Jer¨®nimo Elespe: ¡°Lo importante es el arte, no el artista¡±
El pintor expone 21 obras en la galer¨ªa madrile?a Maisterravalbuena, est¨¢ presente en Arco en una sala neoyorquina y una de sus pinturas forma parte de una muestra en el Museo Reina Sof¨ªa
Entrar en la exposici¨®n de Jer¨®nimo Elespe es introducirse en su universo, tanto en la forma como en el fondo. El compartimentado espacio que han construido en la galer¨ªa madrile?a Maisterravalbuena y que la ha dividido en siete peque?as salas no es m¨¢s que la reproducci¨®n de la casa-estudio del artista. Al recorrer el pasillo y los peque?os habit¨¢culos ¡ª"celdas", las llama Elespe¡ª, el visitante se mete de lleno en la obra de este pintor, atra¨ªdo por ese im¨¢n que son sus pinturas y que invitan a leerlas a nivel perpendicular, no en plano, si no hacia dentro y descubrir (aunque solo se pueden imaginar) las capas que el pintor ha ido tapando y sobre las que ha seguido creando.
Elespe (Madrid, 1975) decide lo que cubre y deja a la vista el tiempo de trabajo, a?os incluso, que le dedica a cada pieza. Eso crea un misterio, una tensi¨®n, una condensaci¨®n de informaci¨®n que est¨¢ seguro de que se percibe, aunque la realidad se quede para ¨¦l. Y as¨ª es. Cada obra es una peque?a puerta ¡ªmin¨²scula a veces, de tres o cuatro cent¨ªmetros¡ª a ese universo interior del artista, a un caldo de cultivo para el que no se sabe si es mejor usar un telescopio o un microscopio. Esa concentraci¨®n se materializa en su estudio del centro de Madrid, casi una copia de los que ha tenido en Manhattan, Brooklyn o Malasa?a, lo genera su obra, su forma de crear. En la entrevista que mantuvo con este peri¨®dico dej¨® varias veces claro que lo que importa fundamentalmente es el arte y que todo en su vida gira en torno a la creaci¨®n: su hogar, sus lecturas (es un ¨¢vido lector y en cualquier momento de la conversaci¨®n hace referencias tanto a Pynchon o Nabokov como a la ¨²ltima columna que haya le¨ªdo de Javier Mar¨ªas o de Alberto Olmos), lo que escribe ¡ªque por ahora no ha pensado en publicar¡ª. Su estudio es el epicentro de su casa y la palabra "celda" en el sentido monacal tiene sentido cuando se conoce: peque?o y austero pero c¨¢lido ¡ªpredomina la madera¡ª ordenado y limpio ¡ªdice ser as¨ª cuando trabaja¡ª.
Sentado en una silla antigua y creando sobre el bur¨® que hab¨ªa en casa de una t¨ªa suya uno puede aventurar una imagen similar a la de un miniaturista o a la de amanuense y ¨¦l no cree estar lejos de esa idea, no tanto por el virtuosismo si no por la concentraci¨®n, condensaci¨®n y esa situaci¨®n ¨ªntima. Por esa actitud como de escribir y reescribir. Cuando acaba de montar sus exposiciones empieza a darles un sentido a encontrar los recorridos, en ese momento est¨¢ ahora con la muestra de 21 obras en Maisterravalbuena que se puede visitar hasta el 7 de abril y a la que ha preferido no dar t¨ªtulo porque no ha encontrado ninguno que le resultara honesto. En su taller, a dos semanas de que se inaugurara Arco, ten¨ªa preparadas las piezas que iban a la feria con Van Doren Waxter, su galer¨ªa neoyorquina con la que est¨¢ preparando otra muestra para septiembre. Habla de piezas, porque eso le da un sentido de objeto, de materia, tanto sus cuadros sobre su habitual soporte: el aluminio, como el papel japon¨¦s. Ha vuelto al grabado, lo trabaj¨® durante sus estudios de Bellas Artes en Estados Unidos de donde regres¨® hace 10 a?os, lo ha retomado y se?ala que le hace forzar el m¨²sculo y salir de su zona de confort. Lo primero por el proceso creativo, por el c¨®mo saldr¨¢, por tener que pensar a la inversa y lo segundo porque le hace salir de la soledad del estudio, necesita ir a un taller de grabado, trabajar con otras personas y eso no es lo que m¨¢s le caracteriza, aunque no se niega a ello. Su obra est¨¢ plagada de influencias, obviamente la pintura, la literatura, pero tambi¨¦n el cine y la m¨²sica experimental, ¨¢mbitos con los que tiene relaci¨®n, su esposa y algunos amigos se dedican a ello. No sabe cu¨¢ndo pero intuye que dar¨¢ el salto y har¨¢ trabajos colaborativos, pero siempre con el estudio como referencia, como lugar al que volver.
Hay influencias que vienen de fuera y que forman parte de su obra, pero tambi¨¦n de fuera llegan interferencias. Ahora ya no le cuesta cerrar -metaf¨®ricamente- la puerta del estudio, cuando era m¨¢s joven le costaba m¨¢s desconectar. Repite que lo importante es el arte, "ni siquiera el artista". De los agentes que distorsionan el mundo en el que se mueve dice que "adquieren un protagonismo absurdo, es inc¨®modo y se da al artista de lado. Eso tiene de positivo que te dejan tranquilo", acaba bromeando y asegurando que el protagonismo es muy ef¨ªmero. Pero Elespe es un gran defensor de los galeristas: "Su labor es admirable pero nada envidiable". " En Cuestiones personales, la exposici¨®n de la colecci¨®n de Soledad Lorenzo, que acaba de finalizar en el Museo Reina Sof¨ªa, colgaba una de sus obras. Y de Bel¨¦n Valbuena y Pedro Maisterra destaca, adem¨¢s de su trabajo, que son de su generaci¨®n y que conviven con los problemas de los que est¨¢n en torno a los 40 a?os. A Elespe le alegra haber pasado esa edad, se quita el sambenito de seguir siendo artista joven o emergente y todav¨ªa le queda mucha vida creativa por delante, ni rastro de crisis.
Crisis, la de la pintura, pero es su estado natural. "Vive en la duda constante. Est¨¢ en continuo contacto con su propia crisis, est¨¢ acostumbrada a ella y de ella se alimenta", asevera el artista y a?ade: "Yo mismo dudo, creo en ella, pero dudo. Hablar de pintura es hablar de la vanguardia m¨¢s absoluta del arte, porque est¨¢ a la cabeza de la crisis".
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