Ian Gibson: ¡°Estoy convencido de que Lorca est¨¢ cerca de la fuente de Aynadamar¡±
Casi 50 a?os despu¨¦s, el hispanista revisa su libro sobre el asesinato del poeta y vuelve a pedir que se busque el cuerpo
Cuando en 1966 Manuel Castilla Blanco, alias Manolillo el comunista, le indic¨® d¨®nde hab¨ªa enterrado el cuerpo de Federico Garc¨ªa Lorca no dud¨® de ¨¦l. Pese a que no aportaran apenas frutos las excavaciones realizadas en 2009 cerca de Alfacar, donde fue fusilado, Ian Gibson sigue convencido de que el encargado de darle sepultura en la fosa no le minti¨®. ¡°No ten¨ªa por qu¨¦ hacerlo. Se la jug¨® llev¨¢ndome hasta ese lugar, a ocho kil¨®metros de Granada¡±. Todav¨ªa viv¨ªa Franco y airear el crimen del poeta que ya se hab¨ªa convertido en s¨ªmbolo universal acarreaba represalias. ¡°Ten¨ªa miedo, es obvio. Pero fue valiente¡±.
Todo eso lo cont¨® el hispanista en La muerte de Federico Garc¨ªa Lorca y la represi¨®n nacionalista de Granada, una investigaci¨®n publicada por la editorial Ruedo Ib¨¦rico en 1971. Apareci¨® en Par¨ªs, fue prohibida en Espa?a y que se convirti¨® en un cl¨¢sico. Pero nuevos datos le han obligado a revisar el libro a?os despu¨¦s y revive ahora en Ediciones B con una profunda puesta a punto, aunque el mismo convencimiento sobre los hechos fundamentales y los lugares que deben rastrearse hasta hallar los restos: ¡°Estoy persuadido de que Lorca est¨¢ en el parque que lleva su nombre, a dos pasos de la acequia de Aynadamar, construida por los ¨¢rabes en el siglo XI para trasladar agua a Granada. La palabra significa Fuente de las L¨¢grimas. Toda una profec¨ªa¡±.
?Qu¨¦ ha cambiado entre las conclusiones a las que lleg¨® despu¨¦s de cinco a?os de investigaci¨®n en la d¨¦cada de los sesenta? Primero, la certeza de que no hallaron restos en el parque de Alfacar, ni tampoco despu¨¦s en el campo de tiro que excavaron apenas medio kil¨®metro m¨¢s cerca del barranco de V¨ªznar el historiador Miguel Caballero y el forense Javier Navarro en dos incursiones.
Tambi¨¦n las pistas que han aportado otros trabajos posteriores. Los del propio Caballero (Las trece ¨²ltimas horas en la vida de Garc¨ªa Lorca), Lorca, el ¨²ltimo paseo, de Gabriel Pozo Felguera, Garc¨ªa Lorca, asesinado. Toda la verdad, de Jos¨¦ Luis Vila-San-Juan. Y, sobre todo, dice Gibson, ¡°la obra p¨®stuma de Eduardo Molina Fajardo, editada en 1983, Los ¨²ltimos d¨ªas de Federico Garc¨ªa Lorca. Como falangista, tuvo acceso a los archivos de la organizaci¨®n local ¨Cyo no, desde luego- y realiz¨® un trabajo admirable¡±.
¡°?Aparecen restos y no se le comunica a un juez como ocurri¨® en 1986 dentro del ¨¢rea del fusilamiento? ?Es kafkiano! Pueden ser los del poeta y los tres que fueron asesinados junto a ¨¦l¡±
Bibliograf¨ªa aparte, adem¨¢s, han abundado los desmanes pol¨ªticos. ¡°Chapuzas¡±, a juicio de Gibson, ¡°que han destrozado rastros¡±. El m¨¢s escandaloso, quiz¨¢, lo que sucedi¨® en 1986. Fue cuando se acotaba el terreno del hoy parque de Alfacar. Ernesto Antonio Molina Linares, entonces vicepresidente segundo de la Diputaci¨®n Provincial dirigida por el PSOE, coment¨® al diario granadino Ideal en 2008 -22 a?os despu¨¦s-, que hab¨ªan aparecido restos humanos. ¡°Junto al olivo se?alado por Castilla Blanco¡±, afirm¨®.
?Y qu¨¦ se hizo? Fueron depositados dentro de una bolsa de pl¨¢stico y dejados en otro punto del recinto. ¡°?Aparecen restos y no se le comunica a un juez? ?Es kafkiano! Pueden ser los del poeta y los tres que fueron asesinados junto a ¨¦l¡±, clama Gibson.
Aquel tr¨ªo de v¨ªctimas ha resultado clave para las investigaciones posteriores. Eran el maestro republicano Di¨®scoro Galindo Gonz¨¢lez y los banderilleros anarquistas Galad¨ª y Cabezas. Sus descendientes han pedido que se busquen los restos. Y eso ha dado lugar a las operaciones que se han llevado a cabo en la zona. ¡°Sin su ayuda, no hubiera sido posible¡±, a?ade Gibson. Entre otras cosas porque la familia Lorca no quiere. ¡°No logro entender por qu¨¦ no han liderado ese movimiento. El poeta representa a todos las v¨ªctimas del franquismo. A m¨¢s de 100.000, que a¨²n siguen en las cunetas. Es un s¨ªmbolo universal, no pertenece a nadie¡±. Y a?ade: ¡°Creo que los despojos se volvieron a enterrar cerca o quiz¨¢s debajo de la enorme fuente monumental construida al fondo del parque¡±.
Otra de las aportaciones definitivas de esta nueva revisi¨®n tiene que ver con las pistas sobre el general Queipo de Llano, m¨¢ximo responsable de la sublevaci¨®n en Andaluc¨ªa. ¡°Lorca solo pas¨® d¨ªa y medio en la sede del Gobierno Civil de Granada. Mi convicci¨®n es que, antes de matarlo en las primeras horas del 18 de agosto de 1936, pidieron permiso¡±.
La teor¨ªa lleva a un tri¨¢ngulo claro en la escala de responsabilidades. Si hay que repartir culpas directas hablar¨ªamos de tres implicados fundamentales, seg¨²n Gibson. Primero el ultraderechista Ram¨®n Ruiz Alonso, exdiputado de la CEDA de Gil Robles por Granada, que lo detuvo en casa de la familia Rosales. Despu¨¦s, el comandante Jos¨¦ Vald¨¦s Guzm¨¢n, encargado del Gobierno Civil. Por ¨²ltimo Queipo de Llano, a quien Vald¨¦s contact¨® antes de tomar la decisi¨®n definitiva. ¡°Pudo hacerlo perfectamente por tel¨¦fono. El lunes 17 de agosto, Ideal anunci¨® en primera plana que unas horas antes se hab¨ªan restablecido las comunicaciones¡±.
As¨ª que cabe pensar con certeza que Queipo pronunciara aquello de: ¡°Caf¨¦, darle mucho caf¨¦¡±. En otras palabras: matadlo. ¡°Era un energ¨²meno. ?Qui¨¦n mejor que Lorca para demostrar en aquellos primeros d¨ªas de feroz represi¨®n antirrepublicana, un mes justo despu¨¦s del alzamiento, que iban en serio. Ser¨ªa todo un escarmiento¡±.
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