Acercarse a Ribera a trav¨¦s de la Nintendo
Los museos de arte antiguo ensayan nuevas estrategias para atraer a p¨²blico joven
Los maestros antiguos necesitan miradas j¨®venes. Pero ?c¨®mo atraerlas? Los grandes museos con colecciones hist¨®ricas tratan de conectar con este p¨²blico esquivo. El hilo de Ariadna es com¨²n a la mayor¨ªa. Redes sociales, talleres, exposiciones que entremezclan artistas contempor¨¢neos y cl¨¢sicos, v¨ªdeos, entradas gratuitas, djs e incluso m¨²sica electr¨®nica. La imaginaci¨®n vuela pero el tiempo descuenta, y la conexi¨®n parece zurcida con hilos de seda. Es un problema profundo. "Atraer a los j¨®venes es una de las obsesiones de Miguel Falomir. No para de darle vueltas y pensar qu¨¦ hace", admite Karina Marotta, coordinadora general de Conservaci¨®n del Museo del Prado. El director de la pinacoteca madrile?a es consciente de que necesita a unos chicos que se esconden.
La llegada ¡ªfuera de los recorridos escolares¡ª de j¨®venes menores de 18 a?os pas¨® de 101.325 en 2015 a 95.549 durante 2016. Tras esa ca¨ªda del 5,1%, el a?o pasado la afluencia remont¨® hasta los 102.898 chavales. Falomir sabe que la sociedad y la Administraci¨®n juzgan (err¨®neamente) a un museo por sus visitas. Da igual. Tampoco se puede perder a toda una generaci¨®n. Ser¨ªa un pago al barquero impensable en un pa¨ªs que debe su identidad a los lienzos de Goya, Ribera, Zurbar¨¢n o Vel¨¢zquez.
El Prado tensa la trama para que no se malogre el relato. Recurre a talleres, m¨²sica, videojuegos. Trata de conectar el pasado de los maestros antiguos y los problemas del presente. Intenta construir una narraci¨®n ¡°pr¨¢ctica¡± del arte. El Arqu¨ªmedes de Jos¨¦ de Ribera puede servir para explicar f¨ªsica y el Descendimiento de Rogier van der Weyden es un sudoku de geometr¨ªa. ¡°Una obra de arte es una forma de pensar. Se trata de resolver un problema conceptual en un formato reducido y dentro de una est¨¦tica que t¨² quieres conseguir", observa Marotta. El desaf¨ªo de seducir a los j¨®venes persigue a todos los grandes museos hist¨®ricos. En Florencia, la Galer¨ªa de los Uffizi convive con su propia paradoja. ¡°Aqu¨ª vivimos una situaci¨®n inusual¡±, describe su director, Eike Schimdt. ¡°Los maestros antiguos son imanes m¨¢s potentes que los artistas contempor¨¢neos. Desde luego, en el resto de ciudades sucede generalmente lo contrario¡±. Pero el museo sabe lo que funciona. Las muestras en el Palacio Pitti dedicadas a la moda actual han sido un ¨¦xito. Tambi¨¦n las redes sociales. Tienen m¨¢s de 100.000 seguidores en Twitter e Instagram. Adem¨¢s, este a?o le da la r¨¦plica lo que llaman ¡°hipervisiones¡±. A trav¨¦s de ellas, la web del museo y Facebook se convertir¨¢n en una extensi¨®n de la galer¨ªa.
En esta estrategia de captar la mirada, todos recurren a las redes. El Louvre cuenta con 2,7 millones de seguidores en Facebook. El retrato de una ambici¨®n que llega a China. Ha entrado en las plataformas Weibo y WeChat. Entre las dos suman 110.000 suscriptores. Cualquier recurso es ¨²til. Incluso la Nintendo 3DS sirve de audiogu¨ªa para ense?ar las colecciones de arte egipcio. B¨¢sicamente son los mismos resortes que utiliza el Getty Museum (California), y asegura que funcionan. La mayor¨ªa de las recetas actuales orbitan entre la tecnolog¨ªa y el libre acceso.
El arte antiguo vive en el presente. Persigue soluciones y no las encuentra. Una de las estrategias es incorporar propuestas contempor¨¢neas. El Prado lo ha explorado con Thomas Struth, Cy Twombly o Francis Bacon. ?Funciona? ¡°No creo en la f¨®rmula de programar arte actual en un museo cl¨¢sico para atraer visitantes j¨®venes¡±, observa Jo?o Fernandes, subdirector del Museo Reina Sof¨ªa. ¡°Para captar ese p¨²blico hay que proponer un trabajo espec¨ªfico de comunicaci¨®n y recordar que la misi¨®n de un museo es invitar a la gente a descubrir lo que desconoce¡±. Una b¨²squeda que empieza con la pintura de un ni?o sentado en un aula.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.