¡°Las ficciones cuentan m¨¢s verdades que las historias sobre la supuesta realidad¡±
El autor colombiano reflexiona sobre el lugar de la literatura en 'Viajes con un mapa en blanco'
La novela construye la noci¨®n de individuo. Alienta las preguntas sobre el punto de partida de una lectura, puesto que no es lo mismo entrar en el universo de Jorge Luis Borges desde Frank Kafka o Miguel de Cervantes. Pero indica tambi¨¦n el camino oportuno para alcanzar una comprensi¨®n m¨¢s precisa de la realidad, por encima de las atronadoras sentencias que presiden la conversaci¨®n p¨²blica, sobre todo en las redes sociales. Juan Gabriel V¨¢squez (Bogot¨¢, 1973), uno de los grandes narradores colombianos, acude ahora al ensayo para moldear, a partir de 14 clases impartidas en la universidad suiza de Berna, una reflexi¨®n sobre el rastro de la novela, los engranajes del relato y su lugar en el mundo de hoy.
Desde El Quijote hasta el boom latinoamericano, Viajes con un mapa en blanco (Alfaguara) es una invitaci¨®n a redescubrir a algunos padres de la literatura moderna y contempor¨¢nea y, al mismo tiempo, una aproximaci¨®n al mundo a trav¨¦s de la narraci¨®n. ¡°Vargas Llosa, Carlos Fuentes, incluso Cort¨¢zar, fueron brillantes ensayistas, Garc¨ªa M¨¢rquez nunca practic¨® el ensayo como g¨¦nero. Yo crec¨ª como lector de ensayo literario. Siempre me ha parecido una manera inevitable de aprender a leer a los otros y nombrar las cosas que suceden en la p¨¢gina cuando escribo¡±, avisa V¨¢squez sentado en el sal¨®n de su casa, en el norte de Bogot¨¢.
Sin embargo, hablar de ficci¨®n supone tambi¨¦n pensar nuestras sociedades, que como dijo Ricardo Piglia, son ¡°tejidos de historias¡±. Con esta premisa, ¡°la comprensi¨®n de los mecanismos por los cuales una historia se impone sobre nosotros es extremadamente importante¡±. Y quiz¨¢ mucho m¨¢s desde hace una d¨¦cada por la onda expansiva que multiplica las consecuencias de un relato.
¡°Las redes sociales en particular han hecho estallar por los aires las costumbres que ten¨ªamos¡±, considera el autor de Los informantes y El ruido de las cosas al caer. ¡°Antes acud¨ªamos a los medios, al periodismo, a la historiograf¨ªa y tambi¨¦n por supuesto a la literatura para buscar la historia que cuente nuestra experiencia¡±. En cambio, ¡°las redes han instalado una nueva realidad en la que como m¨ªnimo la gran revoluci¨®n es que ya no hay una verdad f¨¢ctica sobre la que estamos de acuerdo¡±. ¡°Han destruido la idea de que haya unos hechos, una verdad que luego interpretamos a trav¨¦s de los relatos¡±, contin¨²a. En definitiva, ¡°por primera vez estamos frente a la posibilidad de escoger la versi¨®n de la realidad que mejor les convenga a nuestros prejuicios, donde nos acomodemos¡±.
Este comportamiento genera, dice, un ¡°relativismo total sobre la validez de las historias¡±. Es decir, sociedades enteras corren el riesgo de amoldarse a una narraci¨®n falsa, distorsionada. En este contexto los resortes literarios pueden desempe?ar una funci¨®n vital. ¡°La literatura se convierte en una de las pocas fuentes fiables sobre nuestra experiencia. Las ficciones nos est¨¢n contando verdades mucho m¨¢s pertinentes, enriquecedoras, que las historias que circulan sobre nuestra supuesta realidad¡±, razona V¨¢squez. Es un asunto que tiene que ver con el fondo, y con la forma. ¡°Hay algo en el lenguaje de la ficci¨®n que por su propia naturaleza evita la simplificaci¨®n, el manique¨ªsmo. Refleja las complejidades del ser humano y se enfrenta al lenguaje facil¨®n, maniqueo no solo de las redes sociales, tambi¨¦n de la pol¨ªtica¡±.
Las palabras del autor describen el clima que ha envenenado la pol¨ªtica colombiana, y en buena medida su sociedad, en los ¨²ltimos cinco a?os. Las conversaciones con la guerrilla de las FARC, que culminaron con un acuerdo de paz, pusieron al pa¨ªs frente a un espejo y escribieron un nuevo cap¨ªtulo de su historia. Ese episodio, como todo lo real, est¨¢ lleno de claroscuros. ¡°La pol¨ªtica quiere que creamos que no hay grises. La novela vive en la ambig¨¹edad, en el matiz. La ficci¨®n puede ser la ¨²nica manera de relatar nuestra experiencia humana¡±.
¡°Durante los ¨²ltimos meses del proceso de paz, una de las cosas que m¨¢s me preocuparon fue darme cuenta de que en La Habana se estaba negociando un relato sobre estos 50 a?os¡±, recuerda V¨¢squez. ¡°La guerra contada por un campesino del Cauca es un muy distinta a la contada por un habitante de Bogot¨¢ o Medell¨ªn. Uno de los retos de los colombianos es construir un relato en el que todos se sientan identificados y en eso es probable que la novela sea esencial¡±.
Porque hay cosas que suceden en lugares que tienen que ver con la moralidad, con las emociones, en meandros ocultos. ¡°Sin esa capacidad para la imaginaci¨®n moral nunca llegaremos a saber c¨®mo vivi¨® el otro. Y sin eso no hay reconciliaci¨®n posible¡±.
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