El ¡°contrafestival¡± que cambi¨® todas las reglas
La Quincena de los Realizadores, heredera del Mayo del 68, alcanza su 50? edici¨®n convertida en un contrapunto imprescindible a la secci¨®n oficial
La secci¨®n paralela que cambi¨® el rumbo de los festivales de cine cumple medio siglo de existencia. La Quincena de los Realizadores, apartado independiente y no competitivo que se celebra durante el Festival de Cannes desde 1969, inaugur¨® este mi¨¦rcoles su 50? edici¨®n convertida en contrapunto imprescindible a la secci¨®n oficial del certamen, que hist¨®ricamente ha completado con propuestas m¨¢s abiertas al riesgo y a la radicalidad. ¡°La secci¨®n oficial es, precisamente, oficial. Debe tener en cuenta imperativos que van m¨¢s all¨¢ de lo cinematogr¨¢fico y, por ese motivo, se ve obligada a escoger ciertas pel¨ªculas. Eso nos deja libres para seguir nuestros gustos y para innovar¡±, explica el delegado general de la Quincena, ?douard Waintrop, antiguo cr¨ªtico del diario Lib¨¦ration que abandonar¨¢ el cargo, que ha ocupado desde 2011, al concluir esta edici¨®n.
La historia de la Quincena est¨¢ vinculada a la de Mayo del 68. Aunque, en realidad, todo empezara unos meses antes de la revuelta. En febrero de ese a?o, la destituci¨®n de Henri Langlois, director de la Cinemateca Francesa y padre putativo de la Nouvelle Vague, provoc¨® ¡°manifestaciones de apoyo y un primer reagrupamiento de los profesionales del cine¡±, como recuerda Bruno Icher, miembro del comit¨¦ de selecci¨®n y autor de La Quinzaine des R¨¦alisateurs. Les jeunes ann¨¦es (Riveneuve), un volumen reciente que examina la historia de la secci¨®n. Al arrancar el Festival de Cannes, a mediados de mayo, el sindicato de cr¨ªticos franceses convoc¨® una manifestaci¨®n contra la violencia policial en las universidades, que apoyaron cineastas como Jean-Luc Godard, Fran?ois Truffaut y Louis Malle. La movilizaci¨®n consigui¨® suspender el festival, tambi¨¦n gracias al apoyo de directores como Roman Polanski, Milos Forman o Carlos Saura, que dio su visto bueno para que los manifestantes detuvieran la proyecci¨®n de su pel¨ªcula en competici¨®n, Peppermint frapp¨¦.
En junio de 1968 se constituy¨® la Sociedad de Realizadores de Films, un grupo de 180 directores que intent¨® imponer una serie de reformas a la organizaci¨®n del Festival de Cannes. Aspiraban, por ejemplo, a que el palmar¨¦s fuera votado por los espectadores y a que se suprimiera la r¨ªgida etiqueta vestimentaria de las galas. La negociaci¨®n fracas¨®: en las proyecciones vespertinas, hoy siendo obligatorio que los hombres lleven pajarita y las mujeres luzcan tacones. Fue entonces cuando ese grupo de cineastas insurrectos decidi¨® impulsar un ¡°contrafestival¡±, que se organiz¨® a partir de 1969 en dos salas desaparecidas del centro de Cannes y durante las mismas fechas que el certamen oficial. La Quincena hab¨ªa nacido.
La primera edici¨®n marc¨® la l¨ªnea a seguir. En este festival alternativo no hab¨ªa competici¨®n, las proyecciones eran gratuitas y estaban abiertas a todos los p¨²blicos ¨Ca diferencia de la secci¨®n oficial, donde hoy sigue siendo necesario contar con una invitaci¨®n para ver las pel¨ªculas¨C, la censura brillaba por su ausencia y todas las cinematograf¨ªas del mundo eran bienvenidas. Los movimientos de vanguardia no tardaron en encontrar un hogar en este festival paralelo. Por ejemplo, las nuevas olas latinoamericanas, las que surgieron en los pa¨ªses del Este y el cine independiente que empezaba a brotar en Estados Unidos. ¡°No hay duda de que la Quincena es hija del Mayo franc¨¦s, pero tambi¨¦n es algo m¨¢s que eso. Su esp¨ªritu est¨¢ fundado por los vientos de reforma provocados por el 68 y por la emergencia de los nuevos cines alrededor del mundo¡±, apunta Icher.
Esa primera edici¨®n estuvo coordinada por un joven de 26 a?os, Pierre-Henri Deleau, con poca m¨¢s experiencia que haber dirigido un cineclub universitario. Pero demostr¨® su buen olfato: proyect¨® t¨ªtulos de Bernardo Bertolucci, Nagisa Oshima, Roger Corman o Hugo Santiago ¨Cque present¨® Invasi¨®n, con guion de Jorge Luis Borges¨C, adem¨¢s del debut cinematogr¨¢fico de Susan Sontag y de la ¨²nica pel¨ªcula del tambi¨¦n escritor James Salter. Una cincuentena de los 65 filmes que formaron parte de la edici¨®n de 1969 se proyecta ahora en la Cinemateca Francesa. ¡°Representa el principio de lo que deber¨¢n ser los festivales de ma?ana¡±, dej¨® escrito un cr¨ªtico de Le Monde, lamentando no haber podido ver m¨¢s que un pu?ado de pel¨ªculas sobre el total, avanz¨¢ndose al sino del cronista del futuro. Y de aquellas aguas, estos lodos. En las ¨²ltimas 50 ediciones, la Quincena ha descubierto a cineastas como Martin Scorsese, Werner Herzog, Jim Jarmusch, Spike Lee, Michael Haneke, los hermanos Dardenne o Sofia Coppola, adem¨¢s de figuras del cine asi¨¢tico como Takeshi Kitano, Hou Hsiao-Hsien, Naomi Kawase o Bong Joon-ho.
Tras la creaci¨®n de la Quincena, nada volvi¨® a ser igual en la Croisette. En 1968, la pel¨ªcula inaugural del Festival de Cannes hab¨ªa sido una versi¨®n restaurada de Lo que el viento se llev¨®. Solo un a?o despu¨¦s, la secci¨®n oficial invitaba a cineastas tan audaces como Dennis Hopper, Marco Ferreri o Glauber Rocha. En 1978, un cr¨ªtico franc¨¦s, Gilles Jacob, reputado por su exigencia y su apertura a los nuevos lenguajes, fue nombrado delegado general del certamen. ¡°Un d¨ªa, paseando por la Croisette, escuch¨® que un tipo le dec¨ªa a un amigo, apuntando con el dedo a la sede de la Quincena: ¡°Es ah¨ª donde pasan las cosas importantes¡±. Jacob se sinti¨® ofendido, pero reaccion¨® r¨¢pidamente. La invenci¨®n de Un Certain Regard, secci¨®n paralela dentro del programa oficial, estuvo pensada para competir con la Quincena¡±, relata Icher, aunque cree que la competencia es positiva y que explica el buen estado de salud del festival. ?Qu¨¦ queda hoy de aquella lejana utop¨ªa? ¡°Entonces los cineastas quer¨ªan cambiar el cine y el mundo al mismo tiempo. Hoy ese esp¨ªritu ha desaparecido. Intentamos mantener la llama del anticonformismo, pero ya no estamos impulsados por un movimiento internacional tan poderoso. La mayor¨ªa de cineastas actuales piensan, ante todo, en sus carreras¡±, lamenta Waintrop.
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