Ed van der Elsken: con la c¨¢mara en la cabeza
Una retrospectiva muestra el mundo del fot¨®grafo a trav¨¦s de los retratos que realiz¨®
La fiereza, la astucia y las ganas de vivir de la fotograf¨ªa de Ed van der Elsken marcan la muestra que se abrir¨¢ este jueves en la Fundaci¨®n Mapfre de Madrid. Estas caracter¨ªsticas son las que el protagonista de la exposici¨®n aplic¨® a los b¨²falos cuando en 1956 viaj¨® al interior de ?frica Central. Cual animal, o cual antrop¨®logo, Van der Elsken (?msterdam, 1925 ¨C Edam, 1990) busca la aut¨¦ntica ?frica. Ese es su objetivo: retratar los ecosistemas que recorre y, sobre todo, encontrar lo que ¨¦l llama su gente. ¡°Mi gente¡±. Su tribu, ya sea en Par¨ªs, ?msterdam, Tokio u Oaxaca.
Este artista, figura fundamental en la fotograf¨ªa del siglo XX de los Pa¨ªses Bajos y no tan conocido fuera, trabaj¨® desde los cincuenta y durante cuatro d¨¦cadas en todos los ¨¢mbitos de la imagen: hizo fotolibros, pel¨ªculas y documentales, que junto con las instant¨¢neas y las hojas de contacto se entremezclan en la exposici¨®n que se podr¨¢ ver hasta el 20 de mayo. Se complementan y fluyen sin dificultad. Ten¨ªa af¨¢n por experimentar, pero su verdadero inter¨¦s era la gente a la que retratar, aunque para trabajar prefer¨ªa estar solo. Una de sus ideas revela su personalidad, para ¨¦l profesi¨®n y vida son lo mismo: ¡°Siempre he estado ideando equipo para atrapar la vida tan completamente como sea posible. Mi ideal hubiera sido tener una peque?a c¨¢mara implantada en la cabeza con un objetivo saliendo y grabar art¨ªsticamente 24 horas al d¨ªa¡±.
La m¨²sica en im¨¢genes
Un amigo de Ed van der Elsken le llev¨® a un concierto de jazz, estilo musical que se estaba poniendo de moda en el ?mstedam de la d¨¦cada de los cincuenta. El fot¨®grafo se hizo asiduo, se enamor¨® de estas melod¨ªa y cre¨® uno de sus libros titulado Jazz con las instant¨¢neas tomadas entre 1955 y 1959. Su pretensi¨®n era transformar la m¨²sica en im¨¢genes y lo logra con las fotograf¨ªas de algunos de los jazzistas m¨¢s famosos: Duke Ellington, Chet Baker, Lionel Hampton o Ella Fitzgerald, entre otros, en las que sus gestos suenan. Su intenci¨®n era que las im¨¢genes horizontales aludieran a las notas sostenidas de la trompeta o el saxof¨®n y las verticales recordaran a las teclas de un piano.
Este animal fotogr¨¢fico retrat¨® su ciudad natal. En 1950, como los artistas de su tiempo march¨® a Par¨ªs donde captur¨® el alma de la ciudad: la vida en las calles, los caf¨¦s, los trabajadores, las manifestaciones¡ Van der Elsken rompe la distancia con el capturado, ¨¦l mismo se autodenomina cazador, la reduce al m¨ªnimo. Da la impresi¨®n de que fotograf¨ªa a sus personajes sin que se percaten, otras veces, sin embargo, miran casi inquieren, al espectador. En esa capital de posguerra conoci¨® a la bailarina Vali Myers, su musa, y su foco cambi¨® de direcci¨®n hacia los bohemios de Sain-Germain-des-Pr¨¦s. Ese fue el germen de su primer libro Una historia de amor en Saint-Germain-des-Pr¨¦s (1956).
Retrataba los ¨¢mbitos, las ceremonias, ya fueran los rituales de ablaci¨®n del cl¨ªtoris en Ubangui-Chari, los luchadores de sumo o el metro en Tokio o una manifestaci¨®n del 1 de mayo en Par¨ªs. Creaba un relato, usaba fotograf¨ªas que pod¨ªan parecer de car¨¢cter documental , pero las compon¨ªa de tal manera que le daba un tono ideal. Eso ocurri¨® cuando en la d¨¦cada de los setenta presenta los recuerdos de aquellos a?os cincuenta en Par¨ªs vividos con Myers en la pel¨ªcula Death in the Port Jackson Hotel. La bailarina, que entonces viv¨ªa en el sur de Italia, en 1979 le envi¨® una carta que se puede leer en la exposici¨®n: ¡°Escribir sobre el Par¨ªs que conocimos es duro y duele. (¡) Era dif¨ªcil, un mundo sin ilusiones, sin sue?os. Viv¨ªamos en las calles y en los caf¨¦s del barrio, como una panda de perros callejeros (¡) Lo que ten¨ªamos lo compart¨ªamos, hasta un migoo [una colilla]¡±. Efectivamente, ella no recuerda un Par¨ªs ideal. Es como una de las instant¨¢neas en las que Myers se refleja en un espejo que por una parte est¨¢ picado y corrompe la imagen y por otra muestra todo su atractivo.
Las proyecciones y las im¨¢genes en movimiento (diapositivas) juegan un papel importante en el recorrido de la exposici¨®n que es un paseo por el recorrido vital de Van der Elsken. Impactante es el manifiesto final del fot¨®grafo, ¨¦l mismo despide al visitante con un fragmento de su ¨²ltima pel¨ªcula Bye, en la que tambi¨¦n se despide de la vida, es el protagonista y el c¨¢mara. En 1988 le diagnostican un c¨¢ncer terminal, documenta cada paso de la enfermedad, expresa su tristeza, sus temores y sus pensamientos. Al final de la muestra se le ve diciendo que se siente muy bien y que querr¨ªa rodar otra pel¨ªcula, quiz¨¢ ya tendr¨ªa que ser desde la otra vida: ¡°La titular¨ªa: P.D: desde el m¨¢s all¨¢¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.