Arma de destrucci¨®n individual

El contexto b¨¦lico, el suelo iraqu¨ª y el oficio del protagonista y el antagonista de cada una de las pel¨ªculas puede llevar al error de relacionar The wall con El francotirador. Y, sin embargo, qu¨¦ poco tienen que ver los trabajos de Doug Liman y Clint Eastwood: en el tono, en sus objetivos y, a¨²n menos, en el ideal pol¨ªtico que las mueve.

The wall es un minimalista ejercicio de suspense, ambientado en un ¨²nico escenario, un reducto del desierto, con un muro como parapeto, y dominado por la conversaci¨®n entre un protagonista ¨²nico y un personaje fuera de campo, del que solo se oye la voz, y que manipula tanto a su oponente como al propio espectador. Y es semejante descripci¨®n la que nos lleva a las dos obras que s¨ª podr¨ªan ser los grandes referentes del guion escrito por Dwain Worrell: el thriller ?ltima llamada (Joel Schumacher, 2002), escrito por Larry Cohen, ambientado en una cabina de tel¨¦fono, y con un francotirador al otro lado, amenazando al protagonista con un tiro en la cabeza si osa colgar el aparato; y el soberbio ejercicio de estilo Buried (Enterrado) (Rodrigo Cort¨¦s, 2010), tambi¨¦n en sub(suelo) iraqu¨ª, y de deslumbrante cadencia dram¨¢tica.

M¨¢s juguetona que trascendente, y rodada con tanta profesionalidad y br¨ªo como carencia de brillo por Liman, director de algunas pel¨ªculas estupendas (Swingers, El caso Bourne, Barry Seal) y de otras cuantas nefastas (Sr. y Sra. Smith, Jumper), The wall contiene un notable despliegue f¨ªsico y vocal por parte de su protagonista (casi) ¨²nico, Aaron Taylor-Johnson, pero, finalmente, en lo ¨²nico que acaba descollando es en su ins¨®lito desenlace, por desacostumbrado en el cine americano. Lejos del patriotismo ensalzador del Eastwood de El francotirador, y muy cerca de un bromista cinematogr¨¢fico harto de la campa?a de propaganda de las supuestas armas de destrucci¨®n masiva de Sadam Hussein.