John H. Elliott: ¡°Sufrimos las consecuencias de una descentralizaci¨®n excesiva¡±
El hispanista llena la Fundaci¨®n March y alerta de la disgregaci¨®n creciente en todos los ¨¢mbitos
Si a John H. Elliot (Reading, Reino Unido, 1930) le preguntaran algunos de sus logros a destacar en su carrera como historiador dir¨ªa quiz¨¢s dos: la figura del Conde Duque de Olivares y lo que ¨¦l define como monarqu¨ªas compuestas. Ambos fueron personalidades y fen¨®menos de la Edad Moderna. Y en gran parte contribuyeron a retrasar el colapso que se produjo en Europa antes de 1918, con la Primera Guerra Mundial. Sobre ellos habl¨® el profesor em¨¦rito de Oxford en la Fundaci¨®n Juan March la tarde del martes en dos salas abarrotadas conversando con el cr¨ªtico y acad¨¦mico de Bellas Artes, Luis Fern¨¢ndez-Galiano.
El sal¨®n de actos comenz¨® a llenarse a las siete de la tarde. Gran parte del p¨²blico tuvo que conformarse por seguirlo por pantalla en otra sala y en la cafeter¨ªa. Mientras Elliott desgranaba su rigor hist¨®rico, el silencio se cortaba. Las batallas ganadas y perdidas, el influjo del pasado en el presente, ese constante viaje transversal entre la grandeza y la miseria de Espa?a dentro del contexto europeo y universal...
Todo para comenz¨® para Elliott en el Prado. Vel¨¢zquez lo deslumbr¨® de joven durante su primera visita a Espa?a y decidi¨® dejar sus estudios filol¨®gicos para pasarse a la Historia. Sobre todo el retrato barroco a caballo de un hombre que a duras penas sosten¨ªa los br¨ªos de su animal: don Gaspar de Guzm¨¢n, conde duque de Olivares. ¡°Un hombre comparable a Richelieu¡±, coment¨® Elliott. En el ¨ªmpetu de reivindicar o dejar patente la importancia de un pa¨ªs que comenzaba su declive, pero menos comprendido que el franc¨¦s en su propio territorio y a lo largo de la posteridad. Los trabajos en historia comparada de Elliott lo han reivindicado: ¡°Olivares quiso restaurar la reputaci¨®n y la econom¨ªa, aparte de extirpar la corrupci¨®n impuesta por el duque de Lerma¡±.
Otros paralelismos. El que le ocupa ahora: Catalu?a y Escocia. ¡°Desde el siglo XV hasta diciembre de 2017¡±, anuncia. Ser¨¢ en un libro que se publicar¨¢ en oto?o de este a?o en la editorial Taurus pero que aparecer¨¢ en junio en ingl¨¦s. ¡°Se cierra el c¨ªrculo de mi vida. De mi primer libro, La rebeli¨®n de los catalanes hasta ahora, de nuevo, otra rebeli¨®n de los catalanes¡±.
El sue?o del sal¨®n de reinos
Antes de la maqueta de Norman Foster, John Elliott ya ten¨ªa su propio sue?o para el Sal¨®n de Reinos del Museo del Pardo. Lleva 30 a?os insistiendo. Hasta ahora no le han hecho caso. Por si las moscas, antes de que empiecen las obras, lo vuelve a lanzar. Su idea es restaurarlo para lo mismo que fue concebido. "Con las 26 pinturas que quedan en la pinacoteca de las 27 que lo compon¨ªan", insisti¨® Luis Fern¨¢ndez Galiano. La m¨¢s m¨ªtica, el Cuadro de las lanzas de Vel¨¢zquez. Junto a ¨¦l, la plasmaci¨®n de una serie de batallas que fueron conformando para bien y para mal la historia de Espa?a. Como patrono del museo, no ha bajado la guardia. S¨®lo espera que no se lo tomen en cuenta. "Ojal¨¢ que no se cansen de m¨ª", asegura.
Fue con ese estudio como hizo su tesis doctoral en los a?os cincuenta. Hablaba de la revuelta que tuvo lugar en 1640. ¡°Una cat¨¢strofe¡±, asegura Elliott. Para conformarla cont¨® entonces con la ayuda de alguien fundamental en su vida cuando se fue a Barcelona para preparar sus pesquisas: el historiador Jaume Vicens i Vives. ¡°Quiso acabar con el victimismo y conectar la historia de Catalu?a en relaci¨®n a otras regiones de Espa?a¡±, asegur¨®. ¡°Le debo mucho¡±.
Una de las razones que aporta el historiador para aligerar las consecuencias de los desencuentros se basa precisamente en esa visi¨®n de las monarqu¨ªas compuestas. Fen¨®menos surgidos de la necesidad de hacerse entender y caminar juntos a varios pueblos con tendencia a la disgregaci¨®n.
Van asent¨¢ndose en los siglos XV y XVI: ¡°Se forman en territorios plurinacionales. Tratan de dejar fueros y privilegios en una constante negociaci¨®n. Explican tantas cosas¡±, asegura el profesor. ¡°Todo se basa en un entendimiento permanente entre las ¨¦lites de esos territorios y los gobiernos centrales. A veces transcurren bien y otras no tan bien, pero el balance, en general, es bueno y dura en Europa hasta que se produce el colapso de la desintegraci¨®n del Imperio Austroh¨²ngaro¡±.
El fruto de aquellas ententes fue positivo en muchos aspectos para Elliott. ¡°Permiti¨® que se conformaran sociedades plurales. La clave reside en saber conservar eso y hacerlo funcionar m¨¢s ahora que estamos sufriendo las consecuencias de una descentralizaci¨®n excesiva en Espa?a y en Europa¡±.
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