Men¨¦ndez Salm¨®n: ¡°La verdad ha perdido legitimidad¡±

Ricardo Men¨¦ndez Salm¨®n se propon¨ªa escribir un ensayo sobre la extra?eza tras pasar dos meses en China, pero al regresar se dio cuenta de que la sensaci¨®n ¡°desasosegante de que hab¨ªa cruzado m¨¢s meridianos conductuales y psicol¨®gicos que f¨ªsicos¡± le ped¨ªa una ficci¨®n. Con todas las sensaciones que le perturbaron y tambi¨¦n el suicidio del piloto alem¨¢n que se estrell¨® contra los Alpes con 150 personas a bordo en 2015 le naci¨® Homo Lubitz, una historia de aroma dist¨®pico situada en un futuro cercano donde la espectacularidad, el nihilismo y el absurdo de la violencia y la muerte indiscriminada se abren paso en la opulencia de un mundo de necesidades colmadas. ¡°Es un tema que me acompa?a desde que sucedi¨®, que me interpela y me hace necesitar la literatura como una forma de exorcizar y clarificarlo¡±.

Men¨¦ndez Salm¨®n (Gij¨®n, 1971) obtuvo el premio Biblioteca Breve en 2016 con El sistema y repite g¨¦nero en esta nueva novela que intenta pintar el fracaso de nuestro mundo, nuestra era. ¡°Yo he crecido con el proyecto ilustrado, con la modernidad, ligado a unos principios rectores en los que la raz¨®n nos emancipar¨ªa en una fraternidad factible de alg¨²n tipo, pero cada vez soy m¨¢s consciente del fracaso de este proyecto¡±, cuenta. ¡°Nuestros padres y abuelos vivieron su fracaso con las guerras del siglo XX, pero volvemos a entrar en una din¨¢mica perversa, los l¨ªmites al proyecto humanista emancipador de la raz¨®n.¡± Por eso cree que triunfa la distop¨ªa, que ayuda al lector a interpelar la realidad para convertirla en novela pol¨ªtica. ¡°Es lo que es¡±. ¡°El sistema es casi un libro pol¨ªtico¡±.

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La pregunta que hoy le mueve como escritor ¡°ya no es qu¨¦ narrar, ni c¨®mo narrar, sino desde d¨®nde hacerlo¡±. ¡°El narrador del siglo XIX ten¨ªa muy claro desde d¨®nde narrar, se sub¨ªa al cielo ideal y desde all¨ª lo ve¨ªa todo, no ten¨ªa ning¨²n pudor en entrar en la conciencia de Bovary o de Napole¨®n. Pero el narrador del siglo XXI, despu¨¦s de toda la crisis de la novela y de los enormes cambios que nos tocan vivir, en un mundo tan urgente, donde los centros parecen desplazarse constantemente, tiene muchas dudas a la hora de elegir ese lugar. Y lo que esta pregunta nos est¨¢ contando es que, como Orwell nos ense?¨®, quien tiene el discurso, quien detenta la palabra, el relato, como Trump, construye la realidad, aunque esa realidad no exista. Las fake news tienen que ver con eso: hay una especie de p¨¦rdida de legitimidad de la verdad, ya no existe un ¨²nico discurso y eso permite una selva de discursos como en el caso de Catalu?a, donde se est¨¢ construyendo un enfrentamiento del relato que lleva a la gente a reacciones que entran en otros ¨®rdenes¡±.

Al igual que sus personajes, el autor vive la novela como una tapadera necesaria: ¡°El escritor es esa persona que puede quitarse la m¨¢scara empleando otras m¨¢scaras. Creo que tenemos la capacidad de decir qui¨¦nes somos en realidad a trav¨¦s de los personajes que creamos, porque representan los miedos que nos acechan, lo que no nos atrevemos a hacer. En la realidad cotidiana todos somos m¨¢scara de afectos, de familia, de trabajo, de poder. La p¨¢gina te desnuda parad¨®jicamente a trav¨¦s de la creaci¨®n de otra m¨¢scara. No pienso en la literatura como actividad terap¨¦utica, pero de alguna forma la literatura permite poner rostro a los demonios que uno lleva consigo, enfrentarlos, bajarlos de la espalda y dialogar con ellos para llegar a una soluci¨®n, el compromiso o la guerra eterna, y en este viaje uno se la juega. O cosechas o fracasas¡±.