Otro Handel truncado
El car¨¢cter tan poco teatral de una interpretaci¨®n muy pobre en contrastes, pegada a la letra y parca en fantas¨ªa y variedad, disipan las dudas sobre Martin Haselb?ck
Charles Burney, que sab¨ªa siempre muy bien lo que dec¨ªa, y que conoci¨® personalmente al compositor en su juventud y toc¨® bajo su direcci¨®n en varios de sus oratorios, escribi¨® en su Historia General de la M¨²sica que la composici¨®n de Radamisto ¡°es m¨¢s s¨®lida, ingeniosa y llena de fuego que cualquier otro drama que Handel hubiera producido hasta entonces en este pa¨ªs¡±. La fortuna, sin embargo, le ha sido esquiva y es uno de los t¨ªtulos menos representados del alem¨¢n. A Madrid, siguiendo la reciente estela de Rinaldo y Ariodante, ha llegado en versi¨®n de concierto, una vez m¨¢s sometida a profusos cortes -algunos comprensibles y otros indeseables-, sin que queden nunca muy claras las razones ¨²ltimas de la poda. Llama la atenci¨®n, por ejemplo, que las notas del programa de mano hablen expresamente de Qual nave smarrita como ¡°uno de los momentos m¨¢s sublimes de la historia de la ¨®pera¡± y que, en cambio, nos fuera hurtada su interpretaci¨®n en el tercer acto, ya que fue una de las v¨ªctimas de la implacable guada?a.
Martin Haselb?ck sembr¨® no pocas dudas sobre sus credenciales handelianas con el oratorio Susanna que dirigi¨® en Madrid en 2015. Ahora aquellas dudas no han hecho m¨¢s que ratificarse, sobre todo por el car¨¢cter tan poco teatral de una interpretaci¨®n muy pobre en contrastes, pegada a la letra y parca en fantas¨ªa y variedad. Extra?amente, Haselb?ck sit¨²a dos bloques de continuo a ambos lados del escenario (uno con fagot, el otro sin ¨¦l, y ambos con clave, violonchelo y contrabajo) que utiliza individual o conjuntamente, y en la secci¨®n de cuerda de su Wiener Akademie, un grupo historicista, abundan barbadas y almohadillas (empezando por el propio concertino), lo cual suele indicar que se trata de instrumentistas modernos reciclados. El sonido es en general pesado, poco ¨¢gil, y unos oboes de sonido excesivamente dulz¨®n tampoco ayudan a hacer m¨¢s atractiva su sonoridad. El austr¨ªaco tiende a situarse en los extremos en la elecci¨®n de tempi, demasiado r¨¢pidos o demasiado lentos, y los recitativos (o, mejor, su esqueleto, porque sufrieron cortes constantes e inmisericordes, dificultando con ello la comprensi¨®n de la trama o el porqu¨¦ de algunas arias) rara vez poseyeron br¨ªo o sustancia dram¨¢tica. Instrumentalmente, lo mejor que se escuch¨® fueron los solos de violonchelo de dos arias, mod¨¦licamente interpretados por Philipp Comploi, un excelente m¨²sico.
Radamisto
M¨²sica de George Frideric Handel. Carlos Mena, Florian Boesch, Patricia Bardon y Sophie Karth?user, entre otros. Wiener Akademie. Director: Martin Haselb?ck. Auditorio Nacional, 22 de abril.
El reparto vocal, como ya sucedi¨® en Susanna, ha sido extremadamente desigual. En lo m¨¢s alto, sin duda, el Tiridate rotundo y rebosante de aplomo de Florian Boesch (que acababa de triunfar en un recital de Lied en el Teatro de la Zarzuela y que cosech¨® aqu¨ª el primer aplauso espont¨¢neo del p¨²blico en Alzo il volo di mia fama, ya en el tercer acto), un cantante con un don especial para trasladar todos los matices del texto, y el Radamisto de Carlos Mena, un contratenor que jam¨¢s defrauda y que, a pesar de las exigencias redobladas por la extrema velocidad impuesta por Haselb?ck en algunos momentos (de locos en Vanne, sorella ingrata), super¨® con nota los numerosos escollos de su parte y cant¨® con perfecta dicci¨®n y asombrosa precisi¨®n en la pirot¨¦cnica coloratura. L¨¢stima que Haselb?ck le impidiera ofrecer la secci¨®n contrastante y el da capo de sus dos arias del tercer acto.
Con los ojos clavados permanentemente en la partitura (al contrario que Mena, que cant¨® muchos recitativos de memoria), Patricia Bardon fue una Zenobia atractiva t¨ªmbricamente (aunque la voz raras veces se proyecta di¨¢fana), pero muy inexpresiva en lo emocional. Sophie Karth?user fue tan as¨¦pticamente correcta como en el reciente Elias del Teatro Real, Melanie Hirsch revel¨® serios problemas de afinaci¨®n y de dicci¨®n (spaventoso su italiano) y Valerie Vinzant, de voz muy peque?a, se estrell¨® contra el muro de sus pasajes de agilidad. Lo m¨¢s suave que puede decirse de Christian Hilz, que dice ser un bajo, y aun en el supuesto caso de que estuviera enfermo, es que cuesta entender su presencia en un escenario junto a verdaderos cantantes profesionales.
Haciendo balance de la trilog¨ªa oper¨ªstica de Handel que hemos escuchado en poco m¨¢s de un mes en Madrid, los mejores recuerdos los ha dejado Rinaldo, que no conoci¨® tampoco, ni con mucho, una interpretaci¨®n mod¨¦lica. Este adjetivo cuadra m¨¢s a la Rodelinda escuchada la temporada pasada en el Teatro Real, donde, aun sin instrumentos originales, s¨ª que escuchamos un Handel vivo, intenso, multicolor y, sobre todo, teatral. Radamisto merecer¨ªa tambi¨¦n, y mucho, verse escenificada. Tambi¨¦n sobre esto opin¨® Charles Burney: ¡°Pocas ¨®peras de Handel ofrecer¨ªan m¨¢s diversi¨®n para un p¨²blico moderno que Radamisto, en la que hay tantas espl¨¦ndidas canciones en diversos estilos que con unos pocos cambios para adaptarse a los cantantes, y ajustarse al gusto de los tiempos, su val¨ªa intr¨ªnseca y la celebridad a¨²n creciente de Handel despertar¨ªan la atenci¨®n hacia ella y ver¨ªa as¨ª renovado su favor¡±. El p¨²blico ¡°moderno¡± al que se refiere Burney es, claro, el del momento de publicar su Historia General de la M¨²sica en el revolucionario a?o de 1789. Ahora somos nosotros.
Babelia
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