¡°Los 80 fueron la ¨¦poca sagrada de la bohemia, la m¨²sica, el sexo y las drogas¡±
El escritor Jay McInerney, autor de 'Luces de ne¨®n', reflexiona sobre la influencia de su obra y la evoluci¨®n de Nueva York
Todo empez¨® en el Greenwich Village una tarde de verano de 1979. Raymond Carver, entonces en la c¨²spide de su fama, hab¨ªa acudido a Nueva York para efectuar una lectura de sus cuentos en la Universidad de Columbia. Su editor, el temible Gordon Lish, y un colega de ¨¦ste, Gary Fisketjon, almorzaron con ¨¦l, tras lo cual tuvieron que volver al trabajo, cuesti¨®n que les planteaba el problema de encontrar a alguien que se ocupara del escritor hasta que llegara la hora de su charla. Inmediatamente Fiskejton se acord¨® de un novelista en ciernes que estaba obsesionado por la escritura de Carver. Se llamaba Jay McInerney y ten¨ªa 24 a?os. Cuatro d¨¦cadas despu¨¦s, el escritor evoca aquel momento sentado en uno de los salones del lujoso penthouse donde vive con su cuarta esposa, Anne Hearst, nieta del magnate de la prensa, Randolph Hearst. ¡°Cuando Gary me dijo lo que quer¨ªa de m¨ª pens¨¦ que hab¨ªa o¨ªdo mal. ?Pasar unas horas a solas con mi ¨ªdolo? Fue un d¨ªa inolvidable. Cuando Carver volvi¨® a Siracusa me escribi¨® una carta invit¨¢ndome a estudiar en el programa de escritura creativa que dirig¨ªa all¨ª¡±.
Dos a?os antes Jay McInerney (Hartford, Connecticut, 1955), autor de quien la editorial Libros del Asteroide acaba de recuperar Al caer la luz y tiene previsto publicar en mayo La buena vida, se hab¨ªa graduado del exclusivo Williams College, tras lo cual dio clases de ingl¨¦s en Jap¨®n y a su regreso trabaj¨® escribiendo rese?as para el Village Voice y como fact-checker del New Yorker. ?C¨®mo pas¨® de ah¨ª a escribir Luces de ne¨®n, una de las novelas m¨¢s influyentes de su generaci¨®n?
¡°El libro es una cr¨®nica de la vida nocturna en Nueva York a principios de la d¨¦cada de los 80, cuyo epicentro eran clubes legendarios como CBGB?s o Mudd, lugares frecuentados por personajes como Andy Warhol, David Byrne, Keith Haring o Jean-Michel Basquiat, muchos de los cuales no eran todav¨ªa conocidos. Recuerdo a Keith Haring pintando con botes de spray en plena calle. Un d¨ªa, Jean-Michel Basquiat intent¨® venderme un cuadro por 200 d¨®lares (que yo no ten¨ªa) porque necesitaba una dosis de hero¨ªna. Hoy est¨¢ valorado en m¨¢s de 10 millones. Era la ¨¦poca sagrada de la bohemia y sus rituales, el arte, la m¨²sica, las drogas y el sexo¡±.
McInerney evoca a algunos de sus acompa?antes en su viaje al fin de la noche: ¡°Mi libro sali¨® en el 84, dos a?os despu¨¦s Brett [Easton Ellis] public¨® Menos que cero. Esclavos de Nueva York, de Tama Janowitz, es de 1987, a?o que marc¨® de manera un tanto brusca el final.¡± Los cr¨ªticos acu?aron el t¨¦rmino brat pack (algo as¨ª como ¡°el club de los ni?os mimados¡±) para referirse a una generaci¨®n de j¨®venes privilegiados que reventaron las bases sobre las que se asentaba el establishment literario. ¡°Me hice muy amigo de Bret antes de que publicara nada. Me gustan mucho sus libros pero en realidad somos escritores muy distintos¡±.
Cuestiones estil¨ªsticas aparte, resulta asombroso que la visi¨®n que ten¨ªan de la vida, caracterizada por una velocidad y un narcisismo autodestructivo que desconoc¨ªan l¨ªmites, fuera sancionada por un ¨¦xito desorbitado. La historia de la gestaci¨®n de Luces de ne¨®n es inaudita: ¡°Cuando George Plimpton me llam¨® para decirme que le gustar¨ªa publicar algo m¨ªo en Paris Review me di cuenta de que no ten¨ªa nada digno de su revista. De repente, de manera completamente fortuita, me tropec¨¦ con una cuartilla en la que hab¨ªa escrito a mano unos cuantos renglones despu¨¦s de pasarme toda la noche dando tumbos por Manhattan. Estaba escrito en segunda persona. De ah¨ª sali¨® un cuento titulado Son las seis de la ma?ana, ?tienes idea de d¨®nde est¨¢s? que Plimpton public¨® enseguida, pero hab¨ªa mucho m¨¢s: Toda Luces de ne¨®n estaba en germen ah¨ª. Escrib¨ª la novela de un tir¨®n, en seis semanas.¡± Cuando se public¨®, Jay McInerney se hizo famoso de la noche a la ma?ana: ¡°Vend¨ª millones de ejemplares, gan¨¦ toneladas de dinero y el t¨ªtulo se convirti¨® en el lema de una generaci¨®n,¡± afirma con sonrisa enigm¨¢tica.
Despu¨¦s vendr¨ªan una decena de t¨ªtulos, entre novelas y cuentos, con Manhattan siempre como trasfondo. McInerney se siente particularmente orgulloso de una trilog¨ªa escrita a lo largo de tres d¨¦cadas integrada por Al caer la luz (1992), La buena vida (2005) y Bright, Precious Days (2015), novelas que se articulan en torno a episodios traum¨¢ticos de la historia de Nueva York como el crac econ¨®mico que puso fin a los desinhibidos a?os 80, los atentados de 2001 y la crisis financiera que se desencaden¨® en 2008.
¡°La trilog¨ªa ofrece un retrato de la ciudad tal y como la vive una pareja que se instala en NY cuando son j¨®venes y viven aqu¨ª durante 30 a?os. Es la cr¨®nica de un matrimonio pero tambi¨¦n el testimonio de las conmociones sociales y econ¨®micas que estallan en torno a ellos. Sin la menor duda, se trata del logro mayor literario de toda mi carrera¡±.
A la pregunta de qu¨¦ lugar cree que ocupa dentro de la tradici¨®n literaria de su pa¨ªs, Jay McInerney responde: ¡°Nunca se me ha olvidado una cosa que me dijo una vez Norman Mailer: ¡®La edad de oro de la literatura americana son Faulkner, Hemingway y Fitzgerald. Yo soy el rey de la edad de plata y quiz¨¢s t¨² el de la edad de bronce¡¯ (risas). Para m¨ª no hay nada m¨¢s importante que los beat. Rompieron todos los tab¨²s, empezando por el sexo y las drogas. Sin Kerouac, Gingsberg y Burroughs yo no existir¨ªa.¡±
Salto al presente. ?Qu¨¦ queda de la ciudad descrita en Luces de ne¨®n y de su autor?
¡°El Nueva York de entonces era m¨¢s peligroso, pero tambi¨¦n infinitamente m¨¢s diverso y fascinante. Hoy, Manhattan es un lugar s¨®lo apto para ricos, lo cual resulta interesante de otra manera. Las decisiones que toman aqu¨ª los grandes banqueros y magnates tienen repercusi¨®n a escala global. Es importante que alguien escriba acerca de ellos. En cuanto a mi primera novela, jam¨¢s lograr¨¦ escaparme de ella. Cuando me muera, la primera l¨ªnea de mi obituario dir¨¢ que fui el autor de Luces de ne¨®n.¡±
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