Pan, femenino, plural
En M¨¦xico y otros pa¨ªses las masas madre se han convertido en una tendencia que gana terreno
En el obrador de Pan de Fuego los viernes son para las masas azucaradas. De hecho, Liz Espejo, su impulsora, les ha puesto nombre, dulce viernes. Es el d¨ªa de las orejitas, las conchas o de formas con almendra y naranja y es la ¨²nica concesi¨®n que hacen al mercado local. ¡°El mexicano es muy panero, pero de pan dulce, y no quiero cerrarme a los gustos de mi pa¨ªs¡±. Liz lo tiene claro, el resto de la semana queda para los panes salados. As¨ª es desde hace tres a?os, cuando abri¨® Pan de Fuego en Puebla, con la idea clara de volcarse en la esencia de la panader¨ªa tradicional: las masas madres, las fermentaciones prolongadas y, como resultado, los panes con cuerpo, estructura y sabor. Pan de Fuego es una panader¨ªa de producci¨®n. Amasa, hornea y distribuye pan a puntos de venta al p¨²blico y restaurantes de Puebla.
En M¨¦xico y otros pa¨ªses los identifican como panes europeos o en todo caso a la europea y se han convertido en una tendencia que gana terreno cada d¨ªa. Las harinas sin enriquecer y las harinas integrales, los cereales alternativos al trigo y las fermentaciones tradicionales sustentan un nuevo modelo de panader¨ªa que se impone en las grandes ciudades. Tiene algunos factores a su favor, como la b¨²squeda de alternativas al pan convencional y de una alimentaci¨®n m¨¢s sana y equilibrada. Para los consumidores de m¨¢s edad significa la recuperaci¨®n de los sabores del pan de siempre.
El recuerdo del pan antiguo sigue vivo en un tiempo dominado por las elaboraciones blandas, blanquecinas y sin corteza. Las nuevas formas devuelven emociones que algunos cre¨ªan perdidas y otros nunca conocieron. Tanto, que hace tres a?os el principal trabajo de Liz Espejo y su equipo trascend¨ªa a las masas, las harinas, el agua y el fuego, para tomar un car¨¢cter did¨¢ctico. ¡°Hab¨ªa que explicarlo todo, que no estaba quemado ni duro, que era la corteza crujiente, que dentro la miga estaba tierna¡¡±.
El de panadero ha dejado de ser un oficio masculinizado. Las mujeres han irrumpido en los nuevos obradores de la regi¨®n, encabezando muchos de ellos. Ah¨ª est¨¢n Mar¨ªa Teresa Ram¨ªrez, en Sal y Dulce (Ciudad de M¨¦xico) o Silvana Villegas, en Masa (Bogot¨¢), entre otras. Cada una muestra una trayectoria diferente. Algunas, como la chilena Francisca Leyton, propietaria de La Panadera, en Santiago de Chile, llegaron al pan a trav¨¦s de su relaci¨®n con la cocina. El camino de otras no ha sido tan lineal. Si Liz Espejo abraz¨® el oficio despu¨¦s de ocho a?os como maestra de yoga, la relaci¨®n con las masas de la colombiana Olga Visbal (?rbol del Pan, en Bogot¨¢, un negocio que combina cafeter¨ªa, pasteler¨ªa y despacho de pan) se concreta despu¨¦s de obtener el t¨ªtulo de arquitecta. La inquietud la llev¨® a estudiar cocina y la curiosidad insatisfecha en la escuela de cocina a embarcarse en la aventura del pan.Si hay algo que Olga comparte con las dem¨¢s artesanas del pan es su formaci¨®n emp¨ªrica. ¡°No es seguir una receta y listo; la panader¨ªa es un proceso, hay que entender las masas y todas las variables que se pueden producir. El pan es un producto vivo, pero es controlable si aprendes a conocerlo¡±. Hablo con algunas panaderas latinoamericanas sobre los motivos que las llevaron al universo del pan y coinciden en argumentos como la aparente elementalidad que le define ¡ªharina, agua y calor¡ª, o su car¨¢cter primigenio. Es la idea de Olga Visbal: ¡°Si en la cocina trabajamos con alimentos que justo terminan su ciclo, el pan abre un proceso de vida a trav¨¦s de la fermentaci¨®n¡±.
Francisca Leyton se hizo panadera despu¨¦s de a?os trabajando como pastelera. El suyo es un viejo oficio en uno de los mayores mercados de pan del mundo (90 kilos por habitante y a?o), pero lo plantea de forma muy diferente. Desde su despacho de venta al p¨²blico se propuso cambiar la din¨¢mica de un mercado volcado en el yuyo y la marraqueta, dos formas b¨¢sicas hoy definitivamente industrializadas, y no fue f¨¢cil. ¡°Empezamos por la baguette, pero por entonces hasta la baguette se ve¨ªa como algo extra?o. Hoy ya tenemos panader¨ªas artesanales en todos los barrios¡±.
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