¡°La mujer nunca ha estado en el sitio que merec¨ªa¡±
El artista ha fraguado en su ciudad natal, Jerez, su ¨²ltima grabaci¨®n, 'Coplas del desagravio. A la mujer', con la que celebra sus cincuenta a?os de carrera

Vicente Soto Sordera (Jerez, 1952) pasea un mediod¨ªa cualquiera por las calles del Barrio de Santiago donde naci¨®. Reconocido en su tierra, hay quien le grita ?artista! al pasar y chavales de un instituto cercano lo requieren para hacerse fotos con ¨¦l. El cantaor, que march¨® a Madrid sin haber cumplido los diez a?os, pasa ahora m¨¢s tiempo en su ciudad natal. Sobre el solar donde un d¨ªa estuvo la casa familiar construy¨® una nueva y a ella viene a pasar temporadas. Aqu¨ª se ha fraguado su ¨²ltima grabaci¨®n, Coplas del desagravio. A la mujer (El flamenco vive), con la que celebra sus cincuenta a?os de carrera.
El cantaor, hijo del gran Manuel Soto Sordera y eslab¨®n de una prestigiada dinast¨ªa que se remonta al legendario Paco la Luz, tuvo una fecunda infancia de barrio gitano donde mandaba una tradici¨®n que ¨¦l cree que ha dado muchos frutos: "Aqu¨ª se notan los olores. Los cantes huelen a casas distintas". Vicente iguala la influencia de la herencia familiar al magisterio de los maestros con los que, joven artista en los tablaos de la capital, tuvo la oportunidad de convivir. "Eran las ¨²ltimas figuras de una etapa dorada del flamenco: Peric¨®n, Rafael Romero¡ Eran una fuente donde beber y representaban una forma de vivir". Sobre todos ellos, la figura de Manolo Caracol, que fue quien se llev¨® a su padre a Madrid, y al que reconoce como uno de los hombres m¨¢s importantes de su vida".
Sordera cuenta con una variada discograf¨ªa de m¨¢s de una docena de t¨ªtulos en la que impera una marcada inquietud art¨ªstica. Puede que no exista otro cantaor que haya interpretado a tal cantidad y variedad de poetas: de Pessoa, el primero que cant¨®, a Rub¨¦n Dar¨ªo o a Jos¨¦ Bergam¨ªn, a Unamuno, a Valle Incl¨¢n, a Juan Ram¨®n y hasta al mismo Cervantes. Experto, pues, en lides m¨¦tricas, el esfuerzo para adaptar el poemario que nutre su nueva grabaci¨®n se antoja esta vez menor. Es obra del poeta y paisano Rafael Lorente, del que declara que " como gran aficionado que es, escribe con cuadratura y, adem¨¢s, comp¨¢s". Los poemas reunidos quieren suponer un desagravio a la mujer, que hist¨®ricamente no aparece muy bien tratada en las letras flamencas. "En este caso se le pide disculpas", media el artista: "Era muy necesario desagraviar a la mujer porque nunca ha sido tratada como debiera". Esta es su manera de hacerlo, cant¨¢ndole.
El cantaor es consciente del momento en que sale su disco (fue presentado en Madrid d¨ªas antes de la gran movilizaci¨®n del 8 de marzo), pero rechaza de plano cualquier oportunismo: "Es que ni lo he pensado. El proyecto surgi¨® hace a?o y medio y no exist¨ªa este movimiento que hay ahora". Su sinceridad se ve reforzada con la presencia en el disco de tres cantaoras, porque piensa que "en un trabajo de desagravio a la mujer, lo justo es que estuvieran estas tres mujeres y, adem¨¢s, de d¨¦cadas distintas". Tomasa La Macanita, que deja unas soleares con el sabor que ella sabe darles, Melchora Ortega, concisa y certera por malague?a, y la propia hija de Vicente, con unas alegr¨ªas para mostrar su privilegiado metal y lozan¨ªa.
Sordera se ha reservado para s¨ª cantes que califica como "gordos": dos seguiriyas, la primera de ellas cantada a palo seco, de las que se muestra orgulloso. "Ah¨ª est¨¢ la segunda armon¨ªa de la seguiriya de Paco La Luz y tambi¨¦n est¨¢ la del Marrurro, con su cabal". Reivindica tambi¨¦n la buler¨ªa por sole¨¢, tan de su familia, y el par de buler¨ªas. Para la segunda, con un toque de ranchera, rescata un poema del mejicano Alfonso Reyes, uno de sus poetas amigos. Vicente, que a lo largo de su carrera ha contado con el toque de los m¨¢s grandes, se ha rodeado ahora de lo m¨¢s granado de la actual generaci¨®n de sonanteros jerezanos. Diego, de la casa de los Morao, Manuel, de la de los Parrilla, el otro Manuel Valencia, de los Terremoto, m¨¢s Nono, de la saga de los Jero. Junto a ellos, los distinguidos y brillantes disc¨ªpulos de la escuela de Balao y Carbonero: Alfredo Lagos y Juan Diego Mateo. Con ellos, como con toda la obra, el artista se muestra encantado.
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