Hinchando la paradoja

¡°Centr¨¦ mi mirada en la palabra fin que se ve¨ªa a lo lejos. Muy muy lejos¡±, subrayaba Paul Pen en un art¨ªculo que resum¨ªa sus primeros seis a?os como escritor. Y a?ad¨ªa, m¨¢s adelante: ¡°Solo el hecho de escribir la palabra fin, el sencillo acto de presionar tres teclas tras haber presionado otro mill¨®n durante la creaci¨®n de la historia ¡ªcomo si fueran los tres ¨²ltimos pasos de un viaje a pie de un a?o de duraci¨®n¡ª diferencia a los que de verdad quieren ser escritores de quienes fantasean con la idea de serlo¡±. Habr¨¢ a quien le sorprenda encontrarse con un escritor que habla como un coach de s¨ª mismo. No deber¨ªa llamar tanto la atenci¨®n a quien entienda que estas palabras se desgranan al amparo de la misma l¨®gica de mercado que, por ejemplo, lleva a otra editorial a publicar un best-seller instant¨¢neo ¨CEscrito en el agua de Paula Hawkins- con una contraportada cubierta de valoraciones cr¨ªticas, elogiosas y entrecomilladas, no atribuidas a nadie.

El aviso de Daniel Calparsoro adapta ¨Cen un proceso que, en su fase de guion, ha recorrido demasiados (e imprudentes) viajes de ida y vuelta- la primera novela del madrile?o Pen, un autor que, de manera totalmente leg¨ªtima, se inscribe en la tradici¨®n de la literatura popular de aeropuerto, pero que, en un deje algo fr¨ªvolo, se enorgullece de que su escritura se intoxique con los modos de la nueva ficci¨®n televisiva. Su historia parece una caracter¨ªstica paradoja (temporal) concebida para ensamblar dos cap¨ªtulos de Perdidos, pero hinchada contra su propia naturaleza. Dos temporalidades se alternan en este relato paranoico sobre un lugar maldito regido por patrones matem¨¢ticos.

Calparsoro pone su profesionalidad al servicio de un relato que no crea los suficientes asideros de fe en lo inveros¨ªmil para que al espectador le imante el misterio. Da la impresi¨®n de que incluso buena parte del reparto tiene serias dificultades para creer en esta historia donde la preservaci¨®n del enigma no est¨¢ al servicio de la ambig¨¹edad, sino de una maniobra de distracci¨®n para no evidenciar que aqu¨ª no hay m¨¢s que un conjunto vac¨ªo.