Sabor de barrio

En todo barrio obrero confluyen dos tipos de historias: las de quienes lo concibieron, determinando el sector social que iba a ocuparlo, y las de quienes lo habitan, construyendo nuevos tipos de relaciones ¡ªy, por tanto, de narrativas¡ª ajenas al control del plan preestablecido por el promotor inmobiliario de turno. En ocasiones, un barrio puede delimitar un territorio de tan marcada singularidad en el tejido ciudadano que, incluso, puede ser visto como territorio ex¨®tico digno de ser visitado con la mirada del extranjero deslumbrado por esa ciudad extra?a que, de hecho, estaba en su misma ciudad, aguardando a ser redescubierta. Esa es la mirada que aplica sobre un barrio del sur de Madrid uno de los personajes de Ternura y la tercera persona, ¨²ltima pel¨ªcula de Pablo Llorca: una reportera de suplemento dominical que descubre en ese mundo de bulliciosas corralas y cafeter¨ªas atestadas de parroquianos un inesperado est¨ªmulo para el turismo interior.

Ternura y la tercera persona parece sumarse, en su empe?o de proponer una nueva cartograf¨ªa humana de la ciudad (y sus alrededores), a otros trabajos recientes de este cineasta que ha ido acentuando cada vez m¨¢s su condici¨®n de francotirador progresivamente desvinculado de los convencionales modos de producci¨®n: Llorca se sit¨²a cerca de Recoletos (arriba y abajo) (2012) o Un ramo de cactus (2013), pel¨ªculas en las que tambi¨¦n se manifestaba el gusto por rematar el relato con la el¨ªptica contundencia y brillantez que aqu¨ª tambi¨¦n se manifiestan.

Situ¨¢ndose en un punto donde la desnudez estil¨ªstica se confunde con la despreocupaci¨®n formal, Llorca toma aqu¨ª, no obstante, algunas decisiones de riesgo que condicionan la eficacia del conjunto. Por un lado, la convivencia entre actores profesionales y actores no profesionales se salda con desajustes demasiado evidentes, que desembocan en momentos claramente chirriantes. Por otro, Ternura y la tercera persona desea ser una comedia, pero los momentos en que ese tono aparece m¨¢s marcado ¨Cla introducci¨®n del personaje de Luciano (Mario Gas) y la tensa cena con el novio mexicano- se revelan las notas m¨¢s forzadas en un conjunto rico en retratos humanos y valiente en sus decisiones narrativas.