Las cinco esquinas de Sergio Ram¨ªrez
El escritor nicarag¨¹ense recibe este lunes el Premio Cervantes, que reconoce a un autor que ha cultivado casi todos los g¨¦neros literarios. Cinco expertos en su obra analizan sus principales facetas
EL NOVELISTA
Balzac de Nicaragua, por GIOCONDA BELLI
Si en Nicaragua se atribuye a Rub¨¦n Dar¨ªo la paternidad de la abundante producci¨®n po¨¦tica en el pa¨ªs, le corresponde a Sergio Ram¨ªrez ser el patriarca de la novela nicarag¨¹ense. A pesar de la calidad y alcance de novelistas como Rosario Aguilar o Lizandro Ch¨¢vez, contempor¨¢neos suyos, ¨¦l ha sido sin duda quien puede ufanarse de colocar la novela a la altura de la gran poes¨ªa que ha ocupado el cetro de honor en Nicaragua. Haber sido galardonado este a?o con el Premio Cervantes, confirma esta novedad. La narrativa de Sergio marc¨® ¨¦poca. Al convertir en ficci¨®n la realidad nos entreg¨®, a sus compatriotas, una lupa magn¨ªfica para percatarnos del may¨²sculo disparate que era la propia historia y algunos de sus personajes m¨¢s emblem¨¢ticos. La mirada que en su libro De tropeles y tropel¨ªas (1971) ven¨ªa retratando el sino de un pa¨ªs atrapado por una dinast¨ªa de dictadores, expandi¨® su alcance durante su estancia en Berl¨ªn, del 73 al 75, con una beca de escitor. All¨ª Sergio escribi¨®?Te dio miedo la sangre? novela que ha sido reeditada por el Fondo de Cultura Econ¨®mica con motivo del Premio Cervantes y que fue publicada primero en Caracas por Monte ?vila editores en 1977 y luego por Carlos Barral en 1979. Esta obra es un complejo y desconcertante tapiz, una pantalla donde desfilan paisajes, dramas y personajes que componen el nudo de la obsesi¨®n de este autor con la patria y sus desgracias. De esa ¡°copa de la iniquidad¡± pero tambi¨¦n de su contrario: el esp¨ªritu rebelde, irreverente, creativo y apasionado del pueblo nicarag¨¹ense, procede la monumental obra de Sergio Ram¨ªrez. De Castigo divino a Margarita, est¨¢ linda la mar o Ya nadie llora por m¨ª, diez novelas dan la talla de este centroamericano cuya pluma afilada construye meticulosa y minuciosa una ficci¨®n que no tiene nada que envidiarle a la realidad. A menudo he pensado que Sergio Ram¨ªrez es el Balzac de nuestra sociedad, un retratista implacable cuya br¨²jula apunta siempre al meollo de la condici¨®n humana y por lo mismo no es ajena ni a la soledad del monstruo, ni a los cristales cortantes del az¨²car. Hay que agradecer que la p¨¦rdida en 1990 de su cargo de vicepresidente y del poder pol¨ªtico en Nicaragua, le facilit¨® la recuperaci¨®n de su m¨¢s grande poder: la literatura.
EL CUENTISTA
Narrador nato, por EDGARDO RODR?GUEZ JULI?
Los cuentos de Sergio Ram¨ªrez podr¨ªan responder a dos paradigmas: En uno de ellos el cuento amplifica su significado desde una semilla que a veces resulta en lo oscuro y esperp¨¦ntico. Estos son cuentos de gran atm¨®sfera, cuyo impacto en el lector avanza sigilosamente. Ya en el juvenil ¡®Charles Atlas tambi¨¦n muere¡¯ vemos esta manera de narraci¨®n corta. En la reciente colecci¨®n Flores oscuras pienso que esta manera alcanza su culminaci¨®n. En el otro modo, m¨¢s tradicional, cuentos concebidos a la manera de Ch¨¦jov, el significado se nos manifiesta oblicuo, logrando, como en Dubliners, de Joyce, los finales reveladores, las notorias ¡°epifan¨ªas¡±, siempre algo enigm¨¢ticas e inciertas. Como dec¨ªa Edmund Wilson sobre los cuentos de Katherine Anne Porter: ¡°La limpieza de las oraciones, la exactitud de la frase, son enga?osas a¨²n despu¨¦s de haber comunicado algo¡±. En el cuento ¡®Juego perfecto¡¯, de la primera ¨¦poca de la narrativa de Ram¨ªrez, encontramos el mejor ejemplo de este modo en que tambi¨¦n se manifiesta la perfecci¨®n de su cuent¨ªstica, esta vez con un leve toque de misterio. Dec¨ªa Dorothy Parker sobre los cuentos de Hemingway: ¡°Elimina los detalles con magn¨ªfica prodigalidad; mantiene sus palabras en la trayectoria corta.¡± Ram¨ªrez, siendo un cuentista nato, siempre intuy¨® estas lecciones. Y su maestr¨ªa en el cuento no se queda aqu¨ª, porque adem¨¢s de la econom¨ªa de palabras en el ¡°tramo corto¡±, y hacia el significado oblicuo, es capaz de conmovernos, en tanto quedan aquellas reverberaciones emotivas, ecos del significado que, a pesar de ser casi desvelado, a¨²n permanece discretamente callado. Sergio es un cuentista ¡°nato¡±, un ¡°natural¡± seg¨²n la jerga del b¨¦isbol. En esto hay mucho de intuici¨®n, de un sexto sentido, muy complejo, que me indica ¡°detente, no escribas m¨¢s, hasta aqu¨ª¡±, as¨ª logrando ese fino equilibrio del cuento entre el ocultamiento y la llamada ¡°epifan¨ªa¡± o revelaci¨®n. Raymond Carver y Sergio Ram¨ªrez est¨¢n en esa larga l¨ªnea de verdaderos artistas del cuento que arranca con Ch¨¦jov. Pero mientras Carver a veces resulta herm¨¦tico, Ram¨ªrez siempre evidencia el significado. Y esto no es poca cosa, esa diferencia entre lo amanerado y lo cl¨¢sico.
EL MEMORIALISTA
La ¨¦pica de una ¨¦poca, por ANNA CABALL?
Bernal D¨ªaz del Castillo escribi¨® sus recuerdos de soldado espa?ol en su retiro de Santiago de Guatemala, molesto porque alguien quer¨ªa contarle su propia vida. Ese alguien era el cronista Francisco L¨®pez de G¨®mara, lanzado a escribir una Historia general de las Indias sin haber salido de Valladolid. D¨ªaz del Castillo titul¨® su obra Historia verdadera de la conquista de Nueva Espa?a. Una historia contra otra historia ¡°verdadera¡±. Relato contra relato, nada m¨¢s actual, aunque nos olvidemos a veces de la tradici¨®n con la que cargan todas las voces que se erigen en portavoces de la verdad. Al escritor y pol¨ªtico nicarag¨¹ense Sergio Ram¨ªrez, uno de los protagonistas de la ca¨ªda de Somoza, nadie le estaba disputando, con otro libro, su memoria cuando se decidi¨® a escribir Adi¨®s muchachos. Una memoria de la revoluci¨®n sandinista, su magn¨ªfica cr¨®nica personal de lo que vino a ser una utop¨ªa compartida. Una utop¨ªa que concentr¨® en su momento un inter¨¦s mundial, al estilo del suscitado en 1936 por la guerra civil espa?ola, pero que, como en el caso de la Rep¨²blica, se deshizo como el humo. La idea dominante es que aquella formidable experiencia que tambi¨¦n estremeci¨® al mundo porque parec¨ªa destinada a alterar el curso de la historia y acabar con la pobreza en Nicaragua qued¨® en una gran frustraci¨®n que no merece ser recordada por los recelos que suscita. Sergio Ram¨ªrez se pregunta en Adi¨®s muchachos si no es injusto el exceso de olvido ca¨ªdo sobre el sandinismo, convertido con el tiempo en un amasijo de sue?os rotos y de esperanzas vencidas. ?Es el sino de la humanidad, ver c¨®mo sus ilusiones se esfuman al contacto con la realidad y todos sus intereses? El escritor nicarag¨¹ense, siempre abrumado por la melancol¨ªa de lo que pudo ser, se esfuerza en rescatar los valores de una revoluci¨®n que supo crear, pese a los errores, una ambici¨®n de identidad colectiva y trastoc¨® los valores imperantes, la conducta de los individuos y los lazos familiares, forjando una ¨¦tica de solidaridad y una nueva cultura. Yo estuve all¨ª, nos dice Ram¨ªrez, formando parte de aquella ilusi¨®n de futuro. Y, como Dickens en Historia de dos ciudades, cree que ¡°fue el mejor de los tiempos, fue el peor de los tiempos¡±. En todo caso, ¨¦l quedar¨ªa marcado por ellos, por la muchachada del FSLN que tumb¨® a Somoza en julio de 1979 y por la desesperaci¨®n de 1990, cuando el sandinismo perdi¨® su oportunidad de rectificar. No hab¨ªa conseguido crear riqueza ni desarrollo. Pero el ¡°adi¨®s muchachos¡± de Sergio Ram¨ªrez tiene algo de ¡°hasta siempre¡±. Y es que ?qui¨¦n puede olvidarse del fulgor?
EL CRONISTA
Periodismo y fantas¨ªa, por JUAN CRUZ
Hay tres sombras ben¨¦ficas sobre la actitud de Sergio Ram¨ªrez, como escritor de novelas, como escritor de cuentos y como escritor en peri¨®dicos. Una es la de Tom¨¢s Eloy Mart¨ªnez: la capacidad para convertir en historia fant¨¢stica un suceso que ¨¦l contemplara. El cuento m¨¢s ¨ªntimo de Sergio, ¡®No me vayan a haber dejado solo¡¯, tiene esa resonancia nebulosa, fantasmal, que acompa?a a su amigo argentino a escribir casi todos los relatos de Lugar com¨²n la muerte, sobre todo el que incluye su fantasmal visita a Saint John Perse. El otro contempor¨¢neo de su clase que le acompa?a a la mesa de escribir (periodismo, literatura) es Mario Vargas Llosa. En este caso, son dos preocupaciones que no abundan en la actitud de Tom¨¢s Eloy (periodista antes que todo y por tanto hombre que improvisaba sus tiempos) a la mesa de redactar. Como el Nobel peruano, Sergio Ram¨ªrez es consciente de que sin constancia, sin la sujeci¨®n a la silla, ma?ana y tarde, no hay historia, y sobre todo no hay siquiera continuidad de la historia. Y hay un tercer ejemplo que prolonga su talento, su constancia y su amor por algo que la literatura depara solo cuando la acaricias mucho: es el ejemplo musical de la escritura que recoge de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. Todo lo mejor de Gabo parte de su o¨ªdo musical para hacer que la realidad se devuelva al papel con el ritmo que hace que una cr¨®nica no sea tan solo un cuento lleno del sonido de la realidad, sino una especie de poema que contiene tiempo, sucesos y m¨²sica. Hay al respecto una cr¨®nica period¨ªstica que parece un cuento en el que est¨¢n, de noche, los citados Tom¨¢s Eloy y Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez con Carlos Fuentes y otros. Y con la aventura de lo que dicen Sergio no s¨®lo construye una cr¨®nica, un hecho, sino que aventura un mundo. Como hac¨ªa Gabo en todas las cr¨®nicas que hizo como periodista casi desde que sali¨® del cascar¨®n caribe?o. Su gran cr¨®nica, llena de amor y melancol¨ªa, pero no de rencor, es Adi¨®s muchachos, el libro con el que cierra con sello de alto periodismo su etapa de revolucionario sin otras armas que la esperanza de servir al pueblo contra el tirano. Ese libro es su cr¨®nica de cr¨®nicas: la familia, el pa¨ªs, la gente, las traiciones, el amor, la sangre, la memoria y el olvido. Al final de su introducci¨®n explica: ¡°Yo estuve all¨ª¡±. Hasta en lo que parece fantas¨ªa en sus cuentos, en sus novelas y en su periodismo, este hombre habitado por tantas m¨²sicas expresa de un modo u otro que ¨¦l estuvo all¨ª. Un periodista habitado por el ritmo de la fantas¨ªa y de la verdad, est¨¢ mirando en primera persona hasta aquello que de irrealidad tienen los cuentos.
EL AGITADOR
Las puertas abiertas de Centroam¨¦rica, por Fco. JAVIER SANCHO MAS
Lo llama su ¡°nave espacial¡±. Es ese despacho de Managua donde escribe, separado por un peque?o jard¨ªn para conversar al fresco de la tarde. En realidad, nada m¨¢s lejos de una nave espacial. En su interior, todo huele a madera, al que la humedad de Managua le da un toque a barrica como en las que envejece el whisky de malta. Otro olor salta a la vista: libros por todas partes que se rebelan contra el orden de biblioteca. La nave tiene varias puertas, y aunque se supone que se blinda en las ma?anas para escribir, nunca las he visto cerradas. Antes a¨²n que la literatura o la pol¨ªtica, la primera pasi¨®n de Sergio es y ha sido la promoci¨®n y gesti¨®n cultural. La cosa le viene de chico. A los doce a?os, como en una versi¨®n nica de Cinema Paradiso, proyectaba pel¨ªculas desde la cabina de la ¨²nica sala del pueblo (Masatepe), a cargo de su t¨ªo ?ngel. Despu¨¦s, el gusanillo de las revistas. La m¨¢s importante ser¨ªa Ventana, que fund¨® en la universidad de Le¨®n, y a la que se asomaron autores j¨®venes y c¨¦lebres sin perder de vista la cr¨ªtica social, ineludible en la Nicaragua de entonces y de todav¨ªa. Y despu¨¦s, El repertorio centroamericano (en San Jos¨¦) o El semanario (en Managua). A partir de 2004, www.caratula.net, que no ha conocido el papel porque as¨ª, en digital, se ha convertido en la conexi¨®n m¨¢s r¨¢pida de la actividad cultural de la regi¨®n con el resto del mundo. Sus colaboraciones como columnista han sido puertas abiertas que agitan el debate intelectual en decenas de medios. Y tambi¨¦n ha salido a hacer reportajes como el que escribi¨® en Hait¨ª para la serie Testigos del Olvido de EL PA?S Semanal y M¨¦dicos Sin Fronteras. Ha estado al frente de editoriales, como EDUCA, en Costa Rica, que consigui¨® una distribuci¨®n por todo el ¨¢rea centroamericana, que hoy parece imposible. O Nueva Nicaragua, en sus a?os de gobierno durante la revoluci¨®n, que puso a los cl¨¢sicos en todo el pa¨ªs a precios populares. Y destaca su promoci¨®n de festivales literarios. En Costa Rica, durante los setenta, como secretario general del consejo de universidades centroamericanas, impuls¨® encuentros que gozaron del prestigio de invitados de todo el mundo. Y no desaprovech¨® la oportunidad de sumar a algunos de ellos a la causa contra Somoza, como Cort¨¢zar o Garc¨ªa M¨¢rquez. De aquel germen procede el actual Centroam¨¦rica Cuenta, el festival literario m¨¢s destacado de la regi¨®n, que se celebra cada mes de mayo en Managua. Sergio se ha sabido siempre embajador cultural del istmo centroamericano, fiel a ese lema dariano de ¡°Si la patria es peque?a, uno grande la sue?a¡±. Y a ello le ha a?adido la generosa promoci¨®n y apoyo a los j¨®venes escritores en espa?ol. De eso es testigo un servidor que lleg¨® en su d¨ªa a tocar a la puerta de su nave espacial con una primera novela, o tost¨®n de 300 p¨¢ginas, que ¨¦l ley¨® sin pereza a punta de l¨¢piz, cuyas correcciones a¨²n conservo como un manual de estilo. Y lo mismo con cientos de escritores j¨®venes, dentro y fuera de sus talleres literarios. Prueba de ello, la edici¨®n de colecciones de poes¨ªa y narrativa centroamericana, como las que hizo con el Fondo de Cultura Econ¨®mica (FCE) de M¨¦xico, en 2011: Puertas abiertas y Puertos abiertos. Piloto de una nave espacial que no se despega del suelo, porque nunca llega la orden de cerrar las puertas.
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