La identidad es el territorio
La pel¨ªcula es un cuaderno de viaje, cuyas estaciones de paso van siendo transformadas por instalaciones art¨ªsticas ef¨ªmeras al servicio de una idea pertinente
CARAS Y LUGARES
Direcci¨®n: Agn¨¨s Varda y JR.
G¨¦nero: documental. Francia, 2017.
Duraci¨®n: 89 minutos.
Armada con una liger¨ªsima c¨¢mara Mini DV, Agn¨¨s Varda logr¨®, con Los espigadores y la espigadora (2000), uno de esos trabajos que, bajo su modestia militante, sembraban la posibilidad de un cine futuro sin olvidar la memoria del medio: incluso los cronogramas precinematogr¨¢ficos de ?tienne-Jules Marey eran invocados en la lib¨¦rrima estructura de una pel¨ªcula entendida como cuaderno de notas abierto al azar. La cineasta registraba la anticipaci¨®n de un inmediato porvenir colectivo, definido en la precariedad, al filmar a quienes subsist¨ªan recogiendo las sobras de la sociedad del exceso y, al mismo tiempo, se autorretrataba como una aut¨¦ntica espigadora de im¨¢genes, capaz de articular sentidos a partir de la heterogeneidad de sus materiales encontrados. Integrada en el relato, Varda reflexionaba sobre el paso del tiempo, daba rienda suelta a su capacidad para el juego y se revelaba como gran retratista al natural: alguien capaz de escuchar y extraer la esencia de quienes se colocaban frente a su objetivo.
Caras y lugares parece una consecuencia natural de ese trabajo: la asociaci¨®n creativa entre la cineasta y el artista JR ¨Ccuya obra se fundamenta en la colocaci¨®n de fotograf¨ªas de grandes dimensiones sobre espacios p¨²blicos- coloca el foco sobre uno de los m¨²ltiples rostros de una obra tan rica como Los espigadores y la espigadora, al explorar la fusi¨®n entre territorios y las identidades que los habitan. La pel¨ªcula es, as¨ª, un nuevo cuaderno de viaje, cuyas estaciones de paso van siendo transformadas por instalaciones art¨ªsticas ef¨ªmeras que siempre est¨¢n al servicio de una idea pertinente, el recuerdo de una ausencia o una reivindicaci¨®n, ya sea esta la de una resistencia numantina en una comunidad vaciada, la de la fuerza colectiva de los trabajadores de una empresa, la de la cultura ganadera no cegada por una productividad mutiladora o la importancia (tot¨¦mica) de las mujeres que est¨¢n al lado de los estibadores de Le Havre.
Lo ¨²nico que se podr¨ªa reprochar a este trabajo excelente es que haga demasiado evidente la construcci¨®n de esos momentos en los que Varda y JR funcionan como reflexiva pareja c¨®mica. Y ese incrementado tono de buenrollismo que hace temer que, tras cualquier esquina, pueda aparecer James Rhodes dispuesto a entregar el premio a la croqueta del a?o. El chasco godardiano en el desenlace acude al rescate de ese azar que defini¨®, de principio a fin, el recorrido de la germinal Los espigadores y la espigadora.
Babelia
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