¡°Tenemos amnesia respecto al sida¡±
El director Robin Campillo estrena ¡®120 pulsaciones por minuto¡¯, cr¨®nica de la lucha contra la enfermedad durante los noventa, que triunf¨® en Cannes y en la taquilla francesa
Robin Campillo (Mohammedia, Marruecos, 1962) hubiera preferido dirigir una pel¨ªcula de ciencia ficci¨®n, hasta que se le torcieron los planes. Durante la preproducci¨®n de ese fantasioso proyecto, el director y guionista empez¨® a tener pesadillas por las noches. En ellas se le aparec¨ªa, como un fantasma del pasado, una vieja idea que ten¨ªa abandonada en alg¨²n rinc¨®n de su cabeza. ¡°Llevaba a?os esquivando esta pel¨ªcula, pero entend¨ª que tal vez hab¨ªa llegado el momento de enfrentarme a ella¡¡±, explica Campillo, una de las grandes revelaciones del m¨¢s reciente cine franc¨¦s con su tercera pel¨ªcula como director, 120 pulsaciones por minuto, que llega este viernes a la cartelera espa?ola.
Si este descendiente de espa?oles emigrados, varias generaciones atr¨¢s, al Magreb colonial se resisti¨® durante tanto tiempo a sacar adelante el proyecto, fue porque le recordaba a una etapa dif¨ªcil de su vida: los primeros noventa, cuando milit¨® en Act Up-Par¨ªs, la asociaci¨®n fundada en 1989 siguiendo el patr¨®n de la organizaci¨®n estadounidense del mismo nombre, que aspiraba a romper con la ley del silencio que segu¨ªa envolviendo a la epidemia del sida. Su misi¨®n consist¨ªa en forzar a las autoridades p¨²blicas y a los laboratorios farmac¨¦uticos a abandonar su notoria indiferencia al respecto, con m¨¦todos no siempre respetuosos o delicados.
¡°Fue un momento muy duro. Viv¨ª lo mismo que uno de los personajes de la pel¨ªcula. A los 18 a?os tuve un novio bisexual, que se acostaba con todo el mundo. Estuve muy enamorado y, durante mucho tiempo, cre¨ª que terminar¨ªa con ¨¦l. Mucho tiempo despu¨¦s, entend¨ª que ¨¦l estaba enfermo, aunque nunca me hablara abiertamente del tema. Cuando muri¨®, me cost¨® mucho encajar y entender lo que hab¨ªa sucedido¡±, relata Campillo, con los ojos humedecidos. ¡°Sent¨ª una ira terrible. La clandestinidad de los enfermos era tan fuerte que ni siquiera ellos pod¨ªan hablar de lo que les suced¨ªa¡±, afirma. Decidi¨® sumarse a Act Up al entender que el lema de la asociaci¨®n (¡°Silencio = muerte¡±) no era solo un eslogan ingenioso pegado a un tri¨¢ngulo rosa, sino tambi¨¦n una despiadada realidad para miles de personas.
Campillo define su pel¨ªcula, con cierta iron¨ªa, como ¡°un filme proustiano sobre el activismo antisida¡±, por el hecho de partir de sus impresiones y recuerdos. ¡°Fueron d¨ªas de una psicosis muy fuerte, de un miedo leg¨ªtimo. Nos estremec¨ªamos al enterarnos de que alguien con quien nos hab¨ªamos acostado estaba en el hospital¡±, rememora. 120 pulsaciones por minuto es una cinta coral protagonizada por un grupo de personajes de perfiles muy distintos, pero unidos por su v¨ªnculo a la enfermedad. ¡°Mucha gente que nunca se habr¨ªa conocido lo hizo a causa de la enfermedad¡±, dice Campillo, que recuerda a ¡°hijos de peluquera y de director general¡± en sus animadas reuniones. En el centro de su relato, el director sit¨²a a la pareja formada por un seropositivo y un seronegativo, Sean y Nathan, a quienes interpretan el argentino Nahuel P¨¦rez Biscayart, estrella pujante del cine galo, y el franc¨¦s Arnaud Valois.
Presente reconocible
Su filme transcurre hace m¨¢s de veinte a?os, pero podr¨ªa tener lugar en la actualidad. Nada en su direcci¨®n art¨ªstica, en el vestuario o en la forma de hablar de sus personajes remite a un pasado remoto, sino a un presente bastante reconocible. ¡°Desconf¨ªo del concepto del filme de ¨¦poca. No quer¨ªa que hubiera una distancia respecto al tiempo que retrato, porque yo no siento que haya una. Me da la sensaci¨®n de que sucedi¨® ayer¡±, dice el director. ¡°He querido hacer una pel¨ªcula sobre el presente. No quer¨ªa que el espectador saliera de la sala con la sensaci¨®n de que ese era otro tiempo que ya hemos superado¡¡±.
Lo dice porque la enfermedad sigue matando, por muchas campa?as de prevenci¨®n que existan. Y porque detecta una preocupante dejadez respecto al preservativo entre las nuevas generaciones. ¡°Hay que repensar la prevenci¨®n y mejorar las campa?as, que siguen siendo bastante flojas. Hoy tenemos la posibilidad de frenar esta enfermedad a nivel mundial, pero no lo lograremos sin pol¨ªticas efectivas y poderosas. Y no es algo que vea en el horizonte¡¡±, lamenta. Para Campillo, una victoria pasar¨ªa por conseguir que haya medicamentos asequibles al alcance de todo el mundo. ¡°Una pel¨ªcula no puede conseguir eso. Pero s¨ª puede poner el tema sobre la mesa. Tenemos que volver a hablar del sida¡±.
Campillo considera que la historia de Act Up tiende a ser olvidada. Tal vez porque proporciona recuerdos inc¨®modos a gran parte de la sociedad, que no siempre estuvo a la altura de las circunstancias. ¡°Tenemos amnesia sobre lo supuso el sida. La gente que hoy se dice tolerante no lo era en absoluto hace solo veinte a?os¡±, denuncia el director, se?alando al inmovilismo de la izquierda. ¡°No existe un reconocimiento sobre la labor que tuvo esta asociaci¨®n. En los ochenta, el homosexual era la v¨ªctima, y eso resultaba conveniente para todo el mundo. Lo que logr¨® Act Up fue que dej¨¢ramos de ser v¨ªctimas para convertirnos en militantes y luchadores¡±.
La pel¨ªcula que hizo llorar a Almod¨®var
Hasta ahora, Robin Campillo era conocido como coguionista de Laurent Cantet, con quien ha escrito cuatro de sus pel¨ªculas, de La clase, ganadora del Festival de Cannes en 2008, a El taller de escritura, que llegar¨¢ a los cines espa?oles en abril. 120 pulsaciones por minuto, su tercer filme como director, fue uno de los fen¨®menos del a?o pasado en Francia, donde logr¨® seducir a m¨¢s de 800.000 espectadores tras su paso triunfal por Cannes, en el que obtuvo el Gran Premio del Jurado. El presidente del jurado, Pedro Almod¨®var, insinu¨® entonces que esta era su pel¨ªcula favorita para obtener la Palma de Oro, que se terminar¨ªa llevando la sueca The Square. Incluso rompi¨® a llorar al comentar lo que hab¨ªa sentido al verla. "Me emocion¨¦ desde el principio y hasta el final", explic¨® Almod¨®var. "Pero este es un jurado muy democr¨¢tico, del que yo soy una novena parte. Esto es lo ¨²nico que puedo decir¡".
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