El superh¨¦roe negro contra el ¡®supervillano¡¯ Donald Trump

El experimento dura un segundo y sale gratis. Borre a Donald Trump de su mente y sustit¨²yalo por un superh¨¦roe negro, grande, felino y victorioso. Entender¨¢ entonces por qu¨¦ Black Panther es algo m¨¢s que un estreno de la factor¨ªa Marvel. La pel¨ªcula de Ryan Coogler explica, aunque a simple vista no lo parezca, aquello que a Estados Unidos tanto le cuesta asumir. Que es una naci¨®n abrumada por su propio racismo. Un pa¨ªs tan necesitado de encontrarse a s¨ª mismo que un filme protagonizado por un superh¨¦roe negro se ha vuelto un fen¨®meno pol¨ªtico capaz de movilizar a la comunidad afroamericana, romper r¨¦cords y recaudar en su primera noche 25 millones de d¨®lares.

La historia que le sirve de base resulta, como casi todo en Marvel, intrascendente o simplemente descabellada. Black Panther, interpretado por Chadwick Boseman, es un tipo que se llama T'Challa y reina en la misteriosa naci¨®n africana de Wakanda. El lugar, que atesora un valios¨ªsimo metal llamado vibranium, jam¨¢s ha sido conquistado y su tecnolog¨ªa es la m¨¢s avanzada del planeta. Heredero de un trono en peligro, ayudado por un ej¨¦rcito de mujeres, enfrentado a fuerzas exteriores y enemigos internos, deber¨¢ demostrar su liderazgo y llevar la paz a su pa¨ªs.

Hasta aqu¨ª un c¨®mic m¨¢s. Un rato de olvido destinado al olvido, si no fuera por la posici¨®n que ocupa el personaje en la cultura popular americana. Black Panther (Pantera negra en Espa?a) vio por primera vez la luz en 1966, meses antes que la organizaci¨®n nacionalista negra del mismo nombre. Sus autores fueron Stan Lee y Jack Kirby, dos blancos que hab¨ªan creado, en 1963, una partida de mutantes, los X-Men, v¨ªctimas del odio y la discriminaci¨®n. Influidos por la efervescencia de aquellos a?os rebeldes, en el n¨²mero 52 de Los cuatro fant¨¢sticos se atrevieron a presentar un superh¨¦roe negro. El ¨¦xito fue inmediato y desde entonces no han dejado de aflorar figuras concomitantes.

Ninguna de estas desinencias, desde Catwoman a Luke Cage, ha tenido la suerte de Black Panther. En este enmascarado late algo m¨¢s que adrenalina y m¨²sculo. Es cool, triunfador y su universo tecnol¨®gico se ubica en los ant¨ªpodas de la caricatura supremacista. Encarna, de alg¨²n modo, una vuelta gloriosa y libre a los or¨ªgenes africanos. Algo que en la era Trump no deja de ser explosivo.

El presidente que hace un mes llam¨® ¡°agujeros de mierda¡± a los pa¨ªses africanos m¨¢s pobres ha fracturado la sociedad como ning¨²n otro en la historia reciente. Temido por los emigrantes y rechazado masivamente por la comunidad afroamericana, su propia elecci¨®n ha sido entendida por algunos intelectuales como un efecto de esta tensi¨®n. ¡°El poder simb¨®lico de la presidencia de Obama y su demostraci¨®n de que la blancura no era ya suficientemente fuerte como para evitar que los criados ocupasen el castillo atac¨® las m¨¢s enraizadas nociones del supremacismo blanco e instal¨® el miedo en sus defensores. Y fue este miedo el que dio a Trump los s¨ªmbolos que le hicieron presidente¡±, ha escrito Ta-Nehisi Coates en el libro Estuvimos ocho a?os en el poder. Una tragedia americana.

El miedo por un lado, la reafirmaci¨®n por otro. Black Panther no se agota en el afrofuturismo p¨²rpura y las peleas a fuego lento. Vista en un cine, supone un acto de reivindicaci¨®n: el superhombre que salta por encima de Trump. Eso es lo que representa al menos para miles de estadounidenses que lo han expresado en Twitter, YouTube e Instagram, y que el viernes por la noche acudieron en masa a su estreno, recogiendo la antorcha del colectivo afroamericano.

Esta gestualidad no implica que sea una pel¨ªcula de tesis. La obra puede divertir o marear. La protesta no est¨¢ en la pantalla, sino en la retina del espectador. Ah¨ª se decide qui¨¦n gana. Y para ello conviene tener clara la identidad de quien combate. Y saber que su pa¨ªs no es el ?frica pobre que desprecia Trump, sino Wakanda. El reino de Black Panther.