Rom¨¢n, herido en la pierna izquierda

El joven Rom¨¢n se present¨® en Sevilla y sufri¨® una aparatosa voltereta con cornada incluida al poco de pisar el albero maestrante. Aut¨¦ntica mala suerte. Ciertamente, fue una presentaci¨®n breve. Solo tuvo tiempo de demostrar en un par de tandas con la muleta que ven¨ªa a por todas, que sabe torear despacio y con temple, y que no estaba dispuesto a volverse de vac¨ªo. Pero un toro mal presentado, manso, soso, sin fiereza y emoci¨®n alguna, una birria de toro bravo, lo enganch¨® por la pierna izquierda, lo volte¨®, lo busc¨® con sa?a en el suelo y lo mand¨® a la enfermer¨ªa con toda la media ensangrentada, prueba evidente de que iba herido.

El triunfador de la tarde fue Pepe Moral, que nada pudo hacer ante su primero, un buey pesado, sin casta ni codicia, al que le costaba un mundo moverse. Entendi¨® muy bien a su segundo, un dechado de nobleza, aunque escasamente fortalecido y con poca capacidad de movimiento. Se coloc¨® Moral en el lugar exacto y, despu¨¦s de trazar alg¨²n derechazo estimable, tom¨® la izquierda y dibuj¨® un manojo de naturales de toreo de sal¨®n, largos, hondos, lent¨ªsimos, que hubieran adquirido una alt¨ªsima consideraci¨®n si el toro hubiera sido algo m¨¢s que un marmolillo bienintencionado. Muy andar¨ªn y deslucido fue el sexto, y todo qued¨® en un deseo incumplido.

Finalizada la primera faena de muleta, asomaron cuatro pa?uelos en los tendidos mientras el matador, Curro D¨ªaz, se acercaba al burladero de cuadrillas. Arrastrado el toro entre leves palmas, una ovaci¨®n oblig¨® al torero a salir al tercio a saludar. Y as¨ª sucedi¨®; con generosidad sevillana se le agradecieron los pocos y bonitos detalles que tuvo ante un animal que exigi¨® otra actitud del diestro. Acabado el gesto, Curro se dirig¨ªa a su sitio pero, antes de alcanzar el callej¨®n, cambi¨® de opini¨®n e inici¨® una sorprendente vuelta al ruedo que nadie le hab¨ªa pedido ni, por supuesto, hab¨ªa merecido. No hubo m¨¢s que protestas aisladas, pero fue un detalle el de Curro D¨ªaz muy poco torero. No se debe uno arrogar premios a los que no se ha hecho acreedor, y mucho menos en esta plaza.

La verdad es que no estuvo mal ante un toro que cumpli¨® en el caballo y repiti¨® con nobleza en el tercio final. Curro D¨ªaz lo recibi¨® de capote con excesiva brevedad y molestado por el viento, y muleta en mano, despert¨® la esperanza con un inicio en el que combin¨® los trincherazos, los pases por alto y dos de pecho que ilusionaron al respetable. Hubo, despu¨¦s una buena tanda de muletazos con la mano derecha y asentadas las zapatillas, y otra a continuaci¨®n que tuvo menos hondura. Y, a todo esto, el toro segu¨ªa embistiendo. Baj¨® el tono del animal por el lado izquierdo, y ya solo hubo detalles de torer¨ªa, pero no una faena hilvanada. En fin, que todo qued¨® en detalles bonitos, muy al estilo de este torero, de buen corte y elegante siempre, pero poco amigo de triunfos arrolladores. Y la vuelta al ruedo sobr¨®, sin duda alguna; un gesto impropio de un torero que debe conocer d¨®nde est¨¢.

Tampoco estuvo mal ante su segundo, otro nobl¨®n con muy poco fuelle. De nuevo, un inicio esperanzador por alto, y dos buenas tandas por el lado derecho, con aroma y torer¨ªa. Una estocada baja, muerte r¨¢pida del toro, petici¨®n mayoritaria del p¨²blico que no atiende la presidenta y otra vuelta al ruedo, con m¨¢s sentido en esta ocasi¨®n. Lo dicho: torero de ?bien¡­! m¨¢s que de ?¨®le¡­!