Los guerrilleros del sintetizador
'La Contra Ola', una recopilaci¨®n francesa, explora la olvidada escena del tecno espa?ol de los ochenta
Qu¨¦ pa¨ªs tan extra?o. Desde hace un tiempo, parece que solo se estudia a la Movida para resaltar sus (posibles) pecados. El pliego de cargos ¡ªestaba contaminada por su uso pol¨ªtico, carec¨ªa de grandes creadores¡ª llega incluso a lo moral, con quejas de se?orita melindrosa: tanta confusi¨®n sexual, tanto gusto por las drogas¡
Lo extraordinario es la m¨ªnima atenci¨®n que prestan a la m¨²sica en s¨ª. Se procesa, enjuicia y condena a partir del canon implantado por colecciones tipo La edad de oro del pop espa?ol, limitadas a los triunfadores de los 80. Hay escaso inter¨¦s por la taxonom¨ªa del movimiento: una mirada panor¨¢mica complicar¨ªa los argumentos de estos nuevos inquisidores. Resulta que, fuera de Espa?a, carecen de esos prejuicios. Ha salido una recopilaci¨®n francesa que se atreve a agrupar a muchos de los disidentes bajo la etiqueta de La Contra Ola, es decir: ¡°synth wave y pospunk hechos en Espa?a entre 1980 y 1986¡±. La Contra Ola comparte algunos nombres con Tensi¨®n y Sombras, antolog¨ªas a¨²n m¨¢s extensas y ecl¨¦cticas lanzadas a?os atr¨¢s por el sello madrile?o Munster, as¨ª que dif¨ªcilmente cabe excusarse en que se trata de m¨²sicas inaccesibles.
S¨ª eran m¨²sicas marginadas, por su propia naturaleza o por provenir de discogr¨¢ficas min¨²sculas (de hecho, algunas salieron en casetes). Pero sin exagerar: el librito de La Contra Ola asegura que el 1? Simposium Tecno, celebrado en el Marquee madrile?o, termin¨® con la Guardia Civil (?!) deteniendo a p¨²blico y m¨²sicos. Oiga, no: deben confundirse con otro acontecimiento de 1981, el tejerazo, ocurrido quince d¨ªas antes, en el Congreso de los Diputados. El citado Simposium reun¨ªa a grupos que sonaban regularmente en Primera L¨ªnea, espacio de Onda 2 que presentaba un servidor.
Un programa que se col¨® en la emisora gracias a un subterfugio: su t¨ªtulo parec¨ªa prometer dedicaci¨®n al reggae; el sintagma front line ("primera l¨ªnea") se identificaba entonces con un ¨¦xito de Eddy Grant y con el sello jamaicano de Virgin Records. En Onda 2 dominaba la new wave m¨¢s cl¨¢sica ("pop puro para la gente de ahora", en la formulaci¨®n de Nick Lowe) y se despreciaba a los grupos armados de sintetizadores y cajas de ritmos. Pinchaban los ¨¦xitos de OMD, The Human League o Soft Cell pero ignoraban las propuestas m¨¢s radicales, de Cabaret Voltaire a Suicide.
De rebote, ese apartheid est¨¦tico estrech¨® la oferta sonora de lo que terminar¨ªa siendo denominado como la Movida, generalmente restringida a grupos de guitarras. Lo que qued¨® fuera, seg¨²n La Contra Ola, constitu¨ªa una tropa tan fascinante como heterog¨¦nea. La ¨¦tica del trabajo de Aviador Dro, con su aroma a secta, chocaba con el aparente dilatentismo de Oviformia Sci. La poderosa contundencia de los alicantinos TodoTodo no casaba con las producciones desgalichadas del canario Domi Delgado. Visualmente, la exquisitez fashion de L¨ªnea Vienesa contrastaba con el look bohemio de Derribos Arias.
Como doble LP o como CD con 19 cortes, La Contra Ola (Bongo Joe) indaga en la zona de sombras que qued¨® fuera del retrato oficial de la Movida, sugiriendo perfiles de guerrilleros voluntariosos, que dif¨ªcilmente pueden ser sometidos a los actuales procesos de depuraci¨®n, obra de justicieros perezosos que ni siquiera han hecho los deberes de investigar en la cara B de los ochenta.
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