¡®Desaparecidos¡¯ para tiempos de Diana Quer
La 1 recupera el esp¨ªritu de Lobat¨®n con un programa de b¨²squeda adaptado a las redes pero con aroma de 'revival'
Hubo un tiempo en el que si no te ayudaba Paco Lobat¨®n estabas perdido, nunca mejor dicho. Si tu familiar desaparecido no saltaba a Qui¨¦n sabe d¨®nde, su rostro y su vida pasaban a la lista de nombres de gente de la que jam¨¢s se volvi¨® a saber nada. Y, salvo un giro atroz del destino, ciao, el olvido. Quiz¨¢s un cartel con su foto en una estaci¨®n, alguna misa de recuerdo en el pueblo, una concentraci¨®n de solidaridad en el Ayuntamiento... Al final, ah¨ª solo quedaba una familia destrozada, una b¨²squeda hasta en sue?os, una incertidumbre eterna y un deseo cada ma?ana: vuelve.
El tiempo de hoy es otro, pero las familias arruinadas son las mismas, la gente desaparece tanto como antes y, al igual que entonces fueron las ni?as de Alc¨¤sser, hoy es Diana Quer o sigue siendo Marta del Castillo. La diferencia es que esos mismos familiares tienen el apoyo de las redes sociales- un impresionante motor de b¨²squeda- y de los infinitos espacios de crimen y sucesos que llenan las pantallas de mano y sobremesa. Pero aun as¨ª, como anoche mismo confesaba la abuela de una desaparecida, hay desaparecidos de primera, segunda y de tercera.
Desaparecidos, el programa de drama y b¨²squeda estrenado anoche en La 1 de TVE, se apoya precisamente ah¨ª, en esos esfumados de segunda y tercera, de los que la inmensa mayor¨ªa de la gente no ha o¨ªdo ni hablar, y en la colaboraci¨®n ciudadana a trav¨¦s de las omnipresentes redes sociales, donde, como dec¨ªa un examigo del exKGB , la gente cuenta en un rato lo que a ellos les costaba sacarles una semana de torturas.
Conducido por Silvia Intxaurrondo (una mezcla inigualable de solvencia, distancia y empat¨ªa), Desaparecidos tiene el formato cl¨¢sico de este tipo de programas de b¨²squeda, donde la presentaci¨®n del drama de la familia de la v¨ªctima (?o la v¨ªctima es realmente la familia?) y de las circunstancias del personaje esfumado buscan la complicidad y (anoche no ocurri¨®: ni pareci¨® buscarse) la l¨¢grima emp¨¢tica del espectador.
Siempre con Francisco Lobat¨®n (y su voz sofr¨®nica) como el sumo pont¨ªfice del ramo, Desaparecidos se desenvuelve en directo, con todos sus riesgos (alguna llamada de colaboraci¨®n patin¨® en antena: la de Castelldefels), pero tambi¨¦n con ese regusto que da el crujido de los discos de vinilo, de revival.
Para los aficionados al g¨¦nero de los sucesos y las historias sin final (o sin final feliz, como la inmensa mayor¨ªa de este negocio), Desaparecidos tiene su punto, con sus dosis de investigaci¨®n, reportaje y entrevista, con el drama medido, sin dramatismo a?adido con postproducciones de suspense o m¨²sicas para subrayar el morbo. No es ese el estilo.
El estilo es que un nombre y una cara como el de Carolina del Valle, desaparecida desde marzo de 2015, no se olviden. Al menos durante unos d¨ªas, unas semanas de esperanza para las familias. Y recordar que miles, demasiados miles de personas desaparecen cada a?o y si te he visto no me acuerdo. "Para los familiares de los desaparecidos, el tiempo no pasa, pesa", resum¨ªa Lobat¨®n el caos de las familias afectadas.
Queda saber c¨®mo gestionar¨¢ Desaparecidos sus propios casos de ¨¦xito, cuando localice (que ocurrir¨¢) a ese personaje que un d¨ªa dio la espantada (voluntaria o no) y a quien su pariente posiblemente no pensaba ya volver a ver. Ah¨ª Lobat¨®n era un maestro del silencio y la solidaridad, y, seg¨²n ¨¦l, nunca derram¨® una l¨¢grima ante los espectadores cuando Qui¨¦n sabe d¨®nde era la ¨²ltima esperanza y sus audiencias eran de primera. Y queda por saber si el g¨¦nero sobrevivir¨¢ o crecer¨¢ 20 a?os despu¨¦s.
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