Johnny Cash, entre rejas
Hace 50 a?os, el Hombre de Negro empez¨® a grabar sus famosos discos carcelarios
Enero de 1968: Johnny Cash y su gente traspasan los portones de Folsom, c¨¢rcel californiana de m¨¢xima seguridad. El cantante lleva a?os actuando gratuitamente en penitenciar¨ªas pero hoy pretende grabar un disco. Toda una novedad: algunos folcloristas han explorado esas instituciones buscando la m¨²sica de los prisioneros; ahora es un artista de fueraqui¨¦n quiere presumir de cantar ante aquellos hombres duros.
Ning¨²n problema por esa parte: los presos cre¨ªan que Cash era uno de los suyos (en realidad, apenas ten¨ªa antecedentes penales). S¨ª, compuso la formidable ¡°Folsom Prison Blues¡± pero inspirada por una pel¨ªcula, no por experiencias directas. Las reticencias ven¨ªan de su discogr¨¢fica, que cre¨ªa mala idea identificar a Johnny con ese universo de dolor.
Por entonces, todav¨ªa se asum¨ªa que las prisiones deb¨ªan contribuir a la rehabilitaci¨®n de los penados. Hasta Ronald Reagan, reci¨¦n elegido gobernador de California, visit¨® a Johnny Cash y su banda, que ensayaban en un motel, para desearles buena suerte. Hoy ser¨ªa improbable que un pol¨ªtico se acercara ben¨¦volamente a asunto tan vidrioso.
El disco resultante, At Folsom Prison, reforzar¨ªa extraordinariamente la imagen de Cash: el vocalista al que respetaban asesinos y atracadores. Se usaron trucos para destacar la empat¨ªa entre artista y oyentes: el productor Bob Johnston subi¨® el alboroto ambiental cuando Cash enton¨® lo de ¡°dispar¨¦ a un hombre en Reno/ simplemente para verle morir¡±. El disco fue construido cuidadosamente: la voz de Johnny falla en una de las historias m¨¢s brutales, ¡°Cocaine Blues¡±, y eso afecta a los temas siguientes; Cash pide insistentemente un vaso de agua. Se dej¨® as¨ª, aunque contaban con tomas alternativas: aquel d¨ªa dieron dos conciertos y ambos quedaron grabados (salieron en la Legacy Edition de 2008). El repertorio incluy¨® rockabilly, g¨®spel y hasta recitados. Muy h¨¢bilmente, Cash y Johnston dieron prioridad a las canciones m¨¢s sombr¨ªas.
Funcion¨®, en todos los sentidos. Trece meses despu¨¦s, repetir¨ªan la jugada en otro recinto a¨²n m¨¢s intimidante. At San Quentin suena mejor y muestra a un Johnny relajado, soltando palabrotas que son tapadas con pitidos. Le sali¨® un disco m¨¢s amable, que gener¨® un gran ¨¦xito, en la forma del humor¨ªstico ¡°A Boy Named Sue¡±, donde el protagonista busca a su padre, dispuesto a vengarse por ser bautizado con un nombre femenino.
En vida de Johnny, saldr¨ªa un tercer ¨¢lbum carcelario, P? ?ster?ker, registrado en una prisi¨®n en las afueras de Estocolmo. Aparte de permitirnos escuchar a Cash hablando en sueco, incluye un par de buenas interpretaciones del repertorio de Kris Kristofferson. No es que le faltaran canciones carcelarias: incluso estren¨® una divertida creaci¨®n propia, ¡°City Jail¡±, donde encarna a un bocazas, detenido y vapuleado por intentar ligar con una camarera.
Iba a decir que hubo una moda de discos hechos entre rejas pero no, fueron unos pocos, a cargo de gente brava tipo B. B. King, Big Mama Thornton, Marvin Santiago o Eddie Palmieri. En la actualidad, esos gestos ser¨ªan imposibles: la balanza entre correcci¨®n y venganza parece inclinarse por la segunda opci¨®n.
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