Valeroso Francisco de Manuel

Con buen criterio, el presidente no concedi¨® la oreja que el p¨²blico pidi¨® para Francisco de Manuel a la muerte de sexto novillo. No estuvo claro si hubo o no mayor¨ªa de pa?uelos -la impresi¨®n primera es negativa-, pero la actuaci¨®n en conjunto del novillero no fue de puerta grande, y s¨ª de una oreja y vuelta, justos premios a su esperanzadora tarde.

Era el tercero de la terna y hasta que no sali¨® su primer novillo no se vio a un chaval de luces estirarse a la ver¨®nica en el recibi¨® de su oponente. Sus dos compa?eros se mostraron en ese trance a la defensiva y con presumible conformismo, pero De Manuel traz¨® unos capotazos que si bien no han quedado en el recuerdo por su hondura, s¨ª mostraron una decisi¨®n meritoria. Puso banderillas asom¨¢ndose al balc¨®n, y clav¨® tres pares -el ¨²ltimo, a la segunda- en todo lo alto. Y en el tercio final pas¨® un quinario, pero super¨® la prueba con nota alta.

El novillo, que hab¨ªa acudido con presteza y nobleza en el momento de los palos, obedeci¨® al primer toque -desde el centro del ruedo-, y no llev¨® por delante al torero de puro milagro. Ah¨ª comenz¨® el tormento de De Manuel. Repet¨ªa el animal con genio y velocidad, al tiempo que desarrollaba sentido y aprendi¨® a mirar en demas¨ªa a su oponente, a quien pronto le hizo una foto de cuerpo entero. Tanto es as¨ª que cuando lo cit¨® por segunda vez con la zurda lo atropell¨® con gran aparatosidad, lo volte¨® y lo busc¨® con sa?a en el suelo. El revolc¨®n fue espectacular, pero, milagrosamente, solo ten¨ªa el vestido manchado de sangre.

No se amilan¨® el torero madrile?o, quien afront¨® la dificultad con gran entereza y valor, de modo que super¨® el complicado manejo del novillo ¨Cmanso y con peligro-, y dej¨® claro que sus l¨®gicas deficiencia en el mando de la muleta no son m¨¢s que fruto de su inexperiencia, pero no de su coraz¨®n. Se tir¨® sobre el morrillo y cobr¨® una buena estocada que le permiti¨® pasear una oreja ganada a ley.

No dijo nada con el capote ante el sexto, al que volvi¨® a banderillear con brillantez en los dos ¨²ltimos pares, y la faena de muleta solo estuvo salpicada de buenos detalles. Embisti¨® el novillo con nobleza, se coloc¨® bien el novillero, y algunos pases aislados por ambas manos resultaron vistosos. Se raj¨® el animal al final y todo qued¨® un poco diluido. Volvi¨® a matar con efectividad y de ah¨ª la petici¨®n de oreja que, justamente, no se le concedi¨®. De todos modos, hay torero en ciernes en este Francisco de Manuel que dej¨® un buen sabor torero en Las Ventas.

Caso distinto es el de sus compa?eros, Marcos y Alejandro Gardel.

El primero tuvo dos novillos para triunfar y solo escuch¨® silencios. Mal asunto. El animal que abri¨® plaza no se cans¨® de embestir con dulzura, y el toreo de Marcos no dijo nada. Parece que no tiene misterio que decir. M¨¢s entonado se mostr¨® ante el buen cuarto, y traz¨® algunos muletazos apreciables, pero no consigui¨® transmitir a los tendidos que es torero a tener en cuenta.

Algo parecido le sucedi¨® a Gardel. Pareci¨® tener una buena condici¨®n, pero no se motiv¨® ante el excelente segundo. Escaso de creatividad, pas¨® de puntillas cuando su oponente le puso en bandeja un presumible triunfo. Y cerr¨® su actuaci¨®n del mismo modo: sin levantar la voz, sin demostrar que se ha vestido de luces para comerse el mundo. Y el silencio fue un premio que le debe hacer pensar.

Por cierto, la novillada de Fuente Ymbro, de lujo, noble, con movilidad y clase, a excepci¨®n del tercero.

Y un apunte m¨¢s: quiz¨¢, el mejor capotazo del festejo llevara la firma de Miguel Mart¨ªn, en la lidia del cuarto.