Disciplinado y sencillo
Los art¨ªculos de E. B. White narran con simplicidad enga?osa las impresiones del norteamericano medio tras la Segunda Guerra Mundial
Elwyn Brooks White (Mount Vernon, Nueva York, 1899-North Brooklin, Maine, 1985) estudi¨® en Cornell, trabaj¨® para The Seattle Times y el New York Evening Post, visit¨® Alaska, fue propietario de una granja con 15 ovejas, casi 150 gallinas, 3 ocas, 1 gato, 1 cerdo, 1 perro salchicha y 1 rat¨®n, escribi¨® libros para ni?os (entre ellos Stuart Little) y, lo que es m¨¢s importante, firm¨® como E.?B. White algunos de los art¨ªculos y ensayos m¨¢s importantes de la historia de The New Yorker, la revista fundada en 1925 por Harold Ross a cuyo car¨¢cter (instruido sin ser pretencioso, urbanita, fr¨ªvolo sin exageraciones, ir¨®nico, cosmopolita, muy literario) White contribuy¨® en gran medida.
Ese car¨¢cter es tambi¨¦n el de su obra de no ficci¨®n, a cuya prosa se ajusta la definici¨®n que hace en sus Ensayos de la de Henry David Thoreau, uno de sus maestros m¨¢s ostensibles: ¡°Una prosa al mismo tiempo muy disciplinada y extremadamente sencilla¡±. Ya sea escribiendo sobre las elecciones dem¨®cratas, los h¨¢bitos de su perro o el modo en que los mapaches bajan de un ¨¢rbol, White narr¨® con ligereza y simplicidad enga?osas unas impresiones que eran las del norteamericano medio; este (a diferencia del autor) hab¨ªa participado recientemente de la Segunda Guerra Mundial y encontraba una especie de consuelo en el hecho de que ya no hubiese acontecimientos extraordinarios que reportar: una mudanza, la irrupci¨®n de la primavera, la muerte de un cerdo dom¨¦stico, la reparaci¨®n de un bote.
White (que comprendi¨® instintivamente esto) produjo sus mejores textos durante la guerra y algo despu¨¦s; con el tiempo, asuntos como la contaminaci¨®n ambiental, la proliferaci¨®n nuclear y la venta de armas iban a presidir el repertorio de sus intereses, pero su literatura siempre fue esencialmente optimista, como lo era la Norteam¨¦rica de posguerra para la que la escribi¨®. Pese a lo cual, es improbable que el lector vaya a tener la impresi¨®n de que la suya es una literatura perimida: naturalmente, decenas de cosas han cambiado desde entonces, pero tambi¨¦n estaban cambiando mientras White las observaba y extra¨ªa de ellas el profundo lirismo de sus textos. Cuando escribe sobre la desaparici¨®n de la revista infantil St. Nicholas, White no lo hace meramente para glorificar el pasado, sino para preguntarse d¨®nde publicar¨¢n sus primeros textos los futuros escritores norteamericanos (en St. Nicholas Magazine lo hicieron Edna St. Vincent Millay, Francis Scott Fitzgerald y el propio White); cuando revisita un viejo libro de ornitolog¨ªa no lo hace s¨®lo por nostalgia, sino porque lo que se narra en ¨¦l es realmente extraordinario; cuando constata el desmantelamiento de la red de trenes de Estados Unidos no importa tanto que ¨¦l sea un usuario asiduo, sino m¨¢s bien que su desaparici¨®n alterar¨¢ la relaci¨®n que el ciudadano de ese pa¨ªs tiene con la inmensidad de su territorio.
¡°Lo ¨²nico que espero decir en mis libros es que amo el mundo¡±, afirm¨® White en 1961. Si su literatura se sostiene a pesar de que el mundo sobre el que escribi¨® ya no existe es porque, adem¨¢s de su enorme calidad, es toda una lecci¨®n de empat¨ªa: s¨®lo E. B. White pod¨ªa hacer que asuntos y personajes dis¨ªmiles como el Ford T, un ganso ¡°viudo¡± y los integrantes de la C¨¢mara de Comercio de San Francisco resulten atractivos y (s¨ª) sorprendentemente conmovedores. Un libro m¨¢s grande que la vida.
Ensayos. E. B. White. Traducci¨®n de Mart¨ªn Schifino. Capit¨¢n Swing, 2018. 400 p¨¢ginas. 22 euros
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