Cuadrado
La figura geom¨¦trica es uno de los s¨ªmbolos arquet¨ªpicos de la civilizaci¨®n humana
Christian, experto en arte contempor¨¢neo que trabaja en un museo en la Suecia actual, decide adquirir para su exhibici¨®n una obra de una artista latinoamericana inscrita en la llamada ¡°est¨¦tica relacional¡±, dedicada a promover situaciones en las que el p¨²blico cobre conciencia social cr¨ªtica de los valores comunitarios. La obra, El cuadrado, responde a este designio, pues se trata de un cuadrado acotado en el suelo, donde, quien all¨ª ingrese, deber¨¢ asumir que todos los seres humanos son iguales con todas las responsabilidades que ello implica.
Nada habr¨ªa que objetar a esta experiencia ideal, cortada por el patr¨®n de lo ¡°pol¨ªticamente correcto¡±, pero, como reza el refr¨¢n espa?ol sobre que ¡°el infierno est¨¢ empedrado de buenas intenciones¡±, la vida enreda al pobre Christian hasta que el dichoso benem¨¦rito cuadrado se convierte en su camino de perdici¨®n. Esta historia est¨¢ narrada por el afamado cineasta sueco Ruben ?stlund (1974) en The Square (2017), un emplazamiento cuadrado en el que todo se le descuadra, vida y obra, a su malhadado promotor. Una tragic¨®mica paradoja, se mire por donde se mire.
Al ir¨®nico modo de ?stlund, el anecdotario de ademanes contradictorios se encadena sin desmayo en su pel¨ªcula: ante la indiferencia de la multitud frente a los gritos de auxilio de una joven perseguida, el protagonista es el ¨²nico que la socorre sin percatarse que ha ca¨ªdo en una trampa, en la que le roban hasta los gemelos de la camisa; localizado en un edificio de gente humilde el m¨®vil robado, Christian se mete en un l¨ªo mayor por la perversa ocurrencia que se le ocurre para identificar al ladr¨®n. M¨¢s: atribulado por estas gestiones, desatiende la disparatada proposici¨®n del equipo de prensa que promociona la obra El cuadrado, lo cual le hace quedar mal con todo el mundo y es impelido a dimitir¡ Un desastre, pues, que desborda el mal fario de levantarse con el pie izquierdo, pues revela las contradicciones que asedian a una sociedad ejemplar del bienestar como es la sueca, en la que sus miembros ¡°se hacen el sueco¡± frente a los conflictos. Nadie queda a salvo, ni el protagonista ni su entorno ni la sociedad biempensante donde se suceden los m¨¢s inesperados incordios ni, por supuesto, el arte contempor¨¢neo. Todo se descuadra por culpa de un perfecto cuadrado imaginario.
Junto a la cruz y el c¨ªrculo, el cuadrado es considerado uno de los s¨ªmbolos arquet¨ªpicos de la civilizaci¨®n humana, idealmente encuadrada, pero que no deja despu¨¦s de salirse de este marco. Uno de los significados esenciales del cuadrado es la expresi¨®n ideal del orden terrestre, quiz¨¢s porque nos da la justa medida para nuestra natural desorientaci¨®n err¨¢tica. Ni siquiera el arte parece poder escaparse de esta paradoja. En un libro, publicado en nuestro pa¨ªs hace un par de a?os, Arte en flujo. Ensayos sobre la evanescencia del presente (Caja Negra), su autor, Boris Groys (Berl¨ªn, 1947), un taimado y chispeante dial¨¦ctico, afirma que ¡°nuestra experiencia de la contemporaneidad se define no tanto por la presencia de las cosas ante nosotros, sino m¨¢s bien por la presencia de nuestras almas virtuales ante la mirada de un espectador oculto¡±; en suma, que el reduccionismo de la sociedad actual nunca ha descuadrado m¨¢s al completo el cuadrado ideal de nuestro horizonte.
Babelia
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