Caras ocultas del arte
La exposici¨®n 'Mil bestias que rugen' da voz en el CAAC de Sevilla a algunos de los silencios, malentendidos y posibilidades no desarrolladas de la escritura del pasado
Max Horkheimer y Theodor W. Adorno esbozaban en 1947 el concepto de industria cultural. Setenta a?os despu¨¦s, esta muestra desarrolla algunas de sus consecuencias. Parte de las colecciones de arte aut¨®ctono. Impresiona la frialdad con que las abord¨® Occidente. Catalogaron las obras con tipolog¨ªas exactas pero indiferentes al papel que tuvieron en el deseo, el miedo y la esperanza de las sociedades primitivas. A los objetos acumulados por Pitt Rivers, en Oxford, Lothar Baumgarten los llama irresueltos porque la colecci¨®n los ha privado de identidad. Llegan a clasificarlos (como testifica Mathieu K. Abonnenc) con los mismos m¨¦todos que aplican a los insectos. Impresiona tal indiferencia ¡ªque en los espa?oles en Per¨² raya (se?ala Sandra Gamarra) en el desprecio¡ª, pero tambi¨¦n inquieta el proceder de las vanguardias: ?intentaron entender esas obras o s¨®lo las acomodaron a su ¨®ptica sin rastrear cu¨¢l era su sentido?
A esta cara oculta de las colecciones a?ade la muestra el trasfondo tambi¨¦n oculto de la exposici¨®n. Las fotos de Ren¨¦ Burri de la muestra de Picasso en Mil¨¢n, en 1953, y las que toma Hans Haacke en la Documenta 2, 1959, se?alan la deriva desde la admiraci¨®n por el artista, signo de la resistencia, al despliegue en Europa de la abstracci¨®n neoyorquina, arte liberal frente al totalitarismo sovi¨¦tico. Seis a?os antes esos cuadros recalaron en Espa?a, otro pa¨ªs totalitario, y en 1960 se invitar¨ªa a los informalistas espa?oles a exponer en Nueva York, como recuerda el Museum of American Art. Al modernismo como estrategia cultural de guerra fr¨ªa respondieron los sovi¨¦ticos con muestras de fotos tardorrom¨¢nticas, hoy rescatadas por Vladislav Shapovalov.
Hay un tercer dispositivo: la fotograf¨ªa de obras de arte y el libro que las edita. Aqu¨ª adquiere mejor sentido el trabajo de Tacita Dean sobre el Bloque Beuys en Darmstadt: al no poder (por los derechos de autor) fotografiar las obras, Dean recoge las huellas que dejaron las piezas en las paredes del museo. Mel Bochner alterna fotocopias de dibujos con las de croquis, planos y esquemas, e invita al espectador a identificarlas como arte. Cristina Garrido fotograf¨ªa la tediosa repetici¨®n de instalaciones en stands de ferias, bienales y otros eventos del arte global, mientras Oriol Vilanova cubre un muro con 1.152 postales, souvenirs de antiguos museos. Finalmente, Falke Pisano superpone cinco discursos: el de las obras de Chillida, el de las fotos de esas obras por David Finn, el de la edici¨®n (a la vez art¨ªstica y comercial) de esas fotos por el propio Finn, el de los textos del libro debidos a Dena Merriam Finn y el del v¨ªdeo hecho por Falke Pisano. Falta a¨²n el discurso del espectador, que actuar¨¢ sabiamente, si, recordando a Jasper Johns, procede con la sagacidad del esp¨ªa y no con el ingenuo entusiasmo del vigilante.
¡®Mil bestias que rugen. Dispositivos de exposici¨®n para una modernidad cr¨ªtica¡¯. Centro Andaluz de Arte Contempor¨¢neo. Sevilla. Hasta el 4 de marzo.
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