El Premio Cervantes: un acierto y dos deudas
No es presentable que, en los ¨²ltimos 10 a?os, el prestigioso galard¨®n lo hayan recibido ocho hombres y dos mujeres
La historia de la literatura universal, y desde luego tambi¨¦n la literatura en lengua espa?ola, est¨¢ jalonada de premios. Sobre su significado escribe Cervantes en la segunda parte de El Quijote. Enterado el genial hidalgo de que el hijo del caballero del Verde Gab¨¢n escribe versos, le pregunta si tiene la intenci¨®n de presentarlos a una justa literaria. Si lo hace, le recomienda que procure llevarse ¡°el segundo premio, que el primero siempre se le lleva el favor o la gran calidad de la persona, el segundo se le lleva la mera justicia, y el tercero viene a ser segundo, y el primero, a esta cuenta, ser¨¢ el tercero, al modo de las licencias que se dan en las universidades; pero, con todo esto, gran personaje es el nombre de primero¡±. En este consejo de un l¨²cido y pragm¨¢tico don Quijote se presentan las circunstancias que tienen que concurrir para que sea otorgado un galard¨®n literario.
Si como escribi¨® Balzac, en la novela se representa la historia privada de las naciones, la concesi¨®n de un premio literario y su ceremonia de entrega pueden considerarse una fiesta p¨²blica, quiz¨¢ un baile de m¨¢scaras, en donde, seg¨²n la greguer¨ªa de G¨®mez de la Serna, al escritor se le da un ¡°calamar de oro¡±.
Ojal¨¢ se prolongue mucho tiempo la celebraci¨®n del Premio Cervantes recientemente concedido a ?lvaro Pombo, motivo de regocijo para los que somos sus lectores, a los que, tras este galard¨®n, se sumar¨¢n muchos m¨¢s atra¨ªdos por una narrativa de profundidad humanista en la que brilla la iron¨ªa. Mientras llega el prometido discurso sobre El licenciado Vidriera, que pronunciar¨¢ el pr¨®ximo mes de abril en el paraninfo de la Universidad de Alcal¨¢, vale la pena hacer una reflexi¨®n sobre el Premio Cervantes.
Desde su creaci¨®n, en las postrimer¨ªas del franquismo, el Premio Cervantes ha pasado por numerosas vicisitudes. En torno a su concesi¨®n se han desatado encendidas pol¨¦micas; algunos que luego fueron galardonados han dicho frases gruesas ¡ªdesde el exabrupto que le dedic¨® Cela al ¡°nunca aceptar¨¦ el Cervantes¡± de Goytisolo¡ª. A pesar de todo, en sus ceremonias de entrega se han pronunciado conmovedores discursos que le han convertido en el premio literario de mayor prestigio de la lengua espa?ola.
Sin embargo, en torno al Cervantes van aumentando dos deudas alarmantes que ameritan una respuesta adecuada. La primera es que se debe paliar la escandalosa ausencia de escritoras. Para el jurado del Cervantes (que de acuerdo con su actual convocatoria es de ¡°presencia equilibrada entre hombres y mujeres¡±) la alternancia de g¨¦nero no puede ser una opci¨®n, debe ser una obligaci¨®n. Si en 1979, tras la concesi¨®n del Cervantes a Gerardo Diego y Jorge Luis Borges, se prohibi¨® que, en lo sucesivo, pudiera otorgarse ex aequo, ahora se podr¨ªa introducir una cl¨¢usula que establezca, como m¨ªnimo, la alternancia de g¨¦nero. Cuando socialmente vivimos un clamor favorable a la paridad, no es presentable que en los ¨²ltimos 10 a?os el Cervantes lo hayan recibido 8 hombres y 2 mujeres. Si uno repasa la relaci¨®n completa de galardonados, entre los 50 solo hay 6 escritoras. Valga como ejemplo lo que ha sucedido en el Premio Nobel de Literatura, concedido en esta d¨¦cada a 5 escritores y a 5 escritoras. Incluso una instituci¨®n tradicionalmente mis¨®gina como la Real Academia Espa?ola, desde 2014, ha incorporado a su pleno el mismo n¨²mero de hombres y de mujeres.
Ning¨²n escritor o escritora de 10 pa¨ªses (Bolivia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guinea Ecuatorial, Honduras, Panam¨¢, Puerto Rico y Rep¨²blica Dominicana) de los 21 que componen la comunidad hispanohablante ha sido galardonado con el Premio Cervantes
Si la alternancia de g¨¦nero es necesaria para pagar la primera y mayor deuda, para la segunda va a ser necesario superar esa absurda divisi¨®n del premio entre escritores de Espa?a e Hispanoam¨¦rica. No parece muy correcto que los dos ¨²ltimos galardonados hayan nacido a menos de 300 kil¨®metros de distancia, residan en la misma ciudad y pertenezcan a la misma instituci¨®n acad¨¦mica. Eso sucede sin que ning¨²n escritor o escritora de 10 pa¨ªses (Bolivia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guinea Ecuatorial, Honduras, Panam¨¢, Puerto Rico y Rep¨²blica Dominicana) de los 21 que componen la comunidad hispanohablante haya sido galardonado con el Premio Cervantes.
Parece que por la v¨ªa de los hechos se va haciendo realidad aquella ocurrencia vanguardista, ya casi centenaria, que pretend¨ªa convertir a Madrid en el ¡°meridiano intelectual de Hispanoam¨¦rica¡±. Si el jurado del Premio Cervantes no es m¨¢s sensible a la diversidad de la literatura espa?ola que se escribe en los pa¨ªses hispanoamericanos, que no nos extra?e que volvamos a o¨ªr lo que en aquel momento dijo Borges: ¡°Madrid no nos entiende¡±.
El Premio Cervantes debe ser m¨¢s generoso con la presencia femenina y esforzarse por hacer visible en toda su dimensi¨®n ese amplio ¡°territorio de la Mancha¡±, afortunada imagen acu?ada por Carlos Fuentes. Los pr¨®ximos jurados tienen la palabra.
Jes¨²s Ca?ete Ochoa es exdirector del Festival de la Palabra de la Universidad de Alcal¨¢.
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