Nada es elemental, querido Watson
La pel¨ªcula aprovecha con gracia su condici¨®n de versi¨®n preescolar de los ap¨®crifos sherlockianos
Dentro de cada animador subyace la figura del ni?o empe?ado en saltarse una prohibici¨®n. Para Jan Svankmajer, que entiende la animaci¨®n como un arte cercano a lo alqu¨ªmico, result¨® tentador animar una paradoja en su cortometraje A Game with Stones (1963), donde se plante¨® dotar de expresividad a lo m¨¢s inexpresivo del universo: unas piedras. Algunos a?os antes, Karel Zeman anim¨® en Inspirace (1949) delicadas figuras de cristal siempre al borde de su desintegraci¨®n. Y, abriendo la puerta a esa po¨¦tica de la fragilidad, Ladislaw Starewicz ya hab¨ªa logrado en Le Mariage de Babylas (1921) crear la ilusi¨®n de que unas figuras de porcelana podr¨ªan moverse, flirtear y expresar una inesperada emocionalidad.
SHERLOCK GNOMES
Direcci¨®n: John Stevenson.
Animaci¨®n
G¨¦nero: comedia. Gran Breta?a, 2018
Duraci¨®n: 86 minutos.
La revoluci¨®n digital, con su considerable impacto en los modos de producci¨®n del arte animado, no ha supuesto la abolici¨®n de estos impulsos, si bien ha transformado el sue?o de conquistar lo imposible en la cartesiana resoluci¨®n de un problema t¨¦cnico. En 2011, Gnomeo y Julieta (2011) de Kelly Asbury destac¨® entre la producci¨®n animada realizada al margen de las grandes ligas con un planteamiento formal y narrativo que parec¨ªa la respuesta de consumo a los sucesivos logros de Starewicz, Zeman y Svankmajer: sus personajes eran esculturas de jard¨ªn que, en expresividad y movimientos, intentaban ser, pese a su naturaleza digital, algo fieles a lo que se supone es una dif¨ªcilmente din¨¢mica materialidad de terracota. El extra?o c¨®ctel creado a partir del constante recurso a temas de Elton John ¨Cque participaba en la producci¨®n de la pel¨ªcula-, el consecuente lenguaje animado y la referencia shakespeariana no desembocaba en un trabajo sobresaliente, pero s¨ª suficientemente singular.
Sherlock Gnomes de John Stevenson ¨Cco-director de la notable Kung Fu Panda (2008)- aprovecha con gracia su condici¨®n de versi¨®n preescolar de los ap¨®crifos sherlockianos y enriquece su recorrido con peque?os ejercicios de estilo a partir de otras est¨¦ticas de animaci¨®n tradicional: los cr¨¦ditos finales, un tanto al estilo Roger Hargreaves, sintetizan las modestas, pero afortunadas virtudes de un trabajo que no aspira a medirse con Pixar, sino a construir una identidad diferenciada a partir de la l¨²dica suma de gui?os y apropiaciones.
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