¨¢ndanos irlandeses figuran en las estanter¨ªas de muchos m¨¢s hogares de quienes confiesan p¨²blicamente atesorar y apreciar esos ¨¢lbumes. The Cranberries ser¨¢n ya para siempre inviables sin la figura ic¨®nica y cautivadora de O'Riordan, coautora de la inmensa mayor¨ªa del repertorio, due?a de una voz caracter¨ªstica entre miles y estupenda, dicho sea de paso, con la guitarra ac¨²stica. A O'Riordan quiz¨¢ se la caricaturiz¨® por sus excesos interpretativos de Zombie, s¨ªmbolo por excelencia su segundo y m¨¢s exitoso trabajo, No need to argue (1995), pero pocos estribillos quedaron en la historia de aquella d¨¦cada con tanto poder evocador como aquel berrido ag¨®nico y desmadrado.
La repercusi¨®n, con el conflicto norirland¨¦s como tel¨®n de fondo argumental, fue abrumadora. Las ganas de cierta parte de la cr¨ªtica por servir su venganza en plato fr¨ªo, tambi¨¦n. Por lo que cuentan, Dolores era una mujer algo desabrida en el trato personal. Y el ¨¦xito ajeno, como ya se ha comentado, lo encaja mal el com¨²n de los mortales. Cuando la estrella de The Cranberries declin¨®, O'Riordan debut¨® en solitario en 2007, ya en un sello independiente, con un disco de t¨ªtulo quiz¨¢ desdichado: Are you listening? Y en la prensa no falt¨® quien rematase un chiste que la propia artista hab¨ªa puesto en bandeja: ¡°?Pues no, claro que no estamos escuchando!¡±.
Era cierto que, entre 1997 y 2002, los cuatro irlandeses publicaron tres elep¨¦s que ni de lejos hac¨ªan sombra a aquellos dos estupendos trabajos iniciales, pero tambi¨¦n es verdad que tanto Everybody else is doing it, so why can¡¯t we como No need to argue merecen hueco en cualquier discograf¨ªa de un aficionado ecl¨¦ctico, sagaz y desprejuiciado. Entre otras cosas, porque O'Riordan logr¨® imprimir un aroma diferente y distinguido a ese pop ac¨²stico en femenino, de ingesta sencilla y elaboraci¨®n cuidadosa, que representaron durante los ochenta bandas como 10,000 Maniacs o Everything But The Girl. Porque el regusto melodram¨¢tico de las interpretaciones y las tem¨¢ticas supon¨ªa un nexo interesante con otra irlandesa ilustre (y tambi¨¦n afectada por el maldito s¨ªndrome bipolar, qu¨¦ cosas), Sin¨¦ad O'Connor, a la que se homenajeaba sutilmente con esos t¨ªtulos manuscritos en las portadas de los ¨¢lbumes. Y porque era evidente que el otro pilar fundamental de la banda, el guitarrista y compositor Noel Hogan, hab¨ªa procesado y puesto al d¨ªa las ense?anzas de Johnny Marr y The Smiths. Cualquiera que escuchase Waltzing back, uno de los temas menos divulgados del primer trabajo, comprender¨ªa f¨¢cilmente que Hogan habr¨ªa escuchado How soon is now a toda pastilla en el local de ensayo.
Aquella banda nunca brill¨® en el nuevo siglo como hab¨ªa hecho durante sus inicios, cierto. Pero no menos verdad es que Roses, su inesperado regreso de 2012, merece una segunda oportunidad evidente, y no solo porque viniese acompa?ado por el sensacional concierto del 12 de marzo de 2010 en el Palacio Vistalegre de Madrid. Roses inclu¨ªa una de las piezas m¨¢s adictivas del grupo, Tomorrow, que hoy resulta muy dif¨ªcil de escuchar sin que su radiante estribillo (¡°Ma?ana podr¨ªa ser demasiado tarde¡¡±) nos escueza. No habr¨¢ ya ma?ana para Dolores O'Riordan, pero es evidente que ma?ana, y muchos d¨ªas despu¨¦s de ma?ana, la seguiremos echando de menos.
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