De nuevo, el rid¨ªculo
No me imagino al jefe de prensa de la Casa Real pas¨¢ndole al Rey las estrofas raperas de Valtonyc con un parco: ¡°Mire lo que dice este tipo sobre su Majestad¡±.
La otra ma?ana temprano esper¨¢bamos en cola a que abrieran las puertas del juzgado de la madrile?a calle de Pradillo. S¨ª, la cosa iba de bodas y nacimientos. Un tipo de un acento latino indeterminado, nos avisaba a gritos, teatral e inagotable, de que la mujer que se casara con una mujer o el hombre que se uniera a otro hombre arder¨ªan para siempre en el infierno. Advert¨ªa de la ofensa a Dios que constitu¨ªan las relaciones prematrimoniales. En fin, que no eran horas. Nosotros ¨¦ramos pobres personas con sue?o y respirando detr¨¢s de la bufanda. Una joven buf¨®: ¡°?C¨¢llate ya, pesssao!¡±. Pero lo verdaderamente rese?able del momento es que el pueblo, como as¨ª suele ser, asist¨ªa a la homil¨ªa como quien oye llover, resignado, tolerante. Intercambi¨¢bamos sonrisas, miradas c¨®mplices, iron¨ªa. De entre los que guard¨¢bamos cola habr¨ªa parejas gays, heteros o segundos matrimonios; sospecho que todos presentaban sus documentos en regla y los deberes hechos en lo que a experimentaci¨®n sexual se refiere. Pero ah¨ª estaba la esencia misma de la ciudad: se aprende a escuchar pero tambi¨¦n a desconectar si algo te incomoda, porque si bien hay que estar atento resulta saludable practicar la introspecci¨®n para refugiarse del pr¨®jimo.
En mi opini¨®n, los ciudadanos de la calle estamos d¨¢ndoles una lecci¨®n a nuestros Mr. Hyde, a los ciudadanos internautas. En la calle tendemos a ignorar o a negociar; en la red, no pasamos ni una. La calle nos inclina hacia la observaci¨®n, la red a la reacci¨®n. Lo pensaba esta semana a cuenta del castigo penal inaceptable que habr¨¢ de cumplir el rapero Valtonyc, o el de Hasel o el de Shadid. Como estos nombres han aparecido estos d¨ªas reproducidos en m¨²ltiples enlaces parece que aqu¨ª todos est¨¢bamos en la onda, que todos tarare¨¢bamos en la ducha o en Nochebuena las letras de Valtonyc, o que al contrario cund¨ªa la indignaci¨®n, pero yo confieso que jam¨¢s hubieran llegado a m¨ª sus contenidos si no hubiera sido porque el Tribunal Supremo los ha puesto generosamente en circulaci¨®n. Enhorabuena. No s¨¦ si la Casa Real est¨¢ al corriente de todo lo que se escribe sobre ellos, imposible desde que naci¨® Twitter, pero no me imagino al jefe de prensa pas¨¢ndole de buena ma?ana al Rey las estrofas raperas referidas a su persona con un parco: ¡°Mire lo que dice este tipo sobre su Majestad¡±. En realidad, el p¨²blico de estos m¨²sicos est¨¢ limitado a un ambiente tan espec¨ªfico que una se pregunta porqu¨¦ ya puestos no se han tomado las mismas medidas con letras del pop y del rock que gozan de un p¨²blico masivo y que llevan animando d¨¦cadas al consumo de droga, de alcohol o a matar y morir por amor.
Defender su libertad de expresarse est¨¢ unido a mi libertad de ignorar algo que me desagrada por su agresividad, que incluso me lleva a sentir compasi¨®n por el agraviado sea quien fuese. Esto hay que dejarlo claro: las personas tenemos derecho a ofendernos, no estamos obligados a poseer un humor ilimitado ni a aplaudir una est¨¦tica que nos es hostil, pero s¨ª a se?alar como aberrante este tipo de censura judicial que no pudiendo borrar una obra de la circulaci¨®n, procede a meter a su autor entre rejas. Y de ah¨ª a Fari?a, el libro de Nacho Carretero: usted que no lo hab¨ªa le¨ªdo ha entrado raudo como tantos otros en Amazon y lo han agotado. Ahora ya sabemos qui¨¦n era el exalcalde de O Grove. A ver si va a ser una retorcida manera de la Justicia para generar aficiones culturales. En cuanto a Arco, sus organizadores no han querido esperar a que un juez secuestrara la secci¨®n dedicada a los presos pol¨ªticos de Santiago Sierra, ellos mismos han hecho el trabajo sucio. Qui¨¦n sabe si el comit¨¦ directivo de Ifema decidi¨® dar el campanazo antes de la inauguraci¨®n para dotar a la feria de la chispa de una pol¨¦mica, pero lo que han conseguido es que esta sea la edici¨®n de los cuadros retirados de Sierra, que colgar¨¢n en el sal¨®n de un independentista de post¨ªn. Est¨¢ claro que en un ambiente de censura pol¨ªtica sale ganando quien desaf¨ªa los l¨ªmites, porque se valora el mensaje pol¨ªtico por encima de cualquier otra consideraci¨®n: ?de verdad pensaban que los visitantes de Arco, con lo modernos que somos, no pod¨ªamos tolerar que un artista llamara presos pol¨ªticos a Oriol Junqueras o a los Jordis? Incluso si pensamos que son pol¨ªticos presos, ?nos iba a dar un soponcio al ver alterado el orden de los factores? ?O es el miedo a las autoridades y no al p¨²blico? Porque si algo caracteriza al visitante de exposiciones es que ya no se asusta de nada: ha visto demasiado.
Al menos, cuando se diluy¨® el esc¨¢ndalo de la exhibici¨®n de la Olympia de Manet en el Sal¨®n de Par¨ªs de 1865, qued¨® ella, la Olympia, retando orgullosa al espectador, valiente, descarada, carnal. Presiento que a nosotros lo ¨²nico que nos quedar¨¢ de todo esto ser¨¢ el rid¨ªculo.
Babelia
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