Aventuras amorosas con un caballo
La dibujante gallega Xiomara Correa debuta con un c¨®mic irreverente sobre las relaciones de pareja
Xiomara Correa (Vigo, 1983) no cree en pr¨ªncipes azules, pero cree en los caballos. En los equinos como s¨ªmbolos de nobleza, fuerza, sensibilidad y veganismo, en las ant¨ªpodas de un macho alfa depredador. "Te pueden ayudar en muchas cosas. Si los sacamos directamente del mundo de las ideas de Plat¨®n es un animal bello y ser¨ªa una pareja perfecta". As¨ª que el d¨ªa que decidi¨® crear unas historietas sobre amores, un poco autobiogr¨¢ficas, un poco graciosas, un poco radicales, pens¨® en un caballo tolerante, pasional y atento como acompa?ante apropiado. "Tampoco pensaba hacer m¨¢s all¨¢ de cuatro p¨¢ginas, pero cuando las ense?¨¦ en Facebook a los amigos, todo el mundo empez¨® a decir que quer¨ªa m¨¢s", recuerda la dibujante, que ahora vive en Barcelona, durante una entrevista por tel¨¦fono.
A partir de 2009 la relaci¨®n entre Chavala y Caballo creci¨® en p¨¢ginas y popularidad. Los originales que Correa sacaba a la venta en los pubs de Vigo se agotaban. En 2011 autoedit¨® un libro sobre la pareja de un centenar de p¨¢ginas, al que le seguir¨ªa otro en 2016. No todo era jij¨ª jaj¨¢. Los cr¨ªticos opinaban que dibujaba mal, que era una creadora inconstante. Hasta que Jaume Bofill, director de Reservoir Books, contact¨® con ella y tard¨® poco m¨¢s de 24 horas en ficharla. "He redibujado todo el libro, va a color, y son casi 200 p¨¢ginas, est¨¢ m¨¢s currado", explica.
Despu¨¦s de conocerse en un concierto de Amy Winehouse, Chavala y Caballo inician una relaci¨®n como tantas, que incluye sexo, convivencia, desencuentros y dudas. Una de tantas si no fuese un atentado contra la biolog¨ªa, lo pol¨ªticamente correcto y lo convencional.
-?Te acuerdas de la primera pel¨ªcula que vimos juntos?- pregunta ella desde el sof¨¢.
-Pues no, la verdad... Y manda huevos que vayamos a ver Titanic- responde el equino antes de tumbarse en paralelo a su novia y recordar sus primeras horas de sexo.
Caballo fr¨ªe huevos y hace cunnilingus. Esnifa coca y se siente un unicornio durante una alucinaci¨®n con setas. Cuando su novia encuentra un trabajo interesante que la obliga a viajar, se ocupa de las tareas dom¨¦sticas. Cuando ve que la relaci¨®n deriva hacia el compromiso, sale por patas. Xiomara Correa parodia la vida misma, con sus momentos de desenfreno y sus ataques de p¨¢nico, con sus dosis de ternura y sus peajes de rutina. Pero dota a su historia de unos c¨®digos reivindicativos. Otras relaciones son posibles: "Pretend¨ªa contar una especie de viaje por una historia de amor que fuese libre, que no tuviese ataduras".
En las p¨¢ginas de Mi novio caballo se intuyen rastros de autores provocadores como el australiano Simon Hanselmann, que triunfa con una serie underground cuajada de seres condenados a la econom¨ªa del lumpen, inspirada en todos los que conoci¨® en su ni?ez. Los personajes de Hanselmann sobreviven para acumular subidones, pueden ser crueles y no tienen esperanza. Los de Xiomara Correa participan de las raves y las drogas de la clase media, pero su presente desprende tanto optimismo como se podr¨ªa atribuir al dibujo n?if de la autora gallega. Incluso cuando las cosas van mal, lo hacen de una manera que est¨¢ bien, como una transici¨®n hacia el crecimiento personal y la maduraci¨®n.
Inevitable tambi¨¦n pensar en Julie Doucet, la autora canadiense que durante una d¨¦cada dibuj¨®, fotocopi¨® y distribuy¨® por las tiendas de Montreal un fanzine que llam¨® Dirty Plotte (Chocho sucio), donde narraba con humor y salvajismo la b¨²squeda de s¨ª misma. Xiomara Correa ha legado a Chavala muchos de sus rasgos personales, pero su ¨¢lbum no viaja a los suburbios de la propia identidad: "Creo que la historia tiene incluso un punto conservador y tambi¨¦n creo que hay mucha gente que trabaja y desfasa o dice palabrotas, como dibujo en el c¨®mic".
Con sus vi?etas frescas, "expresivas y cero pretenciosas, no quiero parecer una superilustradora, pretendo que los personajes muestren sus sentimientos", Xiomara Correa debuta en la industria -al igual que Doucet, tambi¨¦n fue antes una vieja amiga de la autoedici¨®n- con una historieta underground. Fan de ?lvarez Rabo, que ocult¨® su identidad durante a?os, que presume del poco tiempo que invierte en dibujar y que milita en la provocaci¨®n, juega con el sexo con similar descaro. "Me marc¨® bastante su sentido del humor, me tronchaba con ¨¦l", elogia la autora. Desde la contracubierta del c¨®mic, ?lvarez Rabo, firmando como dependiente de El Corte Ingl¨¦s, le devuelve el guante: "Cuando algo es aut¨¦ntico suelen pasar tres cositas: es universal, lo nota todo Cristo e irrita a la caterva de mediocres".
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