¡®M¨¦dico de familia¡¯ y la nostalgia
El programa de Bert¨ªn Osborne en la casa de Lydia Bosch fue mod¨¦lico para comprender en qu¨¦ no consiste una entrevista
La primera dificultad que surge a contemplar Mi casa es la tuya (Telecinco) es la de encontrar su categor¨ªa en el ¨¢mbito digital. ?Programa del coraz¨®n?, ?documental?, ?concurso?, ?talk show?, ?cocina?... pues un poco de todo, pero poco. Inicialmente puede parecer un programa de entrevistas: el conductor del programa, Bert¨ªn Osborne, recibe al invitado o acude a su domicilio, y mantiene una relajada entrevista de cerca de una hora. Bueno, una entrevista exactamente, no. Para ello el entrevistador necesitar¨ªa documentarse algo sobre el entrevistado. Saber qui¨¦n es, qu¨¦ ha hecho y procurar desvelar en alguna medida su personalidad. El programa de este viernes fue mod¨¦lico para comprender en qu¨¦ no consiste una entrevista. Osborne reconoci¨® no haber visto ning¨²n cap¨ªtulo de la serie que justificaba la presencia de la actriz e incluso pidi¨® a los asistentes que le hicieran "un resumen r¨¢pido". Los presentadores y cortijeros son as¨ª.
Asist¨ªa el simp¨¢tico cantante y presentador a la casa de la simp¨¢tica actriz Lydia Bosch, coprotagonista de una afamada serie de los 90, M¨¦dico de familia, 119 cap¨ªtulos con una media de audiencia de entre cinco y diez millones de espectadores. Tras la primera charla se incorporaron Luisa Martin y Francis Lorenzo, tambi¨¦n de la serie y responsables del men¨² -pulpo a feira y espaguetis marinera- y, por ¨²ltimo, aparecer¨ªan los, entonces, tres ni?os hijos del m¨¦dico ahora ya maduros hechos y derechos. Mucho ja, ja, je, je y la certeza de la sabidur¨ªa de Jo?o Guim?raes Rosa cuando escribi¨® que "cada nostalgia es una especie de vejez".
La audiencia sab¨ªa previamente de la larga sombra que sobrevolaba sobre el disuelto matrimonio de la invitada. Era, o pod¨ªa ser, el reclamo morboso del programa, algo tan querido por la cadena de los salvadores supervivientes, mujeres, hombres o viceversa. No se habl¨® directamente del asunto pero surgi¨® espor¨¢dicamente tres o cuatro veces, las suficientes para saber que hab¨ªa dejado varias cicatrices. Misi¨®n cumplida con educaci¨®n, sin acritud.
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