Pantera negra: Wakanda tiene poder
'Black Panther' se toma un apreciable esfuerzo en ser responsable tanto con las implicaciones raciales de su personaje como con los colectivos cambios de sensibilidad
Escasos meses separaron el nacimiento del primer superh¨¦roe negro en la escuder¨ªa Marvel de la fundaci¨®n del movimiento Black Panther en el contexto de una Am¨¦rica sacudida por la lucha por los derechos civiles de la comunidad afroamericana. Un nombre id¨¦ntico vinculaba dos respuestas muy contrastadas frente a una misma realidad: Stan Lee y Jack Kirby llegaron antes que Huey P. Newton y Bobby Seale imaginando un espacio ilusorio ¨CWakanda- que no coincid¨ªa exactamente con la utop¨ªa marxista-leninista que los panteras negras quisieron alcanzar mediante la acci¨®n directa. Como bien sabe todo aficionado a las historietas de superh¨¦roes, a la Marvel se la conoce popularmente como la Casa de las Ideas, denominaci¨®n que conviene asumir en sus connotaciones m¨¢s plat¨®nicas: si personajes como Spiderman y los miembros de la Patrulla X hab¨ªan proporcionado al lector adolescente sus fantas¨ªas de poder a medida ¨Cbajo la desconexi¨®n adolescente late un potencial secreto-, Black Panther a?ad¨ªa una inflexi¨®n racial a la f¨®rmula construyendo la paradoja consoladora de una naci¨®n africana imaginaria que ocupaba una burbuja invisible de hiper-tecnificaci¨®n y dominio econ¨®mico en el seno del Tercer Mundo. Si el gesto de Lee y Kirby era revolucionario o contrarrevolucionario es algo que no ser¨ªa f¨¢cil de dilucidar.
BLACK PANTHER
Direcci¨®n: Ryan Coogler.
Int¨¦rpretes: Chadwick Boseman, Michael B. Jordan, Lupita Nyong'o, Danai Gurira.
G¨¦nero: ciencia-ficci¨®n. Estados Unidos, 2018
Duraci¨®n: 134 minutos.
Una espectacular emulaci¨®n digital de animaci¨®n elaborada con arena centra el pr¨®logo de Black Panther, pel¨ªcula que se toma un apreciable esfuerzo en ser responsable tanto con las implicaciones raciales de su personaje como con los colectivos cambios de sensibilidad desde su nacimiento hasta el presente. Resulta meritorio que la presencia de personajes blancos en esta historia sea pr¨¢cticamente residual, aunque los amantes del desbordamiento imaginativo de las primeras historietas de Jack Kirby se resentir¨¢n del cierto cors¨¦ para la deriva delirante que impone, junto a la necesidad de integrar esta entrega en el canon cinematogr¨¢fico, el hecho de centrar la trama en un conflicto din¨¢stico.
Ryan Coogler, que hizo completamente suya Creed: La leyenda de Rocky (2015), no parece moverse aqu¨ª con el mismo margen de libertad, aunque su gusto por las tomas largas logra manifestarse en las escenas de Busan y en el partido de basket de la escena introductoria. Algunos trazos de etno-kitsch, que ora recuerdan a alg¨²n videoclip de Miriam Makeba, ora a algunos fragmentos de El rey Le¨®n (1994), se ven compensados por eficaces ideas ¨Cel combate en el t¨²nel que desactiva peri¨®dicamente superpoderes- y por la solvencia del sentido del espect¨¢culo.
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