En la tramoya de la historia
Pasolini fue uno de los primeros intelectuales europeos en denunciar con energ¨ªa la insostenibilidad del desarrollo sin l¨ªmites
1. Premios
Por razones que ignoro, aunque barrunto, la editorial Tusquets (Planeta) no suele enviarme sus novedades. Por ello me caus¨® gran sorpresa recibir inopinadamente, hace un par de semanas, un ejemplar de ¡°pruebas sin corregir, edici¨®n no venal¡± de El orden del d¨ªa, de Eric Vuillard, el relato ¡ªno es exactamente una novela, ni por contenido, ni por extensi¨®n¡ª ganador del ¨²ltimo Goncourt. Obtener un premio literario ¡ªincluso el Goncourt, el m¨¢s importante de los seis grandes (los otros cinco son el Femina, el Renaudot, el Interalli¨¦, el M¨¦dicis y el Grand Prix de novela de la Acad¨¦mie fran?aise) que se conceden en Francia¡ª no garantiza la excelencia de la obra galardonada: a estas alturas todo el mundo ha o¨ªdo hablar del entramado de intereses que se ponen en juego en los premios, tanto m¨¢s complejo cuanto m¨¢s ¡°prestigiosos¡±. Ah¨ª tienen, sin ir m¨¢s lejos, el propio Goncourt: en 1913 ¡ªuna d¨¦cada despu¨¦s de que se concediera por primera vez¡ª el galard¨®n se lo llev¨® Marc Elder, autor de una novela de asunto marinero de la que nadie se acuerda, y no un tal Marcel Proust, del que se presentaba Du c?t¨¦ de chez Swann. Y algo parecido pas¨® en 1932, cuando Les loups, de Guy Mazeline, triunf¨® sobre Voyage au bout de la nuit, la obra maestra de C¨¦line (que, sin embargo, recibi¨® el mismo a?o el Renaudot). Pero no cabe duda de que los premios literarios (como los citados) que se conceden a obra ya publicada ¡ªes decir, a la que ya ha pasado los filtros de la cr¨ªtica y los lectores¡ª tienen m¨¢s garant¨ªas de seriedad y honradez que aquellos en los que compiten obras in¨¦ditas que son juzgadas por un jurado del que siempre forma parte (con voto o sin ¨¦l) un representante de la editorial que lo convoca, como son la mayor¨ªa de los que se conceden en Espa?a. En el caso de El orden del d¨ªa, que se pondr¨¢ a la venta en estos d¨ªas, me he llevado una grata sorpresa. Vuillard ha construido, a partir de un original planteamiento novelesco sobre materiales hist¨®ricos y documentales, un apasionante relato sobre el Anschluss, la anexi¨®n de Austria por los nazis hace ahora 80 a?os. M¨¢s all¨¢ de la ¨¦pica, del heroismo y de la propaganda, a Vuillard le interesa ¡ªy eso es lo que confiere universalidad a su relato¡ª la tramoya sobre la que se sustentan: la mezcla de ambiciones pol¨ªticas y personales, tragedia, azar, cobard¨ªas y situaciones grotescas que (casi) nunca aparecen reflejadas en los libros de historia, y ante las que el lector reacciona pasando del humor al horror o a la repugnancia moral en un par de p¨¢ginas. Una narraci¨®n (menos de 150 p¨¢ginas) que nos recuerda constantemente la banalidad sobre la que se asientan las grandes tragedias hist¨®ricas.
2. Pasolini
En una entrevista concedida a la radiotelevisi¨®n francesa pocas semanas antes de su asesinato, Pier Paolo Pasolini (1922-1975) dec¨ªa: ¡°En mi opini¨®n, escandalizar es un derecho, dejarse escandalizar es un placer y quien rechaza el placer de dejarse escandalizar es un moralista¡±. La entrevista, que tambi¨¦n se recoge en la biopic de un solo d¨ªa que le dedic¨® Abel Ferrara en 2014, es una m¨¢s de las muchas que concedi¨® el novelista-poeta-cineasta-periodista y cr¨ªtico social a lo largo de su vida. Muchas de ellas, las m¨¢s significativas, junto con otros art¨ªculos e ¡°intervenciones¡± aparecen ahora en Todos estamos en peligro (Trotta), una estupenda recopilaci¨®n a cargo de Antonio Gim¨¦nez Merino, Josep Torrell y Juan-Ram¨®n Capella. Ordenadas cronol¨®gicamente ¡ªde 1949 a 1975¡ª, en ellas se pone de manifiesto las ideas-fuerza del autor de Sal¨® o los 120 d¨ªas de Sodoma, su ¨²ltima y m¨¢s escandalosa pel¨ªcula. Pasolini, en vida denostado por la Iglesia, los pol¨ªticos (incluidos los de su partido, el PCI), el Estado y la ¡°opini¨®n p¨²blica¡±, fue uno de los primeros intelectuales europeos en denunciar con energ¨ªa la insostenibilidad del desarrollo sin l¨ªmites, el consumismo, la abducci¨®n de los intelectuales por la industria cultural, la adhesi¨®n acr¨ªtica de los trabajadores a los objetivos de la empresa o la conversi¨®n del sistema educativo en una f¨¢brica reproductora de ¨¦lites. Su homosexualidad y su inter¨¦s (tambi¨¦n sentimental) por el lumpen y los marginados fueron otros tantos motivos del profundo sentimiento de exclusi¨®n que le acompa?¨® toda su vida. Le¨ªdas ahora, estas entrevistas constituyen una impagable s¨ªntesis del provocador pensamiento de una de las figuras intelectuales m¨¢s controvertidas del siglo XX.
3. Pesadilla
Tras su papelazo en el ¨²ltimo Mobile, donde, como en ella es habitual, volvi¨® a destacar en el deporte de nadar entre dos o tres aguas (quiz¨¢ con la esperanza de ganarse, como Xi Jinping, su entronizaci¨®n vitalicia en la pol¨ªtica catalana), tuve una pesadilla en la que Ada Colau, ataviada y movi¨¦ndose como Debra Paget en La tumba india (Fritz Lang, 1959), bailaba una arriesgada danza er¨®tica delante de una venenosa cobra. Al despertar, me alivi¨¦ del susto y del insomnio con la lectura de Lo que vio la criada (Atalanta), ocho ¡°cuentos ps¨ªquicos¡± de Yasutaka Tsutsui, de quien ya hab¨ªa le¨ªdo con gusto algunos de los surrealistas y paranoicos relatos de Hombres salmonela en el planeta Porno. En esta nueva recopilaci¨®n, el prol¨ªfico Tsutsui utiliza los poderes ps¨ªquicos de la criada Nanase, que puede introducirse en la mente de los dem¨¢s, para trazar un panorama moral (no exento de humor, sarcasmo y amargura) de la actual sociedad japonesa. En cuanto a la interpretaci¨®n de mi pesadilla, mi psicoanalista, que lleva m¨¢s tiempo escuch¨¢ndome que Juan Cruz a Vargas Llosa (l¨¦ase, como ¨²ltima muestra, el interesante Encuentros con Mario Vargas Llosa, publicado por la nueva editorial Deliberar), ha guardado un extra?o silencio, aunque tengo que decir que durante la sesi¨®n me pregunt¨® varias veces qu¨¦ o qui¨¦n cre¨ªa yo que era la cobra.
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