Un cuento cruel
Vicky Pe?a vuelve a la escena catalana con un rol a su medida en 'La visita de la vella dama'
La visita de la vieja dama (1955), de Friedrich D¨¹rrenmatt, es un cuento cruel, una tragedia grotesca y ultrapesimista sobre la capacidad del ser humano de hacer cualquier cosa por dinero y justificarla. Ah¨ª va la cosa: Clara Zachanassian, la mujer m¨¢s rica del mundo, vuelve a G¨¹llen, su pueblo natal, y ofrece 1.000 millones al municipio si muere Alfred, su antiguo amante, que la abandon¨®, neg¨¢ndose a reconocer a su hijo, cuando ella era adolescente. La obra se estren¨® en el Espa?ol en 1959, dirigida por Tamayo y protagonizada por Irene L¨®pez Heredia y Luis Prendes. En 1962 se estren¨® en catal¨¢n en el Palau de la M¨²sica a cargo de la Agrupaci¨® Dram¨¤tica de Barcelona (ADB), con Assumpci¨® Fors y Miquel Gimeno, a las ¨®rdenes de Frederic Roda. Solo se autorizaron tres representaciones. Yo la descubr¨ª y me impresion¨®, casi como una historia de Ib¨¢?ez Serrador, en el espacio Noche de teatro, en 1974: era el primer trabajo televisivo de Jos¨¦ Luis Alonso, y la protagonizaban Irene Guti¨¦rrez Caba y Antonio Ferrandis. Una imagen en el recuerdo: la mano postiza en el suelo del vag¨®n, sacudi¨¦ndose, como si tuviera vida propia, al ritmo del tren. Y la ferocidad elegante y felina de la actriz.
La funci¨®n tard¨® casi 30 a?os en volver a la escena, en versi¨®n de Juan Mayorga y direcci¨®n de Juan Carlos P¨¦rez de la Fuente, con Mar¨ªa Jes¨²s Vald¨¦s y Juan Jos¨¦ Otegui encabezando un reparto de m¨¢s de 50 int¨¦rpretes, que en 2000 se vio en el Mar¨ªa Guerrero y el T¨ªvoli: tiempos aquellos en los que un montaje de tales dimensiones pod¨ªa no solo plantearse sino tambi¨¦n hacer gira.
Est¨¢n agotadas las entradas para ver en el Lliure este proyecto valiente, original, con fuerza, para actores, m¨²sicos y marionetas
Tras su presentaci¨®n en Temporada Alta, La visita de la vella dama ha recalado en el Lliure de Gr¨¤cia, donde ha agotado las entradas para todas las funciones. Es una versi¨®n ¡°de c¨¢mara¡±, un proyecto valiente, original, con fuerza, para actores, m¨²sicos y marionetas, que recupera (y homenajea) la traducci¨®n de Aurora D¨ªaz-Plaja y Frederic Ulsamer, la misma del montaje catal¨¢n de 1962.
Vicky Pe?a es Clara Zachanassian y Xavier Capdet es Alfred. Curioso reen?cuentro: Pe?a y Capdet casi comenzaron juntos, en el barcelon¨¦s Sal¨®n Diana de finales de los setenta. Los Farr¨¦s Brothers, Jordi y Pep, junto con Ireneu Tranis, dan voz y movimiento a 13 marionetas de altura humana con m¨¢scaras inquietantes, que recuerdan un poco los rostros de La aver¨ªa (curiosamente, otra historia cruel de D¨¹rrenmatt) que Blanca Portillo mont¨® har¨¢ siete a?os en el Matadero. Me quito de encima las dos posibles pegas del montaje de Jordi Palet ¡ªa ratos, un cierto deje vocal de narraci¨®n infantil en los lugare?os, que suenan demasiado igualados, y alg¨²n baj¨®n de ritmo, que se solventar¨¢ a medida que avancen las funciones¡ª para pasar a aplaudir sus muchos aciertos, empezando por la confecci¨®n de las marionetas (doble ol¨¦ para Eudald Ferrer y Alfred Casas) y su gama de expresiones, y siguiendo por la imaginativa escenograf¨ªa de Xavier Erra, que resuelve las m¨²ltiples localizaciones y convierte el pueblo en un laberinto de callejas de madera.
Los m¨²sicos y tambi¨¦n actores son Adri¨¤ Bonjoch (guitarra) y Pep Coca (contrabajo): le dan un aire eslavo y melanc¨®lico a la pieza, como si el pasado de Clara fuera un viento antiguo que va extendi¨¦ndose por el lugar. Pens¨¦ varias veces que el espect¨¢culo estaba muy cerca de un musical y dese¨¦ que ¡°aprovecharan¡± (?al menos un par de canciones!) las dotes incontestables de su protagonista. El musical, por cierto, se hizo (The Visit) con las firmas de lujo de Kander, Ebb y Terrence McNally, y en 2015 lleg¨® a Broadway y fue muy celebrado por la cr¨ªtica. Una Vicky Pe?a pelirroja, atractiva y feroz, con el aire y la maldad qu¨ªmicamente pura de Susan Sarandon en Ray Donovan, borda el personaje. Y menudo personaje: la Zachanassian, con mano y pierna ortop¨¦dicas, seis maridos, una pareja de g¨¢nsteres a su servicio, dos ciegos castrados como esclavos, un mayordomo que fue juez y una pantera negra a sus pies, es una supermarioneta a lo Gordon Craig, que en manos de la actriz destila la furia y el rencor de Maureen (La reina de belleza de Leenane) y el sarcasmo letal de la se?ora Lovett en Sweeney Todd, dos de sus grandes creaciones. Xavier Capdet (Alfred, el viejo culpable) exhala la humanidad fatigada, cercada por la amenaza creciente de sus vecinos, que le imprimi¨® Ferrandis en el montaje televisivo de Alonso.
No toda la obra camina por los senderos del, nunca mejor dicho, grand guignol extremo. A diferencia de otras piezas inmisericordes de D¨¹rrenmatt (Frank V, Play Strindberg), hay una matizad¨ªsima mezcla de horror y ternura en la escena de la despedida en el bosque, y una formidable idea de interpretaci¨®n y puesta en el tango que cierra la historia, culminado por la mirada devastada y devastadora que nos lanza la Vieja Dama: 10 segundos con la potencia de un gran mon¨®logo, una imagen que quedar¨¢ en mi memoria como aquel temblor casi ar¨¢cnido de la mano de porcelana.
¡®La visita de la vella dama¡¯, de Friedrich D¨¹rrenmatt. Dramaturgia y direcci¨®n: Jordi Palet Puig. Int¨¦rpretes: Xavier Capdet, Jordi Farr¨¦s, Pep Farr¨¦s, Vicky Pe?a e Irene Tranis. Teatre Lliure. Barcelona. Hasta el 4 de febrero.
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