El toque que mira al futuro
El guitarrista flamenco Dani de Mor¨®n ahonda en la esencia del arte de acompa?ar creando un nuevo paradigma
Los primeros acordes penetran punzantes, pero en muy poco tiempo cobrar¨¢n un car¨¢cter delicado, el preciso para acompa?ar las soleares de El Pele, que se duele con dulzura de una forma personal¨ªsima. En el di¨¢logo que se establece, la guitarra marca el tiempo de forma exacta mientras, con un sonido vibrante que la hace reconocible, elabora melod¨ªas sin fin. Estamos ante un disco de guitarra que es tambi¨¦n de cante, presentados ambos de una forma que es nueva en su singular equilibrio.
A Dani de Mor¨®n (Daniel L¨®pez Vicente, Sevilla, 1981), curtido pese a su juventud en todo tipo de acompa?amientos al cante o al baile, le parec¨ªa vedada cualquier cosa convencional en su nueva grabaci¨®n. Sus dos anteriores ¡ªCambio de sentido (2012) y El sonido de mi libertad (2015)¡ª lo hab¨ªan se?alado entre la generaci¨®n de millenials de la sonata, y sus conciertos impactan por igual entre entendidos que entre profanos. Su tercer disco, nombrado como 21 en atenci¨®n al siglo, siempre se concibi¨® como de acompa?amiento al cante y con un car¨¢cter antol¨®gico, mir¨¢ndose en un Perico del Lunar, que marc¨® ¨¦poca con su antolog¨ªa de mediados del siglo pasado. Pero, a estas alturas del milenio y de la guitarra, ya nada pod¨ªa ser lo mismo.
La propuesta de Dani, que es acorde con un tiempo en el que hace mucho que el guitarrista dej¨® de ser escudero del cantaor, sit¨²a el acompa?amiento en un plano de igualdad y convivencia con el cante, puede que incluso con un cierto protagonismo ¡ªcuesti¨®n de volumen¡ª que en nada enturbia el dialogo que se establece. La guitarra, en esa funci¨®n, tiene obligaciones m¨¦tricas ineludibles y estas no se olvidan, pero al mismo tiempo es capaz de tejer alrededor de cada estilo un entramado arm¨®nico y mel¨®dico que lo enriquece de forma singular: diferentes trajes confeccionados a medida del metal de la voz con que dialoga y del mismo car¨¢cter de los cantes.
Resulta de esta manera que el guitarrista ahonda en la misma esencia del arte de acompa?ar creando un nuevo paradigma, una ontolog¨ªa de este arte, seg¨²n Gamboa. En ella, la nueva gram¨¢tica del toque se conjuga, adem¨¢s de con sobrada solvencia, con mucho tino y mesura: las nuevas afinaciones y armon¨ªas, disonancias, s¨ªncopas y acordes coloraos solo vienen a aportar color y en nada distraen del prop¨®sito principal. Si exceptuamos las buler¨ªas cortas de Arc¨¢ngel, que se ha encargado de la direcci¨®n art¨ªstica, se podr¨ªa decir que en la grabaci¨®n predomina el gusto por la pausa. No es igual el toque otorgado a la seguiriya de Duquende, con una cascada de arpegios para preludiar el desgarrado ayeo, que el de los tangos de Roc¨ªo M¨¢rquez, a la que gu¨ªa de forma c¨®mplice en su dulz¨®n viaje de Cuba a Triana, ida y vuelta. Pellizcos guitarreros entre las dos letras de malague?a ¡ªTorre y Chac¨®n¡ª que deja Pitingo. Y as¨ª con la guajira de Poveda, los fandangos de Huelva de Estrella Morente, los abandolaos de Marina Heredia o los vigorosos tientos de Jes¨²s M¨¦ndez. Para Antonio Reyes Reyes, que con pausada contenci¨®n transita del fandango a la bujer¨ªa por sole¨¢, reserva un toque lent¨ªsimo, casi detenido en el silencio por momentos. Las alegr¨ªas de Esperanza Fern¨¢ndez suenan tan gitanas como modernas, siendo las menos antol¨®gicas del cancionero reunido. Porque s¨ª, es veros¨ªmil la antolog¨ªa retrospectiva que supone el repertorio de cantes, donde se acumulan bien definidos los ecos y referentes de m¨¢s de un siglo de arte. Pero el toque mira al futuro. Mucho m¨¢s que virtuosismo, como la enso?adora grana¨ªna con que el guitarrista en solitario abrocha la obra.
21. Dani de Mor¨®n con El Pele, Miguel Poveda, Duquende, Estrella Morente, Jes¨²s M¨¦ndez, Roc¨ªo M¨¢rquez, Arc¨¢ngel, Pitingo, Marina Heredia, Antonio Reyes y Esperanza Fern¨¢ndez. Universal
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